Morelia, Michoacán.- Son las 12:00 horas y suenan las campanas de la Catedral de Morelia. Los feligreses se apresuran para entrar al recinto. Es la misa principal para conmemorar el dos de febrero, Día de la Candelaria. Cargan a su Niño Dios, es su día y hay que bendecirlo.
Al interior, el recinto está abarrotado. En las escaleras del altar un centenar del santo niño se encuentran ataviados con trajes coloridos. Otros más están entre los brazos de los que han acudido al llamado religioso.
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En México esta fecha es especial. En la tradición del colectivo popular mexicano es el día de "levantar" al Jesús infante, el cual ha permanecido junto al pesebre desde el 24 de diciembre, en Navidad, para vestirlo con sus mejores trajes y acudir a las iglesias donde esperan recibir la bendición.
Empiezan las oraciones y el sacerdote encargado de oficiar los servicios religiosos reza, no solamente por el primogénito de Dios, sino por todas las infancias que habitan en el mundo.
Continúa el rual y ya los asistentes se ubican en torno al altar donde esperan al religioso quien rocíe el agua bendita para dar inicio a esta festividad.
Más de uno levanta a "su niño" para que alcance algunas gotas del líquido. Una mujer le dice a otra que su niño "está bien contento porque lo bañaron". Otros reparten dulces y algunos más se dicen cumplidos respecto a los atavíos que han utilizado para vestir a su figura religiosa.
En pocos minutos, la Catedral queda vacía. Las personas regresarán a sus casas donde "pagarán los tamales" que les tocaron por haber sacado al muñeco el pasado seis de enero en la Rosca de Reyes.