La cacería comercial de ballenas está prohibida internacionalmente desde 1986 gracias a un acuerdo entre los países miembros de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), como España, Francia, México y Estados Unidos, entre muchos otros.
Sin embargo, a pesar de la prohibición, aún hay países que realizan dicha práctica con fines comerciales, como Japón, Noruega, Islas Feroe e Islandia; en Alaska se hace con fines no comerciales, ya que nativos tienen licencia sólo en primavera, para almacenar y consumir la carne durante todo el año.
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De acuerdo a datos del llamado Centro de Conservación Cetácea, una ONG dedicada a la protección de mamíferos acuáticos, en el acuerdo internacional se indica que la prohibición de la cacería de ballenas puede establecer una pausa momentánea durante conflictos bélicos, como suministro extraordinario de alimento.
En Japón la caza de ballenas se practica desde antes del año 800 d.C.; sin embargo, su consumo se extendió posterior a la Segunda Guerra Mundial gracias a su aporte de proteínas. En la actualidad es posible encontrar carne de ballena en mercados públicos.
El gobierno de Noruega permite la caza de ballenas, pero establece un número específico de mil 278 ejemplares cada 10 años; sin embargo, investigadores afirman que la captura es cada vez menor y siempre inferior a la cantidad permitida.
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En las Islas Feroe, que petenecen a Dinamarca pero con gobierno autónomo, cazan ballenas como parte de una tradición; su práctica la defienden argumentando que la carne no se comercializa, sino que se reparte entre los integrantes de la comunidad para su consumo.
En Islandia sólo se permite la caza a grupos específicos de nativos, sin embargo, hay registros de que en los últimos años la carne es adquirida y consumida por turistas, quienes incluso llegan a encontrar carne de ballena en hoteles de lujo.
La carne de ballena es tóxica
Entre los argumentos que emiten los grupos en defensa de las ballenas se encuentra que los número oficiales de ejemplares cazados no corresponden con las cifras reales; además mencionan que la carne que se comercializa es inmensamente mayor a la consumida por los humanos.
Además, investigadores de la Universidad de Hokkaido han comprobado que la carne de ballena presenta altos niveles de mercurio, lo que la vuelve altamente peligrosa, ya que se descubrió que hay 370 microgramos de mercurio por cada gramo de carne.