En los campos del valle de Zamora la mitad de los trabajadores son mujeres, pero reciben menos salario que los hombres.
La antropóloga Itzayana Tarelo Licea sostiene que esta situación ha generado una desvalorización de la actividad económica de las mujeres en esta industria.
De acuerdo con las estadísticas, 50 por ciento de las personas que trabajan en el campo son mujeres, en edades que van de los 16 a los 60 años de edad, algunas incluso con estudios de preparatoria o de universidad.
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Pese a ello en el tema de salarios se le paga más al varón, 50 por ciento más que a las féminas, de acuerdo con los productores.
Itzayana Tarelo Licea destaca que hay una tendencia por parte de las empresas asentadas en esta región a 'feminizar' la contratación, ya que desde el punto de vista empresarial los salarios que se pagan a las mujeres son menores que los de los hombres debido a que supuestamente el trabajo de éstas no es considerado como una labor especializada.
A lo anterior se suma la creencia de que el sueldo de las mujeres es considerado como un complemento de la economía familiar y no el sustento principal.
A la problemática existente en el tema de la desvalorización económica se suma el de la desvalorización social, pues según lo señala la antropóloga, la generalidad de la población ve el empleo en la industria fresera como algo reservado para las clases sociales menos favorecidas debido a que se trata de empleos regularmente mal pagados y muy demandantes físicamente.
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Aunque las empresas freseras con inversión de capital extranjero cumplen el tema de las prestaciones laborales, dotación de uniformes y servicios médicos, son las empresas de mediano y pequeño calado las que regularmente omiten estas prestaciones.
"Hay casos sobre todo en las colonias donde de pronto se instalan procesadoras de un día para otro en las que los uniformes y los útiles de trabajo corren por cuenta de las trabajadoras ".
Pese a esto, los empresarios mantienen la idea de que no es trabajo especializado porque les permite ofrecer menores sueldos ya que, en teoría, no se requiere de un conocimiento específico para trabajar en la fresa.
María de Jesús Cervantes, una de las mujeres que por años ha trabajado en la pizca, dice que si bien se siente orgullosa de su labor, se tiene que trabajar varias horas para obtener buenos salarios.
“Los sueldos varían, dependiendo de las cajas que se saquen: un bote lo pagan en 25 y una caja igual. Para las tres de la tarde si se saca un buen sueldo”.
El productor Víctor Octavio asegura que las mujeres han ganado terreno en la cosecha, sin embargo, acepta que en el tema de salarios se le paga más al varón, 50 por ciento más que a las féminas.
De acuerdo a la Secretaría de Igualdad Sustantiva y Desarrollo de las Mujeres en Michoacán (Seimujer) en la pesca y agricultura existe una brecha salarial del 69.83 por ciento.