Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Se trata de una noticia que no sólo le ha pegado a su dueño, Gerardo Escamilla Rangel, sino también a decenas de usuarios que han pasado allí muy gratos momentos.
“Es muy fuerte para mí esta noticia, pero no quiero tener problemas, nosotros siempre actuamos de buena fe para llevar diversión a los niños y las familias”, dice el propietario.
Rogelio Servin, un usuario, dice que las vías del trenecito en color verde y amarillo le recuerdan su infancia, pero también cuando sus padres lo llevaban desde los cinco años junto con sus primos a disfrutar del aire fresco y unas vueltas en la famosa “oruguita”.
Son 75 años de historia que culminarán este 30 de abril, justamente el Día del Niño, cuando los juegos desaparezcan y sean sustituidos por un parque gigante de acceso gratuito, según anunció el Ayuntamiento de Morelia.
Remembranzas
El olor a palomitas, globos de azúcar, churros con salsa y limón, a pasto mojado, así como el aroma clásico de un circo sobre ruedas, traslada a cientos de morelianos a ese arco de metal que se ubica en la entrada a los juegos mecánicos del emblemático Bosque Cuauhtémoc de Morelia. Es un lugar de alegría, nostalgia, infancia y diversión.
Los sonidos metálicos del trenecito o el correr de las tazas locas de forma circular, son característicos del espacio ubicado dentro del Bosque donde están los tradicionales juegos mecánicos que llegaron a dicho lugar en el año de 1952, es decir, con una existencia de 71 años en la capital michoacana. Fue en la administración municipal de Rafael García León, cuando se otorgó el primer permiso para que el 30 de septiembre de esa fecha funcionara el “trenecito”.
No sólo son los sonidos de los diferentes juegos los que trasladan a la infancia, sino también los gritos y las carcajadas de un sinnúmero de pequeños que muestran su gusto por estar en “la rueda loca” o en los carritos chocones.
El espacio público perteneciente al Bosque Cuauhtémoc se caracteriza también por las distintas canciones a todo volumen que ponen a uno que otro a bailar y también de buen humor a todo aquel que ingresa.
Desde la avenida Ventura Puente, se pueden escuchar canciones como “La chona”, “El Chico del Apartamento 512” de Selena, “La Culebra” de la Banda Machos, “Bandido” de Ana Bárbara, hasta melodías de Cri-Cri.
A las afueras de los juegos mecánicos, es tradición encontrar distintos puestos ambulantes que ofrecen toda clase de servicios, desde las frituras, los churros con limón y sal, las caritas pintadas para los niños de su héroe favorito como “SpiderMan”, hasta la venta de globos de azúcar, palomitas recién hechas y los gaspachos. También, toda clase de refrescos, aguas frescas y jugos de todos sabores.
Las vías del trenecito en color verde y amarillo le recuerdan a Rogelio Servín, de 35 años, su infancia, pero también cuando sus padres lo llevaban desde los cinco años junto con sus primos a disfrutar del aire fresco y unas vueltas en la famosa “oruguita”, para después, ir por una bolsa de papas con limón y sal que acompañaba siempre con un jugo de uva.
“Lo tradicional era sentarse en una de las bancas de cantera a degustar las papitas que era para mí el premio de mis padres por portarme bien toda la semana y hacer la tarea”, recordó.
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Desde hace diez años, Mónica Quintero Ramírez, habitante del fraccionamiento “Campo Nubes” de Morelia, ha traído a sus tres hijos a los juegos mecánicos del Bosque Cuauhtémoc, primero, explicó, porque es un lugar céntrico, seguro y bonito para disfrutar de una tarde de fin de semana, y segundo, por la tarifa accesible de ocho pesos que ya no se encuentra en otros espacios de recreación familiar.
Quintero Ramírez recordó que desde que sus hijos tenían tres años, los ha llevado al Bosque, porque es como revivir una tradicional feria de pueblo, donde se encuentran juegos mecánicos como las “tacitas” y el llamativo Carrusel, el cual es un símbolo de la infancia y la diversión de los niños que disfrutan cuando se suben a los caballos de colores.
“Tal vez para las autoridades no es importante el lugar, porque la mayoría de la gente que acude somos de un nivel socioeconómico no tan alto que apenas podemos pagar estos juegos, pero para nuestros hijos, no tiene precio y lo disfrutan mucho”, indicó.
El Bosque es moreliano y me recuerda los gaspachos
La joven Cinthia Vieyra, de 30, años originaria de la Ciudad de México, narró que su familia tiene un vínculo muy especial con Morelia, y en cada temporada vacacional desde hace 15 años sus padres la han traído junto con su hermana a los juegos mecánicos del Bosque para disfrutar los “carros chocones” “la oruga” y “el barco vikingo”.
Ahora que es mamá, por los recuerdos de su infancia, también decidió llevar a sus hijos pequeños a conocer el lugar que se resiste a ser olvidado, porque para su familia el Bosque Cuauhtémoc es una parada obligada que además tiene un significado muy emocional, pues no sólo es el recuerdo de la niñez, sino de disfrutar comida típica de Morelia como son los gaspachos.
“Sin duda que los juegos mecánicos del Bosque es un espacio muy moreliano que destaca por ser muy accesible para muchas personas. En la ciudad de México no tenemos este tipo de parques tan baratos, los que están son mucho más caros, yo creo que el triple”, manifestó, la joven mientras degustaba un tradicional gazpacho.
Desde alcaldes hasta turistas de Australia visitaron el parque
Con nostalgia, a veces con la voz entrecortada y hasta algunas lágrimas, Gerardo Escamilla Rangel recordó en entrevista para El Sol de Morelia que al parque del Bosque Cuauhtémoc no sólo acudían ciudadanos de distintas colonias de Morelia, sino también presidentes municipales de la ciudad como fue el caso de Marco Antonio Aguilar Cortés, quien junto con sus hijos y esposa gozaban los fines de semana de los diferentes juegos mecánicos.
El fundador del parque expuso que nunca se le olvidará cuando el ex alcalde de Morelia le manifestó que, aunque fuera el presidente municipal, también era una persona “común y corriente” que tenía que pagar las entradas sin ejercer su posición de poder que tenía en ese momento.
Escamilla Rangel también comentó que al menos han pasado por el parque del Bosque seis generaciones, lo cual lo mantiene vivo y con alegría para continuar con el legado que le dejó su padre.
Afectado por la noticia de que serán desalojados por la administración de Alfonso Martínez, refirió que hace 20 años venía una familia de Estados Unidos, que se hospedaba en el Hotel Diana del Bosque, y todas las tardes acudían a los juegos con sus hijos pidiendo siempre que no le cerraran la atracción.
También, recordó familias de Irapuato, extranjeros de Australia, también de los municipios de Pátzcuaro, Acuitzio, Lagunillas, Tarímbaro y Uruapan, que venían exclusivamente a los juegos mecánicos.
Serán desalojados hasta el 30 de abril
Escamilla Rangel, dueño de los juegos mecánicos, informó que el Ayuntamiento de Alfonso Martínez Alcázar sólo les dio este mes de abril para desalojar el sitio y buscar algún otro lugar donde puedan instalarse, ofrecimiento que aceptó para no tener problemas con la administración, toda vez que el Bosque siempre fue un espacio “prestado”, pero nunca se imaginó que después de 71 años serían retirados.
“Es muy fuerte para mí esta noticia, pero no quiero tener problemas, nosotros siempre actuamos de buena fe para llevar diversión a los niños y las familias. Nuestras tarifas son muy bajas a comparación de otros juegos. Todos me dicen que me meta un amparo, pero no quiero pelear y estar en conflicto”, indicó el dueño de los juegos mecánicos.
