Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- El día está nublado y la casa de Cecilia Troop luce fresca. La mujer de suéter café, pantalón azul y botas anchas se pasea por el huerto donde yacen, en su mayoría, vegetales de hoja como lechuga, espinaca, acelga y berenjenas, pero también hay árboles de granada, limón, guayaba, café y aguacate. Todo lo siembra ella y aunque desde hace 15 años se dedica a fomentar el consumo de plantas y frutas por los nutrientes que aportan, asegura que el reto es tratar con los consumidores y que ellos aprendan a ver lo que comen.
Cecilia Troop Pliego, cuyo abuelo era inglés, es antropóloga, productora y fundadora de La ruta natural, un proyecto pionero en la ciudad que desde hace 12 años realiza encuentros quincenales con alrededor de 15 productores que viven en Morelia, otros municipios y entidades, sin embargo, la hortaliza la inició desde el 2003. Su huerto mide 300 metros, pero el lugar cuenta con algunas habitaciones para convivir y hacer trueques de alimentos e insumos y semillas, cuyo banco asciende a más de 100: una especie de apoyo local.
“Al principio lo vendía a los restaurantes pero el costo para ellos es alto y aún no hay conciencia de la importancia de consumir vegetales que no contengan químicos, por eso ya no los vendo (…) yo también tenía un restaurante y me preocupaba mucho por lo que les daba de comer a los consumidores, después lo cerré y me dediqué a esto”.
Romper con el mito
Dice que tratan de romper con el mito de que lo orgánico tiene que ser caro, pero no niega que lo más difícil es la mano de obra, pues aunque ahorra en químicos se requiere de mucho trabajo. Por ejemplo, actualmente vende una pieza de lechuga en 25 pesos, cuando en los mercados se encuentra en entre 10 y 15, pero lo importante es que se trata de una pieza artesanal que requiere de riego, buena tierra, y un monitoreo constante para evitar plagas.
Suena su celular. Toma la llamada “Bueno… bueno…”. Después se levanta por un vaso de agua que también filtra porque es de la llave. Afuera hay tres tinacos de mil 500 litros cada uno donde cosecha agua de lluvia. “Todo esto sirve de ahorro, sobre todo a la larga es un ahorro para la salud porque cuando consumes tantos químicos tu cuerpo los acumula y acabas yendo al doctor, además todo tan caro… no te puedes dar el lujo de enfermarte”.
Entretenimiento, terapia y cosecha
Gabrielle Andrea Knöbl Rubio comenzó a sembrar en un pedazo de terreno en su casa desde hace 13 años porque su papá, de origen austríaco, extrañaba las verduras de su tierra. Entonces, compraron algunas semillas exóticas, aunque con el paso del tiempo los jitomates, las zanahorias y ejotes fueron ocupando espacio junto a el hinojo florentino, verduras colinabos y apio nabo.
Es ingeniera en Ecología, dice por llamada telefónica, pues actualmente radica en Pátzcuaro y aunque asegura que al principio se requiere invertir algo de dinero, la satisfacción llega cuando sabes lo que te comes está fresco, sin pesticidas o cosas por el estilo, además, concuerda con Cecilia Troop, que cuando se tiene un excedente se puede intercambiar o vender.
“En la pandemia supe de mucha gente que comenzó sus huertos, fue una motivación para ellos, por eso yo le diría a la gente que se anime, que se puede tener una buena cosecha en el jardín, en las macetas o debajo de un árbol, lo importante es comenzar”.
Su huerto mide 18 por 8 metros y le dedica entre media hora hasta 60 minutos al día para que dé frutos. Aconseja comenzar con plantas aromáticas como albahaca o perejil y después otras cosas. Detalla que las bolsitas de semillas suelen costar entre 15 y 20 pesos y que elegir lechuga, jitomate y perejil es una buena opción, además de un costal de composta o tierra buena para los nutrientes que cuesta alrededor de 200 pesos. “Es un buen entretenimiento, terapia y cosecha”, finaliza.
Canasta básica
Esta semana, el kilo de huevo entero cuesta 70 pesos; el huevo en 35; la tortilla en 22; el aceite en 55; el azúcar en 26; el frijol en 38; el limón en 30; la pieza de bolillo en 6 pesos y el aguacate en 70.