Morelia Michoacán-(OEM-Infomex).-“Embarazarse no siempre es bonito, ni romántico como nos hacen creer”, para la académica y feminista Esperanza del Consuelo, la maternidad ha sido una forma de conocerse en situaciones que la han confrontado y la llevaron a decidir vivir ese proceso de otra forma, siendo uno de los más grandes retos que ha tenido.
Desde que su hija decidió no vivir con ella e ir con su papá, se rompieron paradigmas, sin embargo, no se resquebrajó la íntima relación que sostienen y el gran amor entre ambas. Aunque viven en ciudades distintas, la tecnología las ayuda a tener una constante comunicación.
La historia fue poco ordinaria desde el inicio, al momento de saber que estaba embarazada, Consuelo no lo creyó, incluso ya al entrar al quirófano, sentía que los doctores le revelarían que lo que se encontraba dentro de su cuerpo, no era un bebé.
Pese a la resistencia mental que tuvo, y las complicaciones físicas al ser un embarazo de alto riesgo que culminó en un parto prematuro de 6 meses, la activista reconoce que es de las mejores cosas de su vida, y que fue con la llegada de Eclipse que conoció el verdadero amor.
“Esa frialdad que normalmente solía tener con la gente, con mi hija se queda de lado, soy muy cariñosa con ella”.
Ella y el padre de su hija decidieron no hacer vida en pareja, y ambos se comprometieron a respetar las decisiones de su hija, por lo que cuando la pequeña decidió con quién viviría, Consuelo lo aceptó y comenzó una maternidad distinta a la que normalmente conocemos.
El prejuicio, los ataques y reproches desde su familia o de personas ajenas incluso a su vida, son “el pan de cada día” para Consuelo, quien ha recibido acusaciones de ser una “mala madre” o de haberla abandonado.
A pesar de ello, para la feminista, vivir separada de su hija le ha significado tener algo que muchas mujeres no tienen, libertad. Al tiempo que, a su primogénita le ha permitido condiciones que no hubiera tenido si estuviera con ella.
Eclipse ha viajado a muchos lugares, sabe hablar varios idiomas, ha podido tener los estudios que ha querido.
Es lo que aún muchas mujeres no entienden siendo mamás, dice ella, no hay una única forma de maternidad, lo importante, es que no se olviden que necesitan tiempo para sí mismas, “espacios de soledad, de no estar pensando todo el tiempo en ser mamá, que por eso te vuelves loca. Por eso sienten que no pueden”.
Y es que se siguen reproduciendo modelos de maternidad muy tradicionales. “¿Por qué está con él? ¿por qué no está contigo? Debe estar con su mamá”, Esperanza expone que lo ideal es que las mujeres se replanteen cuál es la finalidad de su vida, y que si desean ser mamás eso sea parte de todo lo demás que tengan que hacer en su vida.
“La maternidad la debemos tener como una partecita de nuestra vida, no como el objetivo de. Se debe replantear un montón de cosas, qué tipo de mamás queremos ser, qué maternidades, así como hablamos de identidades, hay distintas formas de ser mamá”.
A través de su vida ha visto en demás mujeres que por la presión social no toman las mejores decisiones con respecto a la maternidad, frases como: “ay bueno, ya tuviste a tus bendiciones, es lo mejor que te ha pasado”, repiten conceptos muy arraigados que hilan a la maternidad con la realización de la mujer.
Ser mamá no es para todas las mujeres, se debe hablar de todo lo que pasa en la mente y el cuerpo de la mujer, los malestares físicos, el gasto económico, la depresión postparto, considera la feminista.
“No es que sea imposible ser madre y tener éxito profesional, pero es una realidad que la maternidad te triplica el trabajo y muchas veces, se romantiza demasiado el modelo tradicional de ser mamá”, comparte Consuelo a 17 años de conocer a la mejor maestra que ha tenido, su hija.
