Morelia, Mich. (OEM-Infomex).- Desde el 15 de marzo, fecha en que las autoridades federales y estatales endurecieron las medidas de protección para evitar más contagios de coronavirus, las empresas de cerveza artesanal en Michoacán enfrentan un panorama desolador, con ventas prácticamente nulas, fabricas en paro, puntos de venta cerrados y una expectativa poco alentadora para el corto plazo.
Cuando el consumo de este tipo de bebida comenzaba a despuntar gracias a festivales, encuentros gastronómicos y cada vez más bares y restaurantes que las ofrecían en su carta de servicios, la llegada de la pandemia a nivel mundial les ha puesto un freno inesperado que amenaza con la desaparición de varias marcas bien posicionadas en el estado.
Matthew Hikory es el fundador y socio principal de La Brü, una de las empresas más conocidas no solo en la entidad, sino en todo el país. Apenas a finales de 2019 inauguraron el bar con el mismo nombre en el centro de la ciudad, con lo que reforzaban su imagen de ser una marca joven, alternativa y cercana a las expresiones artísticas y culturales. Su producción mensual era en promedio de 20 mil litros, pero desde mediados del mes de marzo apagaron las máquinas y se quedaron con una cantidad similar, misma que ahora tratan de sacar por medio de ventas a domicilio.
Las 15 personas que laboran continúan percibiendo su salario pero mientras pasan los días la probabilidad de despidos es latente. Según las cuentas de Hikory, podrían soportar todo mayo con una estrategia de surtir a los hogares, sin embargo, nada se compara con las facturas generadas en sus puntos habituales de venta.
Argumenta que quienes se dedican a la producción artesanal están en una enorme desventaja en comparación con las marcas comerciales, cuyo stock de reserva es mucho mayor, de ahí que haberles prohibido la producción a todos por igual resulta inequitativo.
Una situación similar es la de la marca Xakúa, administrada por Jorge Salgado, quien informa en entrevista que producían en promedio 5 mil litros al mes y se han quedado con mil 500 en bodega. Las ventas que logran colocar a domicilio no van más allá de 10 litros diarios, registro magro respecto a lo que lograban vender en más de 40 puntos de venta, todos ellos ya cerrados.
En Uruapan, La Rodilla del Diablo se constituyó como una empresa formal apenas hace dos años y estaban cerca de alcanzar su punto de equilibrio, pero la situación actual les ha cambiado por completo el panorama. La producción de 4,500 litros al mes se estancó y de sus 42 distribuidores solo uno queda abierto.
Podríamos, con muchos sacrificios, aguantar todo mayo, pero si las medidas de quedarse en casa continúan más allá, no nos quedará otra opción más que cerrar la empresa
Afirmó su propietario Jonathan Silva.