Morelia, Mich (OEM-Infomex).- Dicen que existen los registros históricos de que el boliche ya se practicaba en tiempos de los egipcios, pero que fue Inglaterra quien lo reglamentó por primera vez a finales del siglo XIX. Sin embargo, para el caso de Morelia, la historia básicamente comenzó en 1990, cuando el Boulevard García de León vio nacer el primer centro recreativo especializado para jugar esta disciplina.
Emilio Carbajal tiene alrededor de 15 años practicando este deporte y actualmente forma parte de la Asociación Michoacana de Boliche. Para él, la fórmula es muy sencilla: “La realidad es que hay que empezar a jugar y la pasión nace por sí sola, las ganas de mejorar se van a ir dando poco a poco”.
Bajo esta filosofía, relata que él rápidamente pasó de la actividad recreativa al nivel de competencia, donde acompañado de los 40 jugadores que actualmente se encuentran afiliados a la asociación, compiten en los cuatro torneos nacionales que se desarrollan anualmente.
Aunque en el país los estados que están catalogados como potencias son la Ciudad de México, el Estado de México, Nuevo León, Baja California y Sinaloa, asegura que Michoacán tiene jugadores talentosos para competir al tú por tú.
“En el último campeonato nacional Senior, tuvimos un jugador que perteneció a la selección nacional y se fue a competir en Canadá. Ahora mismo también puedo mencionar otros nombres con gran nivel como Rafael Sánchez que ya ha sido preseleccionado, Alejandro Ochoa e Ignacio Álvarez”.
Sobre el futuro, Emilio Carbajal es optimista. Tras un parón obligado de dos años a causa de la pandemia, las estimaciones eran de que se presentara una baja, hasta cierto punto natural, de afluencia de jugadores; sin embargo, resalta que el regreso ha sido positivo, por lo que ahora se preparan para los campeonatos nacionales de primera, segundo y tercera fuerza, además del senior y juvenil.
A esta dinámica se ha sumado la academia de boliche que se activa cada domingo en el espacio de Plaza Escala Morelia, donde a partir de las doce del día, se imparten entrenamientos para niños desde los tres años y hasta adultos mayores, “o de cualquiera que pueda cargar una bola”.
Rumbo a Juegos Nacionales
Al igual que Emilio Carbajal, el entrenador Francisco Hernández Mendoza suma años de experiencia derribando pinos, pero en los últimos tiempos, también preparando a las nuevas generaciones para encarar las nuevas competiciones.
Una de éstas serán los Juegos Nacionales Conade 2022, donde buscará que cuatro jugadores logren superar el filtro regional que se disputará en Guadalajara, Jalisco, para poder llegar a la última etapa para medirse contra los mejores del país en diversas categorías.
“Estamos volviendo a retomar los entrenamientos después de dos años, así que hay que ver, empezar poco a poco a tomar el ritmo, pero tenemos un muchacho con un muy buen nivel con el que se pueden lograr cosas importantes”.
Francisco relata que fue en el tiempo en que vivió en la Ciudad de México, hace 40 años, cuando nació su pasión por el boliche. Un primo lo invitó a probar suerte y desde ahí los torneos se han venido uno tras otro hasta perder la cuenta.
“Esto es una pasión como todos los deportes, es frustrante cuando se juega bien, hacemos berrinches porque no se trata de sólo venir y tirar las bolas, es algo que requiere de mucha técnica para poder ejecutarlo de manera correcta, de medir distancias”.
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De acuerdo con el manual del boliche, para poder jugarlo se requiere de una pista de entre 41.5 y 42 pulgadas, unos pinos que tienen una altura de 15 pulgadas. El lanzamiento de la bola generalmente consta de seis pasos que se conforman de arranque, swing y sincronización. Otros consejos que se emiten a los jugadores tienen que ver con la elección de la bola, el calzado, carrera de aproximación, posición de la mano, movimiento del brazo, y precisión.
Pero para Francisco Hernández hay un detalle que no se puede dejar pasar por alto: el control mental y emocional. Si no se está bien anímicamente, asevera que no existirá manera de hacer un buen juego. El boliche, es por encima de todo, equilibrio. Y frente a la pista y los pinos, añade una última regla: prohibido decir “no puedo”.