MORELIA, Mich.- (OEM-INFOMEX).- Este lunes casi 50 mil estudiantes de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH) retoman sus actividades académicas luego del periodo vacacional de fin de cursos; son miles de historias que se gestan en cada uno de los 43 programas de licenciatura de la institución y el bachillerato.
Y aunque para muchos la emoción del primer día de clase es única, para José de Jesús Domínguez Taizan representa una segunda oportunidad de estudiar, el despertar de una pesadilla que inició hace casi tres años, tiempo en el que esperó por esa “nueva chance”.
El 29 de agosto de 2016, la comunidad de la Máxima Casa de Estudios del estado amaneció con una noticia que al paso de los días marcaría la historia: las instalaciones eran tomadas por integrantes de la Coordinadora de Universitarios en Lucha (CUL) en demanda de ingreso para mil 500 estudiantes. La toma se extendió por 65 días y se causaron daños al patrimonio nicolaita.
Las consecuencias de la toma recayeron de manera directa en ocho estudiantes que a principios de 2017 recibieron la sentencia de expulsión definitiva de la institución. José de Jesús formó parte de ese grupo y esa noticia significó el fin de su meta de ser químico-farmacobiólogo, preparación que recién había iniciado pues cursaba el primer semestre cuando la toma estalló.
“Yo estaba y estoy convencido de nuestra lucha. Soy de San Felipe, una comunidad indígena en el Estado de México donde las oportunidades de superación son limitadas. Sé lo que es anhelar ir a la escuela, por ello no me arrepiento de haber participado en la toma, de ser parte de la CUL, aunque creo que el castigo sí fue injusto”, comenta.
Fue a principios de 2018, tras cumplirse un año de la sanción que los estudiantes en castigo retomaron el proceso en busca de que se les permitiera regresar a las aulas, y aunque fue hasta febrero de este año que eso se aprobó por el Consejo Universitario, fue una noticia que llenó de alegría a José de Jesús, quien desde ese momento retomó sus clases y a partir de este lunes continuará su preparación como un orgulloso nicolaita.
Aunque recuerda que la espera fue larga, dice que no tuvo otra opción de estudio, sobre todo porque los apoyos de vivienda y alimentación que brinda la UMSNH en los albergues estudiantiles en los que moran al menos de cinco mil jóvenes provenientes de comunidades alejadas y de escasos recursos.
“La situación en casa no es tan fácil, el recurso es limitado y el poder tener aquí la opción de estudio y donde vivir fue lo que me hizo no rendirme; aunque fue muy tardado ahora puedo seguir estudiando”, y asevera que pese a las limitantes de la reconsideración de su caso, como el impedimento a manifestarse y ser parte de la representación estudiantil en la CUL, no lo limitarán para continuar en la lucha por el acceso a la educación gratuita y de calidad para todos.
PARA ALGUNOS, “EL PERDÓN” LLEGÓ TARDE
“Yo estaba en la Facultad de Derecho en una clase cuando nos dijeron que el Tribunal Universitario había determinado expulsarnos, éramos ocho. Me salí del salón y me fui caminando hasta la casa y sí, se me salieron las lágrimas”, recuerda con melancolía Leonel Huato Peñaloza, quien en un principio buscó la reconsideración de la sentencia, pero al paso del tiempo buscó nuevas oportunidades de estudio y a principios de este año se matriculó en una Universidad en Colima.
El ahora exnicolaita ha negado en todo momento que el movimiento en busca de lugares de estudio y sus integrantes sean los responsables de los daños al patrimonio universitario que se calcularon en más de un millón de pesos, monto que fue saldado con descuentos a los subsidios que se otorgan quincenalmente a las casas de estudiante que participaron en la toma.
Yo estoy seguro de lo que estábamos peleando ahí, personalmente no me arrepiento de nada. Después de que comenzamos a recibir las amenazas si me entró miedo, pero ahora les diría a los que van entrando que si van a luchar por algo lo hagan, pero sin vandalismo, a nosotros nos tacharon de eso y más, pero cada quién tiene su historia. Lo que sentí cuando nos expulsaron no se lo deseo a nadie, pero hay que luchar por lo que uno quiere
El originario de Chinicuila continuará su formación “aquí cruzando la frontera”, entre Michoacán y Colima; ha descartado por completo regresar a las aulas nicolaitas aunque eso signifique que debe esforzarse el doble al trabajar y estudiar, pues a diferencia de la Universidad Michoacana la institución en la que se ha inscrito no cuenta con los apoyos de albergue para estudiantes de escasos recursos en los que según el exrector Medardo Serna González, se invierten hasta 65 millones de pesos cada año.
UNA LECCIÓN PARA TODOS
En medio de la toma de 65 días, la más larga a manos de un movimiento estudiantil en la Universidad Michoacana, el Consejo Universitario acordó que debían implementarse límites para evitar que el hecho vuelva a repetirse; además de reglamentos y la apertura de más oportunidades de ingreso a los programas de estudios de la Casa de Hidalgo, como la segunda convocatoria. Y a la par, que los responsables no quedaran sin castigo alguno.
De ese modo se determinó expulsar de la institución a quienes integraban la comisión que cada año crea la CUL para acompañar el proceso de ingreso, quienes al cabo de más de dos años de de terminado el castigo, en febrero pasado recibieron una reconsideración de sentencia y con ello la oportunidad de regresar a la Máxima Casa de Estudios en el estado, pero no todos lo harán.
Roberto Carlos Rodríguez estudia en una universidad en el Estado de México; José Antonio Lozano Mendoza y Pedro Sebastián Apolinar, son egresados y se encuentran en proceso de titulación; José de Jesús Domínguez Taizan, retomó las clases en febrero pasado en la Facultad de Químico Farmacobiología; Miguel Ángel Rulfo Santander, se reincorporó a la Facultad de Economía; Leonel Huato Peñaloza está matriculado en una institución de Colima y de los otros dos jóvenes; uno estudia en Zamora y el otro, no se sabe si regresará a las aulas nicolaitas.