El sistema de tracción de un auto es aquel que transmite fuerza desde el motor hacia las ruedas, muy útil y necesario cuando el vehículo pierde adherencia o cuando debe enfrentar terrenos duros, arenosos, rocosos o llenos de lodo. También ayuda para que el vehículo agarre en las curvas y no pierda su trayectoria cuando se realiza un cambio brusco en la dirección.
Tracción según ubicación
- FWD (Front Wheel Drive o Tracción delantera)
La tracción delantera es la más habitual y la que menos dificultades va a provocar a la hora de controlar el auto, aún en situaciones adversas. Transmite la potencia del motor al eje delantero, donde también está el sistema de dirección. Un ejemplo es el Honda Accord.
Ventajas: al no necesitar tren de transmisión y diferencial, los vehículos son más ligeros, por lo tanto, no va a tener un alto consumo de combustible, además de que su mantenimiento es más barato.
Desventaja: dos terceras partes del peso recaen en la zona delantera, con lo que el vehículo podría desviarse con aceleraciones fuertes. También hace trabajar más a los neumáticos con lo que aumenta el desgaste.
- RWD (Rear Wheel Drive o Tracción trasera)
Es más frecuente en vehículos deportivos. Se ubica en la parte trasera, de manera que ofrece una conducción más dinámica y ágil. El control en las curvas resulta más complicado debido a que no está ubicada en el mismo eje que se encuentra la dirección. Dodge Challenger tiene este tipo de tracción.
Ventaja: el peso está más equilibrado, con lo que el trabajo de aceleración y frenado se reparte de manera proporcional
Desventaja: en situaciones desfavorables, es mucho más difícil recuperar el control, ya que no cuenta con la aceleración en las ruedas que dirigen al auto. Otro inconveniente es que pesa más.
Tracción integral
Se encuentra en vehículos SUV y todoterreno. Permite un agarre total al enviar la transmisión del motor a las cuatro ruedas, logrando un mayor control en superficies deslizantes, lo que aporta seguridad a la conducción. Puede dividirse en categorías como:
- AWD (All Wheel Drive)
La fuerza se distribuye a las cuatro llantas en forma total y permanente desde que se enciende el motor. Es más común en camionetas orientadas al confort que off-road. Toyota RAV-4 la tiene.
Ventaja: el vehículo detecta y compensa en condiciones peligrosas para que los neumáticos agarren la superficie y se tenga mayor control.
Desventaja: El costo de las reparaciones es alto, además de que requiere más combustible para propulsar las llantas.
- 4WD (Four Wheel Drive)
Es la tracción total conectable, lo que quiere decir que se acciona con una palanca o botón cuando el conductor decida que necesita usarla. Ejemplo de este tipo es Mazda CX-5.
Ventaja: ofrece un mejor rendimiento en caminos difíciles, como subir cuestas, y da mejor estabilidad durante los giros.
Desventaja: el consumo de combustible y el gasto de neumáticos se elevan considerablemente, además de que aumenta la posibilidad de vibración.
- 4X4
Es la más conocida, donde la fuerza del motor se reparte en proporción 50–50 entre los ejes delanteros y traseros para recibir simultáneamente la potencia del motor. Jeep Wrangler viene equipada con ella.
Ventaja: cuenta con diferentes modos de manejo dentro de la misma tracción que son el 4H, 4L y 2H.
Desventaja: la conducción es menos sensible, más incómoda, y la separación del suelo hace que las afinaciones sean necesarias en menos tiempo.
No pierdas el control
Los neumáticos son los pilares de un vehículo, y de su comportamiento y del de los sistemas de seguridad activa depende su estabilidad. Cuando las condiciones climáticas son malas o el pavimento no está en buen estado, un par de segundos son suficientes para que tengamos un susto mientras conducimos.
En este sentido, cuando hablamos de tracción tenemos que referirnos obligatoriamente al sistema de control de ésta, el cual previene la pérdida de adherencia de los neumáticos, de tal forma que no patinen cuando se excede en la aceleración o el suelo está muy deslizante.
Suelen denominarse de diferentes formas dependiendo del fabricante; las más comunes son TCS (Traction Control System) o ASR (Anti-Slip Regulation).
Existen dos tipos de sistemas: los que actúan reduciendo la potencia del motor cuando detectan que el neumático no es capaz de transmitir el esfuerzo al asfalto y los que trabajan sobre el sistema de freno, reteniendo la llanta que pierde tracción.
Ambos funcionan con el sistema de frenado ABS, que se comunica con la computadora que gestiona el motor. Es decir que, mediante los sensores ubicados en cada rueda, se detecta si se está enviando un exceso de potencia o si alguna llanta está perdiendo agarre.
En los últimos años, el control de tracción se ha convertido en un sistema instalado en todo tipo de vehículos por sus ventajas en seguridad debido a su eficacia. No obstante, es mejor no obligarlos demasiado para no someter a un gran esfuerzo a los frenos y evitar cortes que provoquen un desgaste prematuro de los soportes del motor.