Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Su nombre oficial es plaza Vasco de Quiroga, pero en realidad es conocida como Jardín de Capuchinas y es que frente a este sitio, colmado todos los días por caminantes y movimiento comercial, se encuentra el edificio del que hablamos en esta edición, el templo de Capuchinas.
Como muchos otras edificaciones religiosas, se trata de una estructura de grandes dimensiones y que data del siglo XVIII y es que como lo señala la doctora en historia Esperanza Ramírez Romero en el libro Mi ciudad y yo, es un edificio que se puede calificar como hermoso porque “tiene unidad arquitectónica entre el exterior y el interior, por lo tanto hay armonía y esto hace que sea bello el edificio”.
Y vaya que se trata de una construcción antigua, pues según Ramírez Romero, este templo fue terminado en el año de 1732, y antes de eso, señala la especialista, “en el lugar donde hoy día está el templo, estuvo primero una pequeña capilla dedicada a la Virgen de Cozamaloapan”, la cual fue mandada a edificar por un cacique indígena, aunque no ofrece el nombre de esa persona.
Lo anterior significa, según señala Ramírez Romero, que en ese edificio se incluyó sala capitular; un comedor, al que entonces se llamaba refectorio; dormitorios, capilla, cocina, baños, una huerta y un sitio para recibir visitas.
La arquitecta cuenta que en este sitio las “religiosas ocuparon en 1737 su nuevo contento, ubicado al lado del templo de Capuchinas”. Además, el sitio electrónico Visitmichoacan expone que la diferencia de éste con respecto a otros conventos es que “estaba destinado a las hijas religiosas de los caciques indígenas de la región, ya que no podían entrar a los mismos conventos que las mujeres españolas o criollas”.
Pero de ese edificio y lo que pasó en él ya no se puede ver nada actualmente, más que en la imaginación, pues como lo cuenta Ramírez Romero “en 1901 se demolió el convento. En su lugar se construyó un edificio que sirve hoy día para oficinas de gobierno”.
Lo que permanece es el templo que es una edificación con carácter único, porque“su forma arquitectónica es diferente a los templos de religiosas y colegios de mujeres”, entre otras cosas, porque no tiene doble portada, como sí ocurre por ejemplo con el templo de las monjas.
Ahora bien, al hacer una descripción sucinta pero clara de las características de este templo, la doctora en historia señala que “tiene planta de cruz latina, por lo que es perpendicular a la calle que pasa por el frente” con techo de bóveda. Entonces, en la confluencia de los ejes, tiene una cúpula “que se parece a la de San Francisco”.
En el interior del templo los muros de piedra no tienen aplanado, pero en cambio sí cuentan con altares con retablos barrocos “semejantes a los del templo de Las Rosas”.
Y a propósito de este último templo, porque la especialista en historia y conservación expone que en la actualidad “sólo dos templos, Las Rosas y Capuchinas, conservan sus retablos del siglo XVIII”. El retablo es un altar de madera que hacían en conjunto los arquitectos con pintores y escultores, mismos que a partir del siglo XIX se realizaron en estilo neoclásico.
Por otra parte, hay un detalle en la zona adyacente al templo que el historiador Ricardo Espejel hizo notar en su sitio electrónico Michoacán Histórico, respecto a las calles peatonales que ya existían en el casco antiguo de Morelia antes de las obras realizadas por Alfonso Martínez Alcázar en su primer periodo como presidente municipal entre 2015 y 2018.
El historiador enumera doce vías, siendo una de estas la calle que está al norte de la Plaza Vasco de Quiroga, misma que como ya mencionamos anteriormente, se le conoce como Jardín de Capuchinas.