/ lunes 23 de octubre de 2023

"Una Jauría llamada Ernesto"un duro retrato de los jóvenes y el narco

Este documental recopila los testimonios de 16 jóvenes que narran cómo fue su proceso de reclutamiento

Morelia, Michoacán.- Con una mirada a las entrañas de cómo viven los niños y jóvenes que están a la disposición del narcotráfico en México, “Una jauría llamada Ernesto” regresa a la capital michoacana después de su presentación con Ambulante 2023, para en esta ocasión exhibirse en la edición 21 del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM).

El noveno largometraje documental de Everardo González compartirá con los seguidores del FICM el retrato del mundo de estas generaciones envueltas en el crimen organizado, las pruebas que deben atravesar, así como la corta vida que tienen al momento de inmiscuirse en estas situaciones que no les dan una expectativa de supervivencia superior a los 20 años.

Este proyecto cinematográfico se desarrolla sin revelar el rostro de los testimonios, pero cada voz muestra el sentir de los jóvenes que se adentran en la boca del lobo, lo cual para Everardo González no es exclusivo de ciertas clases sociales, pues hay una línea muy delgada actualmente para que sean atraídos a estas redes.

Foto: Cortesía | FICM

“Son la tropa armada de las pandillas y después algunos entran a las corporaciones más poderosas después de probarse. Estoy agradecido de que este retrato no sea rechazado por el FICM”.

Aunque Everardo González no estará presente en Morelia para la presentación, parte del equipo de esta cinta sí estará con el público del FICM para hablar de este proyecto con el espectador que acuda a la función del próximo jueves 26 de octubre a las 21:15 horas en Cinépolis Centro.

Las pandillas criminales

Con este proyecto, explicó el cineasta, no busca romantizar ni hacer apología del crimen, pues tiene claro que todas las personas son víctimas del sistema.

“El título de este cortometraje es arbitrario que lo que busca es dar una voz colectiva que le dé cuerpo a una sola persona y que se sepa que todos somos capaces de hacerlo (jalar un gatillo)”.

Además, explicó, busca eliminar el estereotipo de lo que se ha dicho es un joven sicario, es decir, que sean de cierto tono de piel, clase social y educación.

Este coro de voces nos dice que no es así, de hecho, están desde las clases medias, más bien, pertenecen a la deshumanización que ha provocado el capitalismo voraz, futuros negados, entornos violentos y accesos inmediatos a las armas.

Matar a sangre fría, la prueba máxima

Cuestionado sobre cuál es la prueba máxima que señala que deben de atravesar quienes desean introducirse al núcleo de las corporaciones más fuertes es asesinar.

“Matar a otro es la prueba máxima y lo que ocurre cuando jalan el gatillo. Entonces los propios reclutadores de jóvenes ven si tienen la suficiente sangre fría, si es así, entonces pasan a formarlos como un brazo armado de la corporación”.

Foto: Cortesía | FICM

Pero ¿qué sucede con quienes no pasan esta prueba?, ¿salen de la célula delictiva, son desechados, asesinados o qué se hace con ellos? Fueron las preguntas a las que respondió de manera contundente, ampliando el panorama de estas organizaciones.

“No se puede generalizar pero el crimen organizado recluta para muchas funciones, sino son buenos sicarios, entonces pueden ser buenos para el halconeo, para ser recaudadores de derecho de piso, de poste, en fin, casos tan horribles como muchachos que son usados para la desaparición de cuerpos”.

Aceptó el cineasta que no es fácil salir de estas organizaciones, “ellos son los desechables del crimen, aunque aquí encontrarán el testimonio de un joven que logró escapar, pero no es lo mismo escapar que salir y así está llena la historia de estos jóvenes”.

Se adentran a la boca del lobo

Los actos de violencia que ejecutan los niños y jóvenes que son parte de las células delictivas, explicó el entrevistado, están plenamente conscientes de lo que hacen, pero no tienen escapatoria de no hacerlo.

“Cuando uno pertenece a un espacio donde se exigirá saldar las cuentas, pues como ellos lo relatan, jalarán el gatillo con la intención de no encontrar a la víctima pues saben que al hacer eso la espiral de violencia incrementará”.

A lo anterior agregó: “Tienen consciencia de que eso que están a punto de hacer, va a detonar problemas mayores pero no tienen escapatoria ni más que hacer porque están condicionados en un entorno que los oprime, los llena de temor y amenaza, pero no son sus deseos”.

De los 13 mil jóvenes que se menciona integran las filas del crimen al año en México, son 16 los que decidieron hablar y compartir sus historias para toda la población.

El proceso de encontrarlos y poder entrevistarlos, explicó Everardo González, no fue nada sencillo y tanto él como su equipo tuvieron que contar con la aprobación de los líderes criminales, para de esta forma, recabar información desde la fortaleza de Tepito en la Ciudad de México, San Luis Potosí, Nuevo León, Chihuahua, la ruta del tráfico del Golfo en el noreste del país, con gente que trabaja en el tráfico de armas y con quienes fueron parte de la Guardia Presidencial, que ahora son parte del crimen.

“Requiere paciencia y tener contactos y accesos que deben trabajarse para hacerlo con cuidado. Fue un proyecto que se hizo con todas las autorizaciones del Estado y del Estado paralelo que digamos, es el que manda en algunas zonas”.

Eso dijo, fue lo difícil, el saber que pese a contar con autorización de las comisiones de filmaciones no sirve de nada para algunos proyectos, pues deben tener la aprobación de jefes de plazas.

“No fuimos amenazados pero siempre fuimos vigilados y lo mejor era eso, para que no hubiera dudas de lo que se está haciendo, ¿me explico? Todo debe ser transparente y ellos deben de saber, uno no puede jugar al encubierto que eso provoca el escándalo”.

Morelia, Michoacán.- Con una mirada a las entrañas de cómo viven los niños y jóvenes que están a la disposición del narcotráfico en México, “Una jauría llamada Ernesto” regresa a la capital michoacana después de su presentación con Ambulante 2023, para en esta ocasión exhibirse en la edición 21 del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM).

El noveno largometraje documental de Everardo González compartirá con los seguidores del FICM el retrato del mundo de estas generaciones envueltas en el crimen organizado, las pruebas que deben atravesar, así como la corta vida que tienen al momento de inmiscuirse en estas situaciones que no les dan una expectativa de supervivencia superior a los 20 años.

Este proyecto cinematográfico se desarrolla sin revelar el rostro de los testimonios, pero cada voz muestra el sentir de los jóvenes que se adentran en la boca del lobo, lo cual para Everardo González no es exclusivo de ciertas clases sociales, pues hay una línea muy delgada actualmente para que sean atraídos a estas redes.

Foto: Cortesía | FICM

“Son la tropa armada de las pandillas y después algunos entran a las corporaciones más poderosas después de probarse. Estoy agradecido de que este retrato no sea rechazado por el FICM”.

Aunque Everardo González no estará presente en Morelia para la presentación, parte del equipo de esta cinta sí estará con el público del FICM para hablar de este proyecto con el espectador que acuda a la función del próximo jueves 26 de octubre a las 21:15 horas en Cinépolis Centro.

Las pandillas criminales

Con este proyecto, explicó el cineasta, no busca romantizar ni hacer apología del crimen, pues tiene claro que todas las personas son víctimas del sistema.

“El título de este cortometraje es arbitrario que lo que busca es dar una voz colectiva que le dé cuerpo a una sola persona y que se sepa que todos somos capaces de hacerlo (jalar un gatillo)”.

Además, explicó, busca eliminar el estereotipo de lo que se ha dicho es un joven sicario, es decir, que sean de cierto tono de piel, clase social y educación.

Este coro de voces nos dice que no es así, de hecho, están desde las clases medias, más bien, pertenecen a la deshumanización que ha provocado el capitalismo voraz, futuros negados, entornos violentos y accesos inmediatos a las armas.

Matar a sangre fría, la prueba máxima

Cuestionado sobre cuál es la prueba máxima que señala que deben de atravesar quienes desean introducirse al núcleo de las corporaciones más fuertes es asesinar.

“Matar a otro es la prueba máxima y lo que ocurre cuando jalan el gatillo. Entonces los propios reclutadores de jóvenes ven si tienen la suficiente sangre fría, si es así, entonces pasan a formarlos como un brazo armado de la corporación”.

Foto: Cortesía | FICM

Pero ¿qué sucede con quienes no pasan esta prueba?, ¿salen de la célula delictiva, son desechados, asesinados o qué se hace con ellos? Fueron las preguntas a las que respondió de manera contundente, ampliando el panorama de estas organizaciones.

“No se puede generalizar pero el crimen organizado recluta para muchas funciones, sino son buenos sicarios, entonces pueden ser buenos para el halconeo, para ser recaudadores de derecho de piso, de poste, en fin, casos tan horribles como muchachos que son usados para la desaparición de cuerpos”.

Aceptó el cineasta que no es fácil salir de estas organizaciones, “ellos son los desechables del crimen, aunque aquí encontrarán el testimonio de un joven que logró escapar, pero no es lo mismo escapar que salir y así está llena la historia de estos jóvenes”.

Se adentran a la boca del lobo

Los actos de violencia que ejecutan los niños y jóvenes que son parte de las células delictivas, explicó el entrevistado, están plenamente conscientes de lo que hacen, pero no tienen escapatoria de no hacerlo.

“Cuando uno pertenece a un espacio donde se exigirá saldar las cuentas, pues como ellos lo relatan, jalarán el gatillo con la intención de no encontrar a la víctima pues saben que al hacer eso la espiral de violencia incrementará”.

A lo anterior agregó: “Tienen consciencia de que eso que están a punto de hacer, va a detonar problemas mayores pero no tienen escapatoria ni más que hacer porque están condicionados en un entorno que los oprime, los llena de temor y amenaza, pero no son sus deseos”.

De los 13 mil jóvenes que se menciona integran las filas del crimen al año en México, son 16 los que decidieron hablar y compartir sus historias para toda la población.

El proceso de encontrarlos y poder entrevistarlos, explicó Everardo González, no fue nada sencillo y tanto él como su equipo tuvieron que contar con la aprobación de los líderes criminales, para de esta forma, recabar información desde la fortaleza de Tepito en la Ciudad de México, San Luis Potosí, Nuevo León, Chihuahua, la ruta del tráfico del Golfo en el noreste del país, con gente que trabaja en el tráfico de armas y con quienes fueron parte de la Guardia Presidencial, que ahora son parte del crimen.

“Requiere paciencia y tener contactos y accesos que deben trabajarse para hacerlo con cuidado. Fue un proyecto que se hizo con todas las autorizaciones del Estado y del Estado paralelo que digamos, es el que manda en algunas zonas”.

Eso dijo, fue lo difícil, el saber que pese a contar con autorización de las comisiones de filmaciones no sirve de nada para algunos proyectos, pues deben tener la aprobación de jefes de plazas.

“No fuimos amenazados pero siempre fuimos vigilados y lo mejor era eso, para que no hubiera dudas de lo que se está haciendo, ¿me explico? Todo debe ser transparente y ellos deben de saber, uno no puede jugar al encubierto que eso provoca el escándalo”.

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