Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Colectivos feministas también se vieron afectadas por la determinación del Ayuntamiento de Morelia de cubrir los murales que se encontraban en la plaza de la Paz, ubicada en la avenida Nocupétaro de la capital michoacana.
Integrantes del colectivo feministas “Libres Morelia”, señalaron que al conocer la noticia de que el municipio había cubierto el mural dedicado a los periodistas desaparecidos en Michoacán, se percataron que también el que ellas realizaron en el 2021 para recordar a las mujeres víctimas de feminicidio estaba siendo cubierto.
Este pasado sábado 5 de agosto, el municipio cubrió con su eslogan “Morelia Brilla”, el mural dedicado a los periodistas María Esther Aguilar Casimbe, Ramón Ángeles Zalpa, Antonio García Apac y Mauricio Estrada, desaparecidos entre 2006 y 2010 en Michoacán.
Las integrantes indicaron que se pusieron en contacto con la directora general del Instituto de la Mujer Moreliana para la Igualad Sustantiva (IMMUJERIS), Nuria Gabriela Hernández Abarca quien les prometió que se restauraría el mural de las mujeres víctimas de feminicidio, por lo que el espacio en donde se encontraba, dejó de ser cubierto con pintura blanca.
Aunque se les dijo que se estaría colocando de nueva cuenta el mural, la colectiva señaló que esperan por parte del Ayuntamiento de Morelia una explicación del por qué se decidió tomar dicha decisión sin ser consultadas.
“A nosotras ya nos dijeron que se va a reponer nuestro mural, sin embargo, exigimos a la administración que nos diga el por qué no hubo un acercamiento con los colectivos de periodistas y feministas para que se nos explicara el por qué se iba a cubrir los murales”, comentó.
Hasta el momento, el Gobierno de Morelia no ha dado un posicionamiento sobre el por qué se decidió tomar la decisión de intervenir los murales.
Fue en octubre de 2022, cuando familiares de los periodistas, acompañados por intrigantes de los medios de comunicación y diversos activistas, se dieron cita en la Plaza de la Paz para develar el mural que se plasmó como una muestra de exigencia y de hartazgo, así como un recuerdo permanente de alzar la voz para exigir a las autoridades que frenen la violencia contra los comunicadores.