Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Tras el descubrimiento de una segunda cámara funeraria en la zona arqueológica de Tingambato en 2012, donde se encontraron los restos de una mujer ataviada con un ajuar de más de 19 mil piezas, la investigación continuará en próximas fechas.
En entrevista para El Sol de Morelia, el investigador adscrito al centro Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) Michoacán, José Luis Punzo Díaz, explicó que él y su equipo de trabajo ya cuentan con los permisos para explorar los vestigios de la primer cámara funeraria –descubierta por el arqueólogo Román Piña Chan, en los años 70’s–, por lo que sólo esperan el final de la contingencia para emprender otra fase de la investigación.
Ya tenemos acceso a la colección de la tumba uno y ahora estamos comenzando a hacer los muestreos en los que pretendemos analizar el ADN
Agregó que cuando la primer cámara funeraria fue descubierta los vestigios “se entregaron a la Dirección de Antropología Física del INAH, ubicada en el Museo Nacional de Antropología e Historia de la Ciudad de México” y ahí permanecen bajo resguardo.
De igual manera, refirió que desde 2012 han trabajado con la laboración de planos digitales, a partir de técnicas especializadas como la fotogrametría, con el fin de restituir de manera virtual los elementos que se han perdido durante las excavaciones. Por ejemplo, la restitución digital de una parte colapsada de la tumba.
Cabe señalar que la mujer prehispánica descubierta, data de hace mil 400 años y sus restos corresponden a una mujer de entre 15 y 17 años, según los estudios de ADN realizados en conjunto con la Universidad de Harvard.
“Lo que tiene que ver con la mujer, rescatamos todos los restos óseos encontrados que se les había hecho un análisis previo muy general y –primeramente con el antropólogo físico, Carlos Karam– trabajamos sobre la reconstrucción del cráneo, de toda la osamenta; llevamos a cabo estudios de tomografía computarizada de todos los restos óseos e hicimos modelado digital del cráneo para poder estudiar la deformación”, precisó.
El también doctor en arqueología por la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), señaló que gracias a los ocho años de investigación han logrado tener “una idea más clara de qué pasó” en la ciudad de Tingambato.
“Estos años de investigación también dieron pie a la tesis de Alejandro Valdés sobre al ajuar funerario de los 19 mil objetos, en la que analizó detalladamente estos objetos, hizo estudios sobre los procesos de cómo se hicieron y se realizaron muchos estudios de componentes minerales.
Gracias a diversas técnicas –la micro copia electrónica de barrido, el uso de laser para determinar los elementos químicos que constituyen los objetos y la difracción de rayos x– pudimos saber que el ajuar estaba compuesto de turquesas, amazonitas, nacritas y piedras de distintas procedencias”, precisó.