Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- En la sala de su casa, Marco Hernández tiene exhibidos sus trofeos favoritos que ha ganado a lo largo de 23 años de carrera dentro del automovilismo. Pero eso no es nada. En una habitación dedicada para lo que él llama la “egoteca”, el copiloto moreliano calcula que tiene unas 250 copas acumuladas, sin contar las que ha ido regalando con el paso del tiempo.
Antes del año 1996, Marco era un aficionado más a este deporte. Como cualquier otro apasionado, acudía a las carreras que se hacían en Morelia para simplemente observar los autos y la manera que tenían los pilotos de maniobrar carreteras como la de Mil Cumbres; sin embargo, todo cambió cuando el piloto Jesús Ramírez lo invitó a participar en un Campeonato de Regularidad para novatos.
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“Acepté la invitación y fuimos campeones ese año, luego los dos años siguientes estuve corriendo en Regularidad como piloto junto a mi hermano, posteriormente me habla Antonio Peñaflor y corrí otros cinco años en Velocidad hasta que me dijo que ya no podía y fue que yo me aventé otros tres años solo”.
Después de probar la experiencia de ser competidor, Marco había tomado la decisión de retirarse, pero de nueva cuenta le llamaron para ser copiloto de Rodrigo Ordueñas por otros tres años. Para ese momento, estaba claro que su destino iba a estar dentro del mundo de la velocidad.
“Ya me subía a coches de primera clase y eso me cambió el mundo totalmente, pues luego me habló Ricardo Treviño y nuestra relación deportiva duró diez años ganando cinco campeonatos NACAM corriendo por Turquía, Viena, París y Qatar”.
Actualmente, Marco Hernández es el copiloto de Ricardo Cordero, con quien ha conseguido cuatro campeonatos nacionales, mismo número de Panamericanas y recientemente su primer NACAM. Todo parece indicar que todavía les falta mucha historia por escribir juntos.
Fuera de las carreteras, la vida del michoacano suele ser bastante tranquila. Tiene 56 años y cuando no está dentro de un auto, disfruta la compañía de su familia, a la que recientemente se ha sumado su primera nieta.
Practica squash, yoga y meditación. Dice que su labor como copiloto requiere de una condición física óptima, pero sobre todo, de una paz mental que le permita mantener la concentración y tranquilidad en momentos complejos durante los recorridos.
“Se piensa que los copilotos vamos del lado derecho nada más divirtiéndonos en las carreras, pero no es así. Mi labor es la de administrar al equipo en la cuestión técnica; es decir, desde ver los hoteles donde nos vamos a hospedar, hasta checar las rutas, aprenderme los mapas, tener claro lo que Ricardo Cordero debe hacer, saber en qué momento tenemos que incrementar la velocidad y cuándo bajarla”.
En este sentido, comparte que no son pocas las horas que dedica a la planeación de un rally, pues además de la parte técnica, trabaja en su entonación de voz para que al momento de dar las indicaciones el sonido sea claro y preciso.
Más allá de los trofeos, Marco Hernández refiere que lo que más disfruta de las competencias es la pasión que implica, el entonar las notas y sentir cómo en su cuerpo la adrenalina se comienza a activar, una que no le permite un respiro más allá de los siete segundos durante todo el tramo carretero.
“Los rallies es un deporte muy cruel porque por una décima de segundo puedes llegar a perder, entonces sí se vuelve un alivio cruzar la meta, ya que llega un punto donde deseas que esto ya se acabe y los últimos minutos son de preocupación, de cuidar que no falle el coche y que no se cometa ningún error”.
Cuando Marco inició su carrera de manera oficial en 1996, jamás se imaginó que llegaría a tener 300 trofeos en su palmarés. Ha sido algo que se ha ido dando de manera gradual y admite que todavía no termina de dimensionarlo.
En ciertos momentos, su familia le pregunta hasta cuándo seguirá su carrera de copiloto, pero él responde que físicamente se siente bien y junto a Ricardo Cordero, siempre están planeando la próxima aventura, que lo mismo puede ser en México que en el extranjero. Por ahora, el retiro no está a la vuelta de la esquina.