Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Todos están crudos y parece que en este lugar no puede ser de otra manera. Mientras en la rockola suena Vicioso del Tri, por las mesas del Chichos Bar transcurren las caguamas unas tras otras, como todos los domingos desde 1956.
“Quiero vivir entre notas musicales, y quiero que me entierren al ritmo de rock, mi colección es de más de tres mil discos, y cada vez que tengo feria me compro más”, retumba la letra de Alex Lora en los parlantes y de a poco el lugar comienza a llenarse.
La instalación del Tianguis del Auditorio en la colonia Ventura Puente es el pretexto perfecto para que se congreguen en el sitio todos aquellos que buscan desesperadamente curar la resaca o alargar el fin de semana lo más que se pueda, como si este punto se tratara de la última salvación antes de que a todos nos alcance el lunes y con ello la realidad.
Aunque el bar nació con el sello especializado en los mariscos, con el paso del tiempo y la dinámica de los domingos fue modificando su giro. Ahora, todo se centra en las micheladas, las cervezas, el mezcal y toda la variedad de alcohol que se tiene en la carta.
Una de las características del Chichos Bar es que muchos acuden en solitario y resulta normalizado ver a tipos aferrados a la rockola gastando los pesos en las canciones más hirientes de Juan Gabriel y José José.
Están los que van con la misión de hacer amistades y buscan conversar con el de la mesa de al lado para tratar de evadir por un rato la soledad. Es domingo de super bowl y hasta el futbol americano resulta un tema interesante para romper la sequía del aislamiento.
Pero también está otro grupo, el de los comerciantes que convierten el trabajo en tardes de convivencia entre litros de cerveza. Por momentos Marcos, el que se dedica a la venta de productos de computación, y Andrés, el de los juguetes, descuidan sus respectivos locales y se pierden entre los brindis y las risas.
“Lo que tiene este lugar es que todos nos hemos hecho amigos, entonces más allá de que tengamos que trabajar los domingos en el Audi, pues se te hace menos pesado porque está el cotorreo, es el lugar donde podemos beber sin que tengamos que desplazarnos”, explica Daniel Cervantes, quien tiene más de diez años acudiendo fielmente al tianguis.
Incluso, Daniel admite entre risas que para muchos el domingo “ya no es trabajo” y hasta esperan con ansias ese día porque saben que ahí van a poder encontrarse con los amigos.
“Ya tomamos esta jornada como de relajo, se ha vuelto una tradición que estemos aquí y a veces sí ha pasado que terminamos alargando la fiesta más de lo normal”.
Esa misma dinámica también se replica con las meseras del Chichos, quienes, entre las idas y venidas a los pedidos en las mesas, intentan pasarla bien y divertirse. Cuando el Noa Noa de Juan Gabriel aparece en la pantalla y el sonido, las trabajadoras no dudan en exhibir sus mejores pasos de baile.
Al paisaje se le suman vendedores ambulantes de lotería, palomitas, cigarros sueltos y hasta el señor que ofrece toques eléctricos con la promesa de que funciona igual que una terapia de relajación muscular.
Para muchos la zona está catalogada como de “mala muerte”, pero Daniel Cervantes explica que la Ventura Puente siempre ha sido una colonia popular que es injustamente calificada, pues argumenta que en todo este tiempo que lleva acudiendo a trabajar al tianguis jamás ha sucedido un solo incidente que lamentar.
“Si tú te fijas aquí vienen hasta familias a comer mariscos, están los que vienen a chacharear y pues ya de paso hacen una escala en el bar, están también los amanecidos que quieren seguirla. Hay de todo, pero nunca me ha tocado ver ni siquiera una pelea, el ambiente no es pesado como luego quieren hacer creer”.
Cuando los puestos del tianguis comienzan a recogerse, poco a poco también el bar empieza a vaciarse. Algunos se van totalmente devastados, otros caminan con dificultad y están los que simplemente se despiden con abrazos. Pero en medio de este entorno, todos comparten esa mirada nostálgica que refleja la aceptación de que el fin de semana se terminó y que no habrá de otra que soportar seis días para poder regresar a la guarida dominguera.