Morelia Michoacán (OEM-Infomex).- Braulio deja un poco de sí mismo en cada par de huaraches que arma, la mayor satisfacción es ver su creación lista para ser usada y su mejor inspiración es el recuerdo de su padre. Él es uno de los artesanos de calzado de Sahuayo, municipio que pone en alto el nombre de Michoacán llevando sus diseños a diversos países.
Sahuayo, poblado colindante con Jalisco, genera una derrama económica de 300 millones de pesos anuales por la elaboración de calzado artesanal, y son 400 los talleres que se dedican a esta noble labor, de acuerdo al Instituto del Artesano Michoacano (IAM).
Desde el taller en el que “el tiempo vuela”, Braulio Antonio Ochoa cuenta que aprendió el oficio a sus 10 años; de pequeño, despertarse temprano era uno de los “dolores de cabeza”, sin embargo, hoy agradece esa enseñanza de su padre y a más de 40 años la tradición familiar perdura.
Cuando eran niños, Braulio y su hermano aprendieron el oficio con la “dureza” de un padre cuyas muestras de amor estaban detrás de la preocupación por ofrecerles estudio y al mismo tiempo enseñarlos a trabajar. Aunque su hermano se dedicó a otras cosas, Braulio sí mantuvo la actividad y creó Art Ochoa Junior para dar continuidad al negocio familiar.
“Era duro, pero a veces así es como se te quedan mejor las cosas… lo recuerdo mucho… significa mucho”, comparte con un nudo en la garganta el sahuayense, al traer de su memoria a don José Antonio Ochoa Ochoa.
Su papá también era conocido como “El Negro”, o “El Humo”, y en el municipio del bajío michoacano dejó grandes recuerdos en muchas personas. “Mucha gente lo quería, lo recuerdan por cosas muy bonitas, ayudaba y enseñaba”, expresa Braulio, para después preferir cambiar de tema. Hace cuatro años don José falleció, pero aún hay muchas cosas de él en el taller.
Ver terminados los huaraches, cinturones o bolsas que hacen en Art Ochoa Junior es la mayor satisfacción. “Verlo terminado es lo que me deja la mejor sensación, ya uno dice, ahí está mi trabajo”, dice Braulio rodeado de cinceles, navajas, lijas y una gran variedad de herramientas y máquinas para el laborioso arte de hacer calzado de piel.
La paciencia es el ingrediente principal de la “receta” para poder hacer un buen par de huaraches, son dos días los que se requieren y ser muy detallista en cada uno de los pasos, cuenta el también migrante, a ocho años de su regreso de Estados Unidos, donde trabajó por nueve años en la construcción.
“Mira, este es un amigo de allá que trabajó con nosotros”, comparte Braulio al mostrar una fotografía de un estadounidense que en su estancia en México le pidió trabajo en el taller artesanal de la familia Ochoa.
El tik tok ha sido uno de los aliados de Art Ochoa Junior y Gallitos, empresa con la que se han unido para llevar sus productos a más lugares. “El otro día nos dijeron que si éramos manufactura china y les contestamos con un video”, relata entre risas Braulio, al recordar la grabación en la que se puso un típico sombrero chino y tras juntar sus manos y hacer el saludo del país asiático, comenzó a elaborar un par de huaraches de Sahuayo.
“Uno debe ponerse metas siempre, buscar ser mejor cada día, si no haces eso no funciona esto”, comenta el sahuayense, al considerar que la mejora constante y la creatividad deben estar presentes para que un negocio como el suyo pueda mantenerse y prosperar.
Mostrando un cuadro que envió a su papá desde Estados Unidos, con el logo del taller, Braulio relata que si no hiciera huaraches sería pintor o diseñador, el dibujo le apasiona.
Aunque un par oscila los 700 pesos, su valor es mucho mayor, detrás de éste hay tradición, creatividad, paciencia y sobretodo sueños.
Pasos mundiales
El taller Art Ochoa Junior es uno de los 10 que exportan calzado tradicional al mundo, gracias a marcas intermediarias que colocan los huaraches michoacanos en Estados Unidos, Canadá, Francia, Dubai, Australia y más países.
También en territorio mexicano está presente la marca de la familia Ochoa, principalmente en las playas de Puerto Vallarta, Acapulco y Zihuatanejo, para donde los envíos se duplican y hasta llegan a triplicarse en temporada de calor.
En general el huarache de Sahuayo llega a más de 20 países, expuso el presidente de la Asociación de Huaracheros Artesanales de Sahuayo, Jorge Ibarra, quien explicó que hay talleres completamente artesanales y otros semindustriales.
Desde 2016 se cuenta con la Marca Colectiva, lo que ha dado un impulso al sector que da sustento a más de 4 mil personas, y que se ha caracterizado por ser negocio familiar en un 90% de los casos.
La tradición que lleva más de 100 años en Sahuayo aún podría llegar a más lugares, pero uno de los obstáculos más grandes es el tema fiscal, “para exportar necesitan que todos sus proveedores les facturen, y por ser un trabajo artesanal muchas veces no se puede, necesitan también un historial financiero y ser una sociedad mercantil”, compartió Castor Estrada, quien consideró necesaria una reforma en la materia.
El subdirector de comercialización del IAM dijo también que los casos de éxito se distinguen porque profesionalizan los talleres, es decir, alguno de los trabajadores estudia una carrera e implementa sus conocimientos para que el negocio crezca.