/ lunes 27 de marzo de 2023

Alerta de salud pública en Cuitzeo por tolvaneras [Video]

Huandacareo, Copándaro y Chucándiro también se ven afectados

Morelia, Michoacán (OEM Infomex).- Cuando los pobladores que viven alrededor del Lago de Cuitzeo miran hacia el horizonte, no ven una sola gota de agua. Lo que en otros años era cercano a la figura de un edén, con la pesca como una de las actividades principales y turistas que visitaban la zona, hoy es un área semidesértica de la que se levantan densas capas de polvo conocidas como tolvaneras, las cuales acarrean enfermedades entre miles de personas de cuatro municipios michoacanos.

Rafael Gabriel es un joven que todos los días lleva a una docena de vacas a que coman en donde antes había agua y hoy solo vuela el polvo. Ni los animales ni él parecen inmutarse ante los quemantes rayos del sol que azotan al mediodía en la comunidad de Jeruco, cuyos habitantes ya saben que, ante la ausencia de lluvias, deben esperar que a eso de las tres de la tarde los remolinos comiencen a crecer sin control.

“Toda la gente se enferma, sobre todo los niños y los abuelos” responde el tímido muchacho que se quita por un momento los audífonos para responder parcamente a las preguntas.

La aridez de lo que era un lago permite que sobre la superficie se haya puesto una cancha de futbol. El suelo es tan seco y duro que se puede ingresar en automóvil sin temor a ninguna clase de hundimiento. Por fortuna, al momento de hacer este reportaje, dos días de lluvia atípica casi acaban de suceder, lo que ha calmado un poco el levantón de tierra, pero todos saben que bastará una semana para volver a lo habitual.

Otros vecinos portan de manera cotidiana el cubrebocas no como una medida para evitar contagios de coronavirus, sino para reducir la inhalación de ese polvo que además es tóxico, pues trae consigo sustancias que son una mezcla de desechos humanos producidos en las manchas urbanas como Morelia.

Se enferman por miles

El investigador nicolaita Rafael Trueba Regalado es uno de los académicos que más ha estudiado el efecto económico que representan las tolvaneras para la población. En promedio, cada año son 10 mil 800 los habitantes que se enferman no sólo en Cuitzeo, sino también en Huandacareo, Copándaro y Chucándiro.

El fenómeno surge con el inicio de la temporada de estiaje y va acompañado por la sequía de ese cuerpo de agua que se ha incrementado año tras año.

En un artículo publicado en el blog de la Red Mexicana de Cuencas, Trueba señala que entre enero y abril hay una alta evaporación del lago, con lo que los contaminantes del agua se quedan en el suelo. De esa forma, los principales componentes tóxicos que se dispersan son arsénico, plomo, níquel, cadmio, cobre, zinc, fósforo y coliformes fecales.

Las tolvaneras han afectado principalmente al poblado de Capacho en Huandacareo, así como las comunidades de Doctor Miguel Silva y Jeruco en Cuitzeo, donde abundan enfermedades respiratorias, gastrointestinales y dermatológicas.

Foto: Fernando Maldonado | El Sol de Morelia

La Secretaría de Salud en el estado registró 97 mil casos por infecciones respiratorias agudas y 11 mil 228 infecciones intestinales solo en el periodo 2005-2015, un promedio que rebasa las 10 mil personas afectadas cada año.

El doctor en Economía señala en su estudio que cada familia de las tres zonas afectadas debe invertir en promedio 1,400 pesos por cada temporada de tolvaneras. Al hacer la multiplicación por el número de habitantes, se calcula un gasto de casi un millón y medio de pesos divididos en consultas médicas y medicinas. Sin embargo, ese monto se eleva a siete millones de pesos si también se consideran las afectaciones en los municipios de Copándaro y Chucándiro.

El polvo que se levanta está relacionado directamente con la sequía del Lago de Cuitzeo. Rafael Trueba señala que entre las causas del deterioro se encuentran el intenso proceso de urbanización, la construcción de la autopista Morelia-Salamanca, el uso del agua para actividades agrícolas y urbanas, las descargas residuales que provienen de Morelia, la deforestación y la variabilidad climática.

Entrevistado para dimensionar las afectaciones a la salud, el doctor Ricardo Zurita precisa que una de las enfermedades más recurrentes es la conjuntivitis, principalmente entre niñas y niños que acuden a los consultorios con los ojos irritados. Los males respiratorios recaen sobre todo en los adultos jóvenes, pues su actividad económica los obliga a transitar por la vía pública y prácticamente es imposible que eviten los contagios de tos o gripe. “Es un polvo muy finito que irrita la garganta, las vías respiratorias, por ahí inician los padecimientos”, explica el galeno.

Foto: Fernando Maldonado | El Sol de Morelia

Añade que también hay casos de rinitis alérgica, dermatitis de contacto y gastroenteritis, todas relacionadas con el contacto con el polvo. El principal componente nocivo para la salud es el salitre, una mezcla de nitrato de potasio y nitrato de sodio que afecta drásticamente a las vías respiratorias y la piel. “Es una cantidad de sales que pican en todo el cuerpo, son minerales intolerables para cualquier persona”.

El efecto de las tolvaneras es inmediato. Ricardo Zurita relata que, tras entrar en contacto, pasan a lo mucho 24 horas para que se presenten los síntomas. Coincide con Rafael Trueba en que una familia de cuatro integrantes gasta entre 1,500 y 2 mil pesos entre consultas y medicamentos, además de perder ingresos por los días en que no puedan ir a trabajar, en el caso de quienes no cuentan con seguro social, que son la inmensa mayoría.

Las nubes de polvo son cada vez más extensas, dice el doctor, a tal grado que han llegado hasta Uriangato, en el estado vecino de Guanajuato.

Recomienda que la gente use cubrebocas hasta que lleguen las lluvias, además tratar de cubrir de la mejor manera sus puertas y ventanas, aunque por ser un polvo tan fino, “es prácticamente imposible que no se cuele”.

Todos tenemos la culpa

A pie de carretera en la comunidad de Capacho, una tienda de abarrotes es protegida por plásticos que en algo han de tapar las repentinas tolvaneras. Su dueño se llama Mario, quien está consciente que la sequía del lago le ha pegado sobre todo a quienes viven en la ribera, como él y su familia.

“El drenaje cae en el área del lago y luego nos viene de regreso; todos tenemos culpa en esto que está pasando, incluyendo a las autoridades”, asume. Comparte que su madre acaba de superar un cuadro de tos severo por esta causa, lo mismo que su esposa. En suma, dice, “todos estamos enfermos, aunque a veces no tengamos los síntomas”.

Foto: Fernando Maldonado | El Sol de Morelia

Un documento del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias de la UNAM resume en cuatro las causas generales en la desecación del lago: deforestación de los bosques, erosión del suelo que se intensifica con niveles de degradación extrema en la subcuenca de Cointzio, disminución de lluvias y contaminación del agua por la descargas residuales. Sin embargo, diagnósticos como ese se conocen desde principios de siglo y poco se ha podido lograr para su rescate.

No hay mal que por bien no venga

Si ya no hay agua en dónde pescar, al menos hay que sacar provecho de ese suelo aparentemente inservible. Eso lo sabe don Raúl Bárcenas, quien todas las mañanas rasca salitre para posteriormente venderlo como alimento para ganado. Las vacas, lo sabe bien, necesitan sales minerales como parte de su comida diaria, así que el trabajo consiste en llenar costales y llevarlos a vender a los municipios aledaños. “Sirve pa´ los borregos, pa´ los chivos… ¡sirve pa´todo!, festeja mientras sigue escarbando con su pala.

Es un día que debe aprovechar, pues las caprichosas lluvias de días anteriores han calmado las tolvaneras. “Cuando llegan los remolinos se tapan los ojos de tierra, el aire se viene para Capacho, para San Agustín del Pulque, la gente se enferma feo, aunque a mí no me ha pasado, ¡a lo mejor ya soy inmune!, celebra.

Foto: Fernando Maldonado | El Sol de Morelia

En la jornada de este día, sin remolinos de por medio, Raúl sacará 30 bultos de salitre que le van a representar un ingreso para seguir sobreviviendo. Relata que más allá de tres o cuatro personas que se dedican a lo mismo, prácticamente es un mercado virgen, sin competencia.

También escarba en su memoria y trata de recordar cuándo fue que el lago casi se secó por completo. “Habrá sido hace unos 10 años que todavía se miraba lleno, que no se secaba, había harto charal, harta mojarra, y ahora no, ahora es solo una temporadita, ya se secó, el charquito ya va por Chucándiro”, lamenta.

Morelia, Michoacán (OEM Infomex).- Cuando los pobladores que viven alrededor del Lago de Cuitzeo miran hacia el horizonte, no ven una sola gota de agua. Lo que en otros años era cercano a la figura de un edén, con la pesca como una de las actividades principales y turistas que visitaban la zona, hoy es un área semidesértica de la que se levantan densas capas de polvo conocidas como tolvaneras, las cuales acarrean enfermedades entre miles de personas de cuatro municipios michoacanos.

Rafael Gabriel es un joven que todos los días lleva a una docena de vacas a que coman en donde antes había agua y hoy solo vuela el polvo. Ni los animales ni él parecen inmutarse ante los quemantes rayos del sol que azotan al mediodía en la comunidad de Jeruco, cuyos habitantes ya saben que, ante la ausencia de lluvias, deben esperar que a eso de las tres de la tarde los remolinos comiencen a crecer sin control.

“Toda la gente se enferma, sobre todo los niños y los abuelos” responde el tímido muchacho que se quita por un momento los audífonos para responder parcamente a las preguntas.

La aridez de lo que era un lago permite que sobre la superficie se haya puesto una cancha de futbol. El suelo es tan seco y duro que se puede ingresar en automóvil sin temor a ninguna clase de hundimiento. Por fortuna, al momento de hacer este reportaje, dos días de lluvia atípica casi acaban de suceder, lo que ha calmado un poco el levantón de tierra, pero todos saben que bastará una semana para volver a lo habitual.

Otros vecinos portan de manera cotidiana el cubrebocas no como una medida para evitar contagios de coronavirus, sino para reducir la inhalación de ese polvo que además es tóxico, pues trae consigo sustancias que son una mezcla de desechos humanos producidos en las manchas urbanas como Morelia.

Se enferman por miles

El investigador nicolaita Rafael Trueba Regalado es uno de los académicos que más ha estudiado el efecto económico que representan las tolvaneras para la población. En promedio, cada año son 10 mil 800 los habitantes que se enferman no sólo en Cuitzeo, sino también en Huandacareo, Copándaro y Chucándiro.

El fenómeno surge con el inicio de la temporada de estiaje y va acompañado por la sequía de ese cuerpo de agua que se ha incrementado año tras año.

En un artículo publicado en el blog de la Red Mexicana de Cuencas, Trueba señala que entre enero y abril hay una alta evaporación del lago, con lo que los contaminantes del agua se quedan en el suelo. De esa forma, los principales componentes tóxicos que se dispersan son arsénico, plomo, níquel, cadmio, cobre, zinc, fósforo y coliformes fecales.

Las tolvaneras han afectado principalmente al poblado de Capacho en Huandacareo, así como las comunidades de Doctor Miguel Silva y Jeruco en Cuitzeo, donde abundan enfermedades respiratorias, gastrointestinales y dermatológicas.

Foto: Fernando Maldonado | El Sol de Morelia

La Secretaría de Salud en el estado registró 97 mil casos por infecciones respiratorias agudas y 11 mil 228 infecciones intestinales solo en el periodo 2005-2015, un promedio que rebasa las 10 mil personas afectadas cada año.

El doctor en Economía señala en su estudio que cada familia de las tres zonas afectadas debe invertir en promedio 1,400 pesos por cada temporada de tolvaneras. Al hacer la multiplicación por el número de habitantes, se calcula un gasto de casi un millón y medio de pesos divididos en consultas médicas y medicinas. Sin embargo, ese monto se eleva a siete millones de pesos si también se consideran las afectaciones en los municipios de Copándaro y Chucándiro.

El polvo que se levanta está relacionado directamente con la sequía del Lago de Cuitzeo. Rafael Trueba señala que entre las causas del deterioro se encuentran el intenso proceso de urbanización, la construcción de la autopista Morelia-Salamanca, el uso del agua para actividades agrícolas y urbanas, las descargas residuales que provienen de Morelia, la deforestación y la variabilidad climática.

Entrevistado para dimensionar las afectaciones a la salud, el doctor Ricardo Zurita precisa que una de las enfermedades más recurrentes es la conjuntivitis, principalmente entre niñas y niños que acuden a los consultorios con los ojos irritados. Los males respiratorios recaen sobre todo en los adultos jóvenes, pues su actividad económica los obliga a transitar por la vía pública y prácticamente es imposible que eviten los contagios de tos o gripe. “Es un polvo muy finito que irrita la garganta, las vías respiratorias, por ahí inician los padecimientos”, explica el galeno.

Foto: Fernando Maldonado | El Sol de Morelia

Añade que también hay casos de rinitis alérgica, dermatitis de contacto y gastroenteritis, todas relacionadas con el contacto con el polvo. El principal componente nocivo para la salud es el salitre, una mezcla de nitrato de potasio y nitrato de sodio que afecta drásticamente a las vías respiratorias y la piel. “Es una cantidad de sales que pican en todo el cuerpo, son minerales intolerables para cualquier persona”.

El efecto de las tolvaneras es inmediato. Ricardo Zurita relata que, tras entrar en contacto, pasan a lo mucho 24 horas para que se presenten los síntomas. Coincide con Rafael Trueba en que una familia de cuatro integrantes gasta entre 1,500 y 2 mil pesos entre consultas y medicamentos, además de perder ingresos por los días en que no puedan ir a trabajar, en el caso de quienes no cuentan con seguro social, que son la inmensa mayoría.

Las nubes de polvo son cada vez más extensas, dice el doctor, a tal grado que han llegado hasta Uriangato, en el estado vecino de Guanajuato.

Recomienda que la gente use cubrebocas hasta que lleguen las lluvias, además tratar de cubrir de la mejor manera sus puertas y ventanas, aunque por ser un polvo tan fino, “es prácticamente imposible que no se cuele”.

Todos tenemos la culpa

A pie de carretera en la comunidad de Capacho, una tienda de abarrotes es protegida por plásticos que en algo han de tapar las repentinas tolvaneras. Su dueño se llama Mario, quien está consciente que la sequía del lago le ha pegado sobre todo a quienes viven en la ribera, como él y su familia.

“El drenaje cae en el área del lago y luego nos viene de regreso; todos tenemos culpa en esto que está pasando, incluyendo a las autoridades”, asume. Comparte que su madre acaba de superar un cuadro de tos severo por esta causa, lo mismo que su esposa. En suma, dice, “todos estamos enfermos, aunque a veces no tengamos los síntomas”.

Foto: Fernando Maldonado | El Sol de Morelia

Un documento del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias de la UNAM resume en cuatro las causas generales en la desecación del lago: deforestación de los bosques, erosión del suelo que se intensifica con niveles de degradación extrema en la subcuenca de Cointzio, disminución de lluvias y contaminación del agua por la descargas residuales. Sin embargo, diagnósticos como ese se conocen desde principios de siglo y poco se ha podido lograr para su rescate.

No hay mal que por bien no venga

Si ya no hay agua en dónde pescar, al menos hay que sacar provecho de ese suelo aparentemente inservible. Eso lo sabe don Raúl Bárcenas, quien todas las mañanas rasca salitre para posteriormente venderlo como alimento para ganado. Las vacas, lo sabe bien, necesitan sales minerales como parte de su comida diaria, así que el trabajo consiste en llenar costales y llevarlos a vender a los municipios aledaños. “Sirve pa´ los borregos, pa´ los chivos… ¡sirve pa´todo!, festeja mientras sigue escarbando con su pala.

Es un día que debe aprovechar, pues las caprichosas lluvias de días anteriores han calmado las tolvaneras. “Cuando llegan los remolinos se tapan los ojos de tierra, el aire se viene para Capacho, para San Agustín del Pulque, la gente se enferma feo, aunque a mí no me ha pasado, ¡a lo mejor ya soy inmune!, celebra.

Foto: Fernando Maldonado | El Sol de Morelia

En la jornada de este día, sin remolinos de por medio, Raúl sacará 30 bultos de salitre que le van a representar un ingreso para seguir sobreviviendo. Relata que más allá de tres o cuatro personas que se dedican a lo mismo, prácticamente es un mercado virgen, sin competencia.

También escarba en su memoria y trata de recordar cuándo fue que el lago casi se secó por completo. “Habrá sido hace unos 10 años que todavía se miraba lleno, que no se secaba, había harto charal, harta mojarra, y ahora no, ahora es solo una temporadita, ya se secó, el charquito ya va por Chucándiro”, lamenta.

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