“Todas son iguales, primero se las chingan y luego les piden perdón. ¡Mírala, está hincada!”, fue lo primero que escuchó Mitzi Yanet Torres Quintero de una de las ocupantes de la patrulla de la Policía Morelia que respondió al llamado de auxilio.
Pensaba que era el fin del infierno que estaba viviendo luego del intento de violación perpetrado por Luis Fernando, pero estaba por enfrentar una detención arbitraria y una privación ilegal de su libertad por parte de quienes, pensaba, le salvarían.
Pero la razón por la que Mitzi estaba en el piso cuando llegaron los oficiales -dos mujeres y un hombre- no era porque estuviera pidiendo perdón, sino porque Luis Fernando la había jalado del pelo, luego de que logró salir de la casa del agresor. Antes la golpeó y trato de abusar de ella.
“¡Te voy a coger y si no te dejas te voy a matar, ya cállate!”, le decía. Luego, a puño cerrado le impactó el rostro en el costado izquierdo, entre el pómulo y el ojo. Vino otro golpe más, también a puño cerrado en el ojo izquierdo.
Mitzi trataba de gritar pero Luis Fernando presionaba su cuello. Se defendió y cuando logró zafarse y salir de la cama en la que la había arrojado, y en donde la había tocado sin su consentimiento, pasó a una estancia contigua en donde tocó una puerta y salió un joven de aproximadamente 20 años al que pidió ayuda, pero este lejos de apoyarla le dijo se retirara porque quería dormir, esto pese a la evidencia de los golpes recibidos.
Luego de eso, Mitzi marcó el número de emergencia. Una mujer le atendió del otro lado de la línea. Pasaron unos minutos y llegó la patrulla que no fue el fin de su martirio, sino una continuación que evidenció que los recursos destinados a capacitación policiaca en materia de derechos humanos, proximidad social y atención a las víctimas es dinero tirado a la basura.
Cuando llegaron los policías, Mitzi les dijo que había sido golpeada y que Luis Fernando intentó abusar de ella, sin embargo los oficiales la ignoraron y se acercaron a Luis Fernando, quien les dijo que Mitzi se había metido a su casa, que la acababa de conocer en un bar.
Lo que no les dijo es que tres horas antes había invitado a Mitzi a su casa, junto a otro joven, y que habían estado conviviendo y escuchando música hasta que el amigo se fue y él trató de abusar de ella. Se habían visto algunas veces en el mismo bar, ese día platicaron y ella aceptó ir a casa de Luis Fernando cuando cerraron. Era alrededor de la 1:00 horas del martes 20 de agosto.
Así se lee en la narración de la periodista Mitzi Yanet Torres Quintero en la denuncia presentada ante la FGE asentada en el expediente Mor/053/32957/2019.
Martes 20 de agosto
Estuvieron conviviendo hasta las 4:00 horas cuando Mitzi al salir del baño se percató que el amigo de Luis Fernando se había retirado, entonces tomó su bolsa y le dijo a Luis Fernando que también se retiraba. Él le arrebató la bolsa, y fue cuando comenzó la agresión y el forcejeo, los tocamientos sin consentimiento, los insultos, las amenazas. Hasta que logró quitárselo de encima.
Eran alrededor de las 4:30 horas cuando después de hablar con las uniformadas los habitantes del domicilio en donde ocurrieron los hechos se despidieron de los policías.
- ¿Es en serio que no van a hacer nada? -, les reclamó a los policías que ya estaban en la patrulla.
- ¿Cómo ve pareja si mejor nos la llevamos? -, le dijo una policía a la otra.
- Yo creo que como que sí se pasó “La Fresita”.
Entonces las uniformadas bajaron y la sometieron, le pusieron las esposas con las manos cruzadas por la espalda y la arrojaron bruscamente a la patrulla.
- ¿Por qué me hace esto si les llamé para que me ayudaran?
- Te vamos a llevar por pendeja, te estás pasando.
- Eso te pasa por puta.
- Te vistes como puta.
- Pareces puta.
- ¡Voy a poner una queja en derechos humanos para que pierdan su trabajo!
En ese momento la mano de la policía que iba en el asiento trasero con ella le golpea a un costado de la boca. Siguieron los insultos, los calificativos, pero ahora acompañados de violencia física.
- ¡No pueden golpearme!
- ¡Ya cállate fresita!
Le golpeó nuevamente en la cara, ahora con el puño cerrado. Luego su compañera desde el asiento del copiloto también le golpeo. Con las manos esposadas, Mitzi no podía defenderse y sólo intento resguardarse con el asiento del conductor, quien no dijo una sola palabra en el camino al Centro de Detención ubicado en la salida a Quiroga. Fue en ese lugar donde un policía, de forma amable le pide registrar sus pertenencias, luego la pasaron al médico legista. Para ese momento los golpes y las lágrimas no le permitían abrir los ojos.
- ¿Tomaste?
- Sí.
- Te voy a hacer una prueba de alcoholímetro-, le dijo el legista y procedió.
- ¿No va a certificar los golpes que traigo?
- No tienes nada.
Hizo una llamada, sólo le dieron 30 segundos. Luego la metieron a una celda sin que le dijeran la razón de la detención. Pasaron horas sin que le dieran explicación, por lo que comenzó a golpear la reja con su tacón.
Eran ya el mediodía del martes 20 de agosto cuando la juez cívico Paulina Torres escuchó en audiencia la versión de una de las policías que le detuvo, luego la de Mitzi, quien le contó que fue víctima de un intento de violación y que las policías la habían golpeado. Le pidió que se acercara para ver los golpes y la mandó nuevamente con el médico legista.
- ¿Las huellas de su cara corresponden a golpes? -, preguntó la juez.
- No, sólo son huellas de que ha llorado toda la noche. Y si fueran huellas de golpes, seguramente ella misma se los provocó- le respondió el médico legista.
Fue entonces que la juez cívica le dijo que la dejaría ir porque la veía alterada, que fuera al médico, pero le advirtió que tendría que reparar la puerta de la celda que había golpeado con su tacón, además de realizar trabajo comunitario y tomar terapia psicológica.
Mitzi salió del Centro de Detención y tomó un taxi para acudir con amigos que le orientaron para presentar su denuncia por tentativa de violación y lesiones ante la Fiscalía General del Estado.