Morelia, Michoacán (OEM/Infomex).- Cinco meses después de que se ofreció una recompensa de 100 mil pesos por quien diera informes sobre el paradero fue detenido en Zitácuaro el autor material del asesinato del periodista, Armando Linares.
La detención no se dio porque haya sido localizado o se haya instrumentado un operativo para su aprehensión. Ocurrió porque Carlos Gerardo “N” alias el 02 viajaba a exceso de velocidad a bordo de una camioneta Dodge Ram en la carretera Morelia-Zitácuaro.
El tipo de unidad, los tres tripulantes varones y la velocidad que imprimieron fue lo que originó una persecución que terminó cuando los civiles perdieron el control de la camioneta y cayeron en una zanja.
Intentaron escapar pero fue tarde. Elementos de la Policía Municipal, de la Guardia Civil Estatal y del Ejército Mexicano ya estaban en la zona y fueron capturados.
Fue entonces cuando se corroboró que entre los detenidos se encontraba el 02.
A este sujeto, de 22 años de edad, se le señaló desde marzo pasado como el autor material del homicidio del periodista en Zitácuaro.
Sin embargo hasta el momento la aprehensión de Carlos Gerardo no ha despejado algunos planteamientos, tales como ésta persona está relacionada también con el asesinato de Roberto Toledo, colaborador de Linares.
Tampoco se ha detallado por parte de las autoridades el móvil del crimen o si existe un autor intelectual de los hechos.
La Fiscalía General del Estado dio a conocer que en colaboración con la Fiscalía General de la República (FGR), cumplimentó orden de aprehensión en contra de Carlos Gerardo S.
Dijo que de acuerdo a los trabajos de investigación realizados de manera coordinada por la Unidad Especializada en la Investigación del Homicidio Doloso y autoridades del Gobierno Federal, se estableció que, el 15 de marzo del 2022, el periodista se encontraba en su domicilio en la colonia Caravanbachell, lugar hasta el que llegó un hombre que lo saludó e inició una plática con él y que, minutos más tarde, accionó en su contra un arma de fuego calibre .9mm, para en seguida escapar.
Armando Linares fue el octavo periodista en haber sido asesinado durante la presente administración federal.
Lo privaron de la vida apenas dos meses después de haber declarado públicamente sentir temor por su vida.
Lo hizo en una transmisión en vivo que realizo apenas minutos después de que su colaborador, Roberto Toledo había sido asesinado.
Vistiendo una chamarra amarilla (debido al frio de enero característico en el oriente michoacano), el director de Monitor confirmó la muerte de su amigo y fijo postura sobre el hecho
“Tengo que decirlo: temo por vida. Por supuesto que solicitaré la protección federal para este tema, ya se harán las denuncias correspondientes” fueron las palabras que más sonaron ese 15 de enero y que se recordaron 60 días después, cuando se conoció que el cuerpo del comunicador había quedado tendido en su propia casa.
En un segundo video, donde se observa a Linares vistiendo un chaleco negro, advirtió haber recibido amenazas y se atrevió a dar nombres y a hacer señalamientos.
Dijo ese día que Monitor, medio de comunicación digital, seguiría trabajando “aunque se le fuera la vida en eso” y aseguró que las únicas armas con las que contaba era un lapicero y una libreta.
El asesinato de Armando Linares trascendió hasta el extranjero. Fue publicado en medios de comunicación como el New York Times o El País, de España.
También repercutió en la actividad periodística del municipio pues en cascada, otros medios de comunicación concluyeron actividades
En un breve comunicado, el noticiero Al Aire Zitácuaro y el periódico Primer Plano anunciaron su cierre ante “la falta de condiciones”
El noticiero se transmitía de manera ininterrumpida en un horario de 2 a 3 de la tarde desde hacía 17 años y Primer Plano estaba por cumplir 28 años de salir a la venta impreso.
Incluso y a raíz del asesinato de Linares, otra periodista recibió amenazas y se acogió al Mecanismo de Protección de Personas Defensores de Derechos Humanos y Periodistas dejando de la noche a la mañana a su familia y hogar para refugiarse en un lugar no determinado.