/ domingo 29 de diciembre de 2019

Boxeo: una pasión para salir adelante

El entrenador Omar Garnica habla sobre la lucha constante que representa llevar un gimnasio de box, el cual tiene como reto atraer la atención de futuros prospectos, y en algunos casos, recuperarse de un robo de los amantes de lo ajeno

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Sólo bastaron dos semanas para que Omar Garnica Gordillo se quedara sin gimnasio de boxeo. Una noche cualquiera, justo en los límites de la colonia Obrera, le volaron las chapas de la entrada y prácticamente le vaciaron el lugar. Tras la sorpresa, no huyó, simplemente volvió a empezar desde cero.

A un costado de un lote baldío, donde solamente merodean algunos perros callejeros y el único sonido que llega es el del tren que circula unas tres o cuatro veces al día, es donde diariamente, desde el pasado mes de julio, Omar entrena a sus pupilos. Lo mismo ejercita a niños de 8 años que a boxeadores que ya compiten en el ámbito profesional.

Cuenta que cuando pensó en el proyecto se lo imaginó en la peor zona de Morelia, donde la única aspiración de los jóvenes fuera el delinquir, las adicciones y la ultra violencia. La primera opción era la colonia Solidaridad, pero no tuvo suerte y tuvo que ampliar horizontes.

Foto / Carmen Hernández

“Cuando me dijeron del lugar, vine y observé el terreno baldío y todo el abandono en que estaba, entonces de inmediato pensé que era el sitio indicado”, confiesa un Omar Garnica que se dice orgulloso de provenir de un barrio bravo de la Ciudad de México.

Luego del robo, admite que sólo por fracciones de segundo le pasó por la mente cambiar de colonia, ir en busca de otro lugar; pero fue la terquedad, la necedad y el ser un tipo aferrado lo que le llevó a convencer a su esposa de que la pérdida material no era una señal para claudicar.

A sabiendas de las necesidades de los barrios, es un convencido de que el deporte y el boxeo son herramientas que pueden aportar para que los problemas sociales disminuyan. Lo primero fue ganarse la confianza de la comunidad, tener empatía y mirarse frente a frente con ellos para hacerles saber que él era uno más.

Ahora los mismos colonos son los que se encargan de cuidar el lugar, sus hijos ya entrenan con nosotros y ya se dieron cuenta que esto es algo bueno, yo lo que digo es que con un solo chavo que rescatemos de las adicciones ya la hicimos

El también entrenador de la pugilista Sol Vargas expone que no son pocos los casos de éxito que puede relatar gracias al boxeo. Explica que por sus manos han pasado personas que creían que en el barrio no tenían ningún futuro, pero que con el deporte han encontrado más y mejores maneras de vivir, sin importar que no tengan dinero.

Tal vez no sean casos de éxito en lo boxístico, pero el deporte los reincorporó a la vida y a la sociedad; hay chicos que son abogados, otros están trabajando en los Estados Unidos o estudiando, pero lo mejor es que ellos siguen apoyando este lugar porque se sienten agradecidos

Y es que considera que la labor no debe terminar en un entrenamiento, por lo que trata de gestionar becas en diferentes instituciones educativas para que los jóvenes rescatados también tengan la oportunidad de recibir una orientación en lo académico.

En este sentido, comparte que para el próximo año tiene pensado conformar una asociación civil que lleve por nombre “Boxeo por la vida”, cuya función va ser replicar gimnasios como el suyo en los focos rojos de la ciudad, espacios donde los jóvenes puedan distraerse y liberar la energía que se acumula en el día a día.

Foto / Carmen Hernández

Omar Garnica tuvo su primer contacto con el boxeo a través de los tíos de su madre. Relata que ellos eran boxeadores y fueron los encargados de enseñarle sus primeras lecciones, en lo inmediato para saber defenderse en el barrio y luego por una pasión que creció con el pasar de los años.

Nunca dejó de gustarme y a los 16 años, al llegar a Morelia, busqué un gimnasio y comencé a entrenar con el Chato Ávalos, de ahí seguí y me fui a los Estados Unidos a trabajar, cuando regreso empiezo a entrenar a mi hermano, Ismael el “Sapito” Garnica

De todos los casos que ha tratado, a sus 38 años de edad confiesa que es precisamente su hermano con quien se queda, no por la dificultad de haberlo entrenado, sino porque fue el primer pugilista que estuvo en sus manos y que le hizo ver que el sueño era viable.

Dice que por momentos también se presenta la desilusión, cuando no alcanza para pagar la renta del lugar, cuando no hay un peso en el bolsillo ni mucho menos para llevar de vacaciones a su familia.

Aquí me llegan chavos que a veces no traen ni para la combi, pues mucho menos van a tener para pagar una mensualidad y claro que llega la desilusión porque el boxeo es un deporte que no es mirado por las autoridades, pero cuando mi hijo es el que me dice que todo vale la pena, con eso tengo para regresar todos los días

De una fiesta a otra

“Me ganó el desmadre”, reconoce José el Pollito Flores. Aunque a los 14 años de edad empezó en esto del boxeo, la adolescencia lo superó y de a poco fue sustituyendo los guantes por el alcohol. Ya eran menos las horas de entrenamiento y por momentos se vio tentado a dejarlo por completo.

Foto / Carmen Hernández

Crecido en el barrio de la Ventura Puente, el Pollito tuvo sus idas y venidas en el boxeo, hasta que conoció un programa social para rescatar a los jóvenes de las adicciones. Estuvo tres años dentro de ese proyecto y reconoce que no le fue tan difícil alejarse del alcohol, pues la experiencia la visualizó como una oportunidad de crecer en el deporte y en su vida.

No solo se rehabilitó, sino que durante este tiempo se dedicó a entrenar y dar testimonios de vida a otros jóvenes como él. Les contaba su vida en el barrio, las cosas que tuvo que dejar atrás y sobre todo, siempre lanzaba la pregunta letal: “¿Si yo pude, ustedes por qué no?”.

¿Por qué el boxeo funciona tan bien para rehabilitar a los jóvenes? El Pollito considera que mucho tiene que ver la disciplina que se va adquiriendo en los entrenamientos, dice que a la larga eso se traduce en que los deportistas comienzan a ordenar su vida.

Muchos chavos vienen con ese problema de adicción, traen broncas desde la infancia, llegan con mucho odio, como muy bravos y agresivos; pero al momento de entrenarlos y subirlos al ring, se dan cuenta que es totalmente distinto y es cuando comienzan a agarrar esa disciplina que les permite controlar su vida

Y es que el boxeador de 22 años de edad entiende claramente que no es lo mismo pelear en la calle que arriba de un ring. Esa simple idea, considera, modifica toda la perspectiva de quien llega por primera vez a un gimnasio de box.

Foto / Carmen Hernández

Pero no todo es miel sobre hojuelas. Admite que también se ha fracasado, casos de jóvenes que daba la impresión de que se podían rehabilitar, pero que a los tres meses volvieron a recaer y nunca más supieron de ellos. “Nosotros damos el apoyo, pero cada quien debe poner de su parte” reflexiona.

El Pollito Flores suma 76 peleas a nivel amateur, de las cuales solo perdió 3. A nivel profesional y bajo el mando de Omar Garnica, ya acumula 9 peleas, 7 de ellas ganadas. Presume que en su mente ya está el ser campeón mundial, así como Juan Manuel Márquez. “Si él pudo, yo también, todos somos seres humanos” argumenta.

Pese a que el Pollito se tomó en serio el boxeo, reconoce que al inicio en más de una ocasión la flojera lo invitaba a abandonar todo. Quién sabe por qué, pero siguió. Cuando menos lo pensaba y sin darse cuenta, los entrenamientos pasaron de ser aburridos y agotadores, para convertirse en lo que ahora denomina como una “fiesta individual”.

Foto / Carmen Hernández


Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Sólo bastaron dos semanas para que Omar Garnica Gordillo se quedara sin gimnasio de boxeo. Una noche cualquiera, justo en los límites de la colonia Obrera, le volaron las chapas de la entrada y prácticamente le vaciaron el lugar. Tras la sorpresa, no huyó, simplemente volvió a empezar desde cero.

A un costado de un lote baldío, donde solamente merodean algunos perros callejeros y el único sonido que llega es el del tren que circula unas tres o cuatro veces al día, es donde diariamente, desde el pasado mes de julio, Omar entrena a sus pupilos. Lo mismo ejercita a niños de 8 años que a boxeadores que ya compiten en el ámbito profesional.

Cuenta que cuando pensó en el proyecto se lo imaginó en la peor zona de Morelia, donde la única aspiración de los jóvenes fuera el delinquir, las adicciones y la ultra violencia. La primera opción era la colonia Solidaridad, pero no tuvo suerte y tuvo que ampliar horizontes.

Foto / Carmen Hernández

“Cuando me dijeron del lugar, vine y observé el terreno baldío y todo el abandono en que estaba, entonces de inmediato pensé que era el sitio indicado”, confiesa un Omar Garnica que se dice orgulloso de provenir de un barrio bravo de la Ciudad de México.

Luego del robo, admite que sólo por fracciones de segundo le pasó por la mente cambiar de colonia, ir en busca de otro lugar; pero fue la terquedad, la necedad y el ser un tipo aferrado lo que le llevó a convencer a su esposa de que la pérdida material no era una señal para claudicar.

A sabiendas de las necesidades de los barrios, es un convencido de que el deporte y el boxeo son herramientas que pueden aportar para que los problemas sociales disminuyan. Lo primero fue ganarse la confianza de la comunidad, tener empatía y mirarse frente a frente con ellos para hacerles saber que él era uno más.

Ahora los mismos colonos son los que se encargan de cuidar el lugar, sus hijos ya entrenan con nosotros y ya se dieron cuenta que esto es algo bueno, yo lo que digo es que con un solo chavo que rescatemos de las adicciones ya la hicimos

El también entrenador de la pugilista Sol Vargas expone que no son pocos los casos de éxito que puede relatar gracias al boxeo. Explica que por sus manos han pasado personas que creían que en el barrio no tenían ningún futuro, pero que con el deporte han encontrado más y mejores maneras de vivir, sin importar que no tengan dinero.

Tal vez no sean casos de éxito en lo boxístico, pero el deporte los reincorporó a la vida y a la sociedad; hay chicos que son abogados, otros están trabajando en los Estados Unidos o estudiando, pero lo mejor es que ellos siguen apoyando este lugar porque se sienten agradecidos

Y es que considera que la labor no debe terminar en un entrenamiento, por lo que trata de gestionar becas en diferentes instituciones educativas para que los jóvenes rescatados también tengan la oportunidad de recibir una orientación en lo académico.

En este sentido, comparte que para el próximo año tiene pensado conformar una asociación civil que lleve por nombre “Boxeo por la vida”, cuya función va ser replicar gimnasios como el suyo en los focos rojos de la ciudad, espacios donde los jóvenes puedan distraerse y liberar la energía que se acumula en el día a día.

Foto / Carmen Hernández

Omar Garnica tuvo su primer contacto con el boxeo a través de los tíos de su madre. Relata que ellos eran boxeadores y fueron los encargados de enseñarle sus primeras lecciones, en lo inmediato para saber defenderse en el barrio y luego por una pasión que creció con el pasar de los años.

Nunca dejó de gustarme y a los 16 años, al llegar a Morelia, busqué un gimnasio y comencé a entrenar con el Chato Ávalos, de ahí seguí y me fui a los Estados Unidos a trabajar, cuando regreso empiezo a entrenar a mi hermano, Ismael el “Sapito” Garnica

De todos los casos que ha tratado, a sus 38 años de edad confiesa que es precisamente su hermano con quien se queda, no por la dificultad de haberlo entrenado, sino porque fue el primer pugilista que estuvo en sus manos y que le hizo ver que el sueño era viable.

Dice que por momentos también se presenta la desilusión, cuando no alcanza para pagar la renta del lugar, cuando no hay un peso en el bolsillo ni mucho menos para llevar de vacaciones a su familia.

Aquí me llegan chavos que a veces no traen ni para la combi, pues mucho menos van a tener para pagar una mensualidad y claro que llega la desilusión porque el boxeo es un deporte que no es mirado por las autoridades, pero cuando mi hijo es el que me dice que todo vale la pena, con eso tengo para regresar todos los días

De una fiesta a otra

“Me ganó el desmadre”, reconoce José el Pollito Flores. Aunque a los 14 años de edad empezó en esto del boxeo, la adolescencia lo superó y de a poco fue sustituyendo los guantes por el alcohol. Ya eran menos las horas de entrenamiento y por momentos se vio tentado a dejarlo por completo.

Foto / Carmen Hernández

Crecido en el barrio de la Ventura Puente, el Pollito tuvo sus idas y venidas en el boxeo, hasta que conoció un programa social para rescatar a los jóvenes de las adicciones. Estuvo tres años dentro de ese proyecto y reconoce que no le fue tan difícil alejarse del alcohol, pues la experiencia la visualizó como una oportunidad de crecer en el deporte y en su vida.

No solo se rehabilitó, sino que durante este tiempo se dedicó a entrenar y dar testimonios de vida a otros jóvenes como él. Les contaba su vida en el barrio, las cosas que tuvo que dejar atrás y sobre todo, siempre lanzaba la pregunta letal: “¿Si yo pude, ustedes por qué no?”.

¿Por qué el boxeo funciona tan bien para rehabilitar a los jóvenes? El Pollito considera que mucho tiene que ver la disciplina que se va adquiriendo en los entrenamientos, dice que a la larga eso se traduce en que los deportistas comienzan a ordenar su vida.

Muchos chavos vienen con ese problema de adicción, traen broncas desde la infancia, llegan con mucho odio, como muy bravos y agresivos; pero al momento de entrenarlos y subirlos al ring, se dan cuenta que es totalmente distinto y es cuando comienzan a agarrar esa disciplina que les permite controlar su vida

Y es que el boxeador de 22 años de edad entiende claramente que no es lo mismo pelear en la calle que arriba de un ring. Esa simple idea, considera, modifica toda la perspectiva de quien llega por primera vez a un gimnasio de box.

Foto / Carmen Hernández

Pero no todo es miel sobre hojuelas. Admite que también se ha fracasado, casos de jóvenes que daba la impresión de que se podían rehabilitar, pero que a los tres meses volvieron a recaer y nunca más supieron de ellos. “Nosotros damos el apoyo, pero cada quien debe poner de su parte” reflexiona.

El Pollito Flores suma 76 peleas a nivel amateur, de las cuales solo perdió 3. A nivel profesional y bajo el mando de Omar Garnica, ya acumula 9 peleas, 7 de ellas ganadas. Presume que en su mente ya está el ser campeón mundial, así como Juan Manuel Márquez. “Si él pudo, yo también, todos somos seres humanos” argumenta.

Pese a que el Pollito se tomó en serio el boxeo, reconoce que al inicio en más de una ocasión la flojera lo invitaba a abandonar todo. Quién sabe por qué, pero siguió. Cuando menos lo pensaba y sin darse cuenta, los entrenamientos pasaron de ser aburridos y agotadores, para convertirse en lo que ahora denomina como una “fiesta individual”.

Foto / Carmen Hernández


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