/ sábado 24 de julio de 2021

Alejandro Sanz y su espíritu olímpico: "Yo no creo en la derrota total"

El cantante fue uno de los invitados a interpretar Imagine a la distancia, en la apertura de los Juego Olímpicos

MADRID. La vida siempre tiene recursos para sorprender incluso a alguien en la cúspide perpetua como Alejandro Sanz, quien cumplió un sueño insospechado tras más de 30 años de carrera: cantar al mundo en unos Juegos Olímpicos, donde se ensalza no sólo el valor del triunfo, sino también el de la derrota.

"La derrota forma parte de la vida en general, pero no creo en la derrota total. Para mí eso es un abandono. Hay unas batallas que se pierden y otras que se ganan. Lo importante es que la balanza final con el paso del tiempo sea positiva. Yo he perdido batallas, pero me considero en la lucha, que es lo más importante", reflexiona.

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Para este artista con 25 millones de copias vendidas desde el lanzamiento en 1991 de su primer disco, Viviendo deprisa, también hay lecciones que recibir cuando no se alcanza lo esperado.

"Se aprende algo muy importante, que es la paciencia, esperar tu momento. Y hay que ser consecuente contigo mismo, creer en lo que haces y hacer lo que crees, sin afán de cambiar el mundo ni de que el mundo te cambie a ti".

Lo dice mientras celebra aún su elección por parte del equipo de Hans Zimmer para representar al continente europeo en una reinterpretación del tema de John Lennon Imagine, como parte de los actos de apertura de Tokio 2021.

"Es increíble que aún haya sueños por cumplir; cantar en nombre de un continente es algo muy bello, sobre todo en una competencia como ésta, con valores que son más necesarios que nunca, como el espíritu de superación y no dejar de soñar".

Para Sanz (Madrid, 1968), hay cierta semejanza en la vida de un artista y el reto olímpico que nos atrapa cada cuatro años, "con atletas que han estado dejándose la vida para en esos pocos días demostrar todo lo conseguido. Son cosas diferentes, pero entiendo la necesidad de superarse todo el tiempo, de intentar mejorar la marca, cada vez que hago un disco o una gira, intento prepararme lo mejor posible, aunque en nuestro caso no existe la competencia entre los artistas; sólo cierta competencia, pero no tan directa, por lo que llegas hasta donde quieres llegar".

¿Ha habido algún momento en el que él haya sentido la misma presión de jugárselo todo a una carta? "Todo el tiempo. Cada vez que escribo una canción o tomo una decisión, me planteo si estoy haciendo lo correcto", confiesa.

En esa incertidumbre se encuentra actualmente, a punto de darle el punto final al álbum que tomará el relevo a #ElDisco (2019) con el proceso de mezclas, a falta sólo de quedarse "convencido" de que las voces que ha grabado durante ocho meses son las buenas... o concluir que aún podría hacerlo mejor.

"Unos días me fascina y otros no. Son las eternas dudas. Pero va muy avanzado y, cuando supere esas dudas, a ver si para este año podemos tener algo. Va a haber sorpresas en ese disco que van a gustar", pronostica.

Lo que sí está en su agenda es iniciar en octubre su gira por Estados Unidos y "a principios de año" espera poder "hacer cosas". En cuanto a la gira española, congelada a causa del coronavirus, se muestra positivo por el ritmo de vacunación en el país y agradecido al público que decidió conservar su entrada, "un gesto de cariño y confianza" que aprecia "enormemente", dice.

"El día que podamos entrar todos en un concierto será en el que se haya acabado definitivamente esta pesadilla", señala con optimismo, recordando noches de gloria en otros templos deportivos como sus conciertos en el desaparecido estadio Vicente Calderón de Madrid.

MADRID. La vida siempre tiene recursos para sorprender incluso a alguien en la cúspide perpetua como Alejandro Sanz, quien cumplió un sueño insospechado tras más de 30 años de carrera: cantar al mundo en unos Juegos Olímpicos, donde se ensalza no sólo el valor del triunfo, sino también el de la derrota.

"La derrota forma parte de la vida en general, pero no creo en la derrota total. Para mí eso es un abandono. Hay unas batallas que se pierden y otras que se ganan. Lo importante es que la balanza final con el paso del tiempo sea positiva. Yo he perdido batallas, pero me considero en la lucha, que es lo más importante", reflexiona.

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Para este artista con 25 millones de copias vendidas desde el lanzamiento en 1991 de su primer disco, Viviendo deprisa, también hay lecciones que recibir cuando no se alcanza lo esperado.

"Se aprende algo muy importante, que es la paciencia, esperar tu momento. Y hay que ser consecuente contigo mismo, creer en lo que haces y hacer lo que crees, sin afán de cambiar el mundo ni de que el mundo te cambie a ti".

Lo dice mientras celebra aún su elección por parte del equipo de Hans Zimmer para representar al continente europeo en una reinterpretación del tema de John Lennon Imagine, como parte de los actos de apertura de Tokio 2021.

"Es increíble que aún haya sueños por cumplir; cantar en nombre de un continente es algo muy bello, sobre todo en una competencia como ésta, con valores que son más necesarios que nunca, como el espíritu de superación y no dejar de soñar".

Para Sanz (Madrid, 1968), hay cierta semejanza en la vida de un artista y el reto olímpico que nos atrapa cada cuatro años, "con atletas que han estado dejándose la vida para en esos pocos días demostrar todo lo conseguido. Son cosas diferentes, pero entiendo la necesidad de superarse todo el tiempo, de intentar mejorar la marca, cada vez que hago un disco o una gira, intento prepararme lo mejor posible, aunque en nuestro caso no existe la competencia entre los artistas; sólo cierta competencia, pero no tan directa, por lo que llegas hasta donde quieres llegar".

¿Ha habido algún momento en el que él haya sentido la misma presión de jugárselo todo a una carta? "Todo el tiempo. Cada vez que escribo una canción o tomo una decisión, me planteo si estoy haciendo lo correcto", confiesa.

En esa incertidumbre se encuentra actualmente, a punto de darle el punto final al álbum que tomará el relevo a #ElDisco (2019) con el proceso de mezclas, a falta sólo de quedarse "convencido" de que las voces que ha grabado durante ocho meses son las buenas... o concluir que aún podría hacerlo mejor.

"Unos días me fascina y otros no. Son las eternas dudas. Pero va muy avanzado y, cuando supere esas dudas, a ver si para este año podemos tener algo. Va a haber sorpresas en ese disco que van a gustar", pronostica.

Lo que sí está en su agenda es iniciar en octubre su gira por Estados Unidos y "a principios de año" espera poder "hacer cosas". En cuanto a la gira española, congelada a causa del coronavirus, se muestra positivo por el ritmo de vacunación en el país y agradecido al público que decidió conservar su entrada, "un gesto de cariño y confianza" que aprecia "enormemente", dice.

"El día que podamos entrar todos en un concierto será en el que se haya acabado definitivamente esta pesadilla", señala con optimismo, recordando noches de gloria en otros templos deportivos como sus conciertos en el desaparecido estadio Vicente Calderón de Madrid.

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