Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Si se le pregunta por qué el atletismo, es honesta y dice que no lo sabe. Tenía 12 años, practicaba tae kwon do y casi por curiosidad decidió inscribirse a una carrera atlética de 3 kilómetros. Ahí fue donde todo cambió, se enamoró de la disciplina y al día siguiente ya estaba buscando quién la entrenara.
Si lo piensa un poco más, concluye que tal vez sea por la sensación de libertad que se tiene al correr, el poder dejar atrás todo: tanto a competidores como a una misma. Natali Noemi Mendoza tiene 24 años de edad, entrena de sábados a domingo y en su palmarés ya figuran justas como los Juegos Panamericanos, Campeonatos de Primera Fuerza y Olimpiadas Nacionales.
Originaria del municipio de Uruapan, llegó a Morelia con la única misión de mejorar, de posicionarse como una de las mejores del país. Y ahí va, trote a trote. Pone como elementos claves la constancia y la esperanza, aunque también sabe que las medallas en parte son éxitos adicionales. Lo real, lo que importa, dice, es hacer lo que te gusta.
Es complicado ser deportista en México, hemos estados solos en muchas ocasiones, nos ha tocado buscar cursos por nuestra parte, inclusive hallar espacios para entrenar porque se cierran las pistas. El hecho de que también no sea algo renumerado económicamente lo dificulta más, pues como atleta profesional te salen más obligaciones, simplemente el comer y tener donde vivir. En este país del deporte no se vive
Admite que las condiciones desfavorables le han jugado en contra mentalmente en más de una ocasión y ha considerado en abandonarlo todo. “Tal vez estoy de terca donde no obtendré nada”, le cruza la idea por unas horas y al día siguiente ya está de nueva cuenta en la pista de atletismo.
Pero si ser deportista de por sí ya tiene su dosis de complejidad, como mujer lo es aún más. Natali describe que uno de los principales problemas a los que se enfrentan es la cuestión de la inseguridad, “a saber que no es lo mismo que una salga a las 6 de la mañana a correr porque es más peligroso para nosotras”.
Sumado a esto, cuestiona algunas condiciones meramente deportivas que no se han logrado emparejar. Explica que no entiende por qué en algunas carreras el premio económico sigue siendo mayor para los hombres que para las mujeres, que se sigan marcando esas diferencias que ya no tienen sentido alguno.
Para este año, Natali se ha puesto en la mira calificarse al Panamericano Universitario y al Campeonato Iberoamericano en Tenerife, ambas justas contempladas para desarrollarse en el mes de junio. Sabe que es corriendo y ganando como se le puede sacar metros de ventaja al machismo.
Que se sienta la ausencia
Lo tiene claro. Este lunes por la mañana acudirá a entrenar, pero lo hará sin utilizar ningún medio de transporte. Llegará corriendo y se marchará de la misma forma. Tras concluir la práctica, se sumará a la huelga nacional “Un día sin nosotras”.
Por los objetivos que tiene, aclara que no se puede permitir un solo día sin entrenar, pero también se dice empática y legitima toda acción que permita visibilizar la violencia de género que se vive en el país.
“Cuando regrese a casa no haré nada, no saldré a comprar nada, no utilizaré ninguna aplicación y me sumaré al movimiento para que el Estado sienta la ausencia de las mujeres”.
Relata que sabe lo que es sentir el miedo y el enojo por ser víctima de acoso sexual, como aquella ocasión en la que se dirigía a entrenar a Ciudad Universitaria y un hombre decidió que tenía el derecho de tocarla.
“Iba cruzando la calle y un hombre me tocó en la zona pélvica, me quedé paralizada y mi reacción fue cruzar lo más rápido posible la calle; tenía muchas ganas de ir corriendo y romperle la cara, había gente que observó el hecho pero no hicieron nada, quizás por el temor”.
Para Natali Mendoza todo vale mientras sea para que las mujeres se sientan más seguras. La huelga nacional la califica como una acción positiva de protesta, donde se puede exigir al Estado que intervenga y también en una de esas, “ quién sabe y hasta sirva para concientizar a los abusadores”.