Morelia Mich. (OEM Infomex).- Lejos de sufrir ansiedad y estrés al permanecer en casa, como han alertado especialistas de la Psicología sobre el panorama que tendrá la sociedad a causa del confinamiento obligado por Covid-19, para María de Lourdes Mendoza Galindo, madre de tres hijos a sus 60 años de edad, la estancia en el hogar le ha reconfortado.
Lulú, como le llaman sus familiares y amigos, jamás pensó que una emergencia sanitaria la acercara aún más con los suyos, esa nueva cepa del coronavirus que surgió en un país oriental le ha permitido pasar tiempo con su nieto recién nacido a quien pensó tal vez no disfrutar tanto como ahora, pues su labor demandante en una tienda de ropa la había esclavizado a horas de trabajo fuera de casa.
A diferencia de hace 41 años, cuando tuvo a su primer hija a quien dejó en los brazos de su madre y no pudo disfrutar en festivales, cumpleaños y momentos que no regresan por pasar horas en tiendas departamentales atendiendo clientes, ahora Lulú trata de enmendar los años perdidos con su nieto.
Jesús, su nieto de cinco meses, ahora le acompaña mientras se resguarda de un “nuevo virus que paraliza al mundo”, mencionan diariamente las noticias y se comenta por todas partes.
En las noticias se dijo que “los chinos estaban cayendo como moscas con el coronavirus”, lo inimaginable era que el virus llegara a América, mucho menos a México, pero a la jefa de familia la información le alertó, pues su padecimiento crónico por la diabetes la volvía vulnerable ante la emergencia.
En mi trabajo no nos permitieron irnos a nuestras casas hasta el último momento; yo veía que la gente ya no estaba en las calles, pero nosotros no nos podíamos mover de nuestros puestos porque estaba en riesgo nuestros empleos
Fue el 23 de marzo que dejó de trabajar y desde entonces vive con su nieto e hija, quien es madre soltera y por eso le ayuda, las tres generaciones se mantienen juntas.
Gracias a la rutina con el menor, se ha alejado del televisor e informarse de lo que ocurre afuera con el coronavirus, por el momento, no hay estrés ni preocupación.
Por eso, más que ser un episodio negativo, para la señora Lulú la pandemia ha sido una bendición que le agradece a Dios, pues le ha dado la dicha de saber qué es cuidar a un bebé y no perderse de sus primeros momentos.
“Cuando regrese a trabajar estaré feliz, primero porque mi trabajo es mi vida y porque creo que también es importante que mi hija tenga su privacidad; se me quitaron las ganas de jubilarme y ahora me siento más joven que nunca”, finalizó así, la historia de la abuela del bebé Jesús.