Rumbo al FICM 2020: entrevista con Angélica Romanini

La directora y guionista Angélica Romanini explicó de dónde surgió la idea y los retos que implicó hacer el cortometraje

Josafat Pérez | El Sol de Morelia

  · lunes 26 de octubre de 2020

Foto: Cortesía | Angélica Romanini

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).– Las altas y bajas en una relación de pareja, llevadas a un paisaje agreste como lo es el desierto, constituyen el hilo con el cual se teje el cortometraje Dos cactus que participa en la Sección de cortometraje mexicano del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM).

En entrevista para El Sol de Morelia, Angélica Romanini, directora y guionista de este cortometraje, explicó que la idea surgió a propósito de un ejercicio de titulación para el cual escribía un guión, mientras sobrellevaba un proceso de duelo con su pareja, a partir del cual experimentó “un sueño recurrente con cactus” y, de ahí se inspiró para desarrollar varias escenas del trabajo.

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Grabado en la reserva de la biósfera de Zapotitlán, Salinas en Puebla, la directora dijo que conoció “este paraíso de cactáceas en medio de la sierra” gracias a la recomendación de una amiga, situación que les facilitó las cosas al no tener que desplazarse del centro al norte del país, como originalmente lo había planteado.

Explicó que los saguaros se parecen a los seres humanos por ser “una especie que, a pesar de vivir en condiciones extremas, es resistente y se regenera rápidamente”. De ahí que se haya servido por analogía de estas plantas para construir un relato intimista sobre la empatía, las fricciones y las desavenencias de una pareja de jóvenes.

Foto: Carmen Hernández | El Sol de Morelia


“Los seres humanos somos muy parecidos a los cactus, ellos guardan casi un 80 por ciento de agua… ellos guardan espinas como nosotros. Pero también tenemos esta capacidad regenerativa, para mi fue un símbolo… mi idea fue transmitirle a los actores que ellos tenían que ser como dos cactus”, advirtió.

Sobre los retos que implicó haber trabajado en un entorno natural de este tipo, Romanini dijo que la luz del desierto impuso condiciones específicas que el fotógrafo Sebastián González tuvo que sortear.

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“Primero hubo tensión entre el equipo, pero después se fue generando un ambiente de trabajo muy afín y acorde con la naturaleza del lugar”, señaló.

La música de Leonardo Heiblum es otro elemento destacable en este corto. La directora explicó que para lograr el diseño sonoro y la musicalización “hubo un proceso de decisiones entre dejar que todo tuviera música, rescatar los silencios o experimentar con resonancias: voz grave para ella y algo más agudo para él”, que fue la decisión por la que optaron, finalmente.