Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- La profesora investigadora de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), Esperanza Ramírez Romero, narró sus memorias de la influencia que Morelia tuvo para el rescate del origen del patrimonio en La Habana, Cuba, “su identidad y la historia de su propia cultura”.
En 1983, la también presidenta de Morelia Patrimonio de la Humanidad A. C. invitó al historiador cubano, distinguido por la conducción de obras de restauración de La Habana, Eusebio Leal Spenglese, a impartir un curso en la máxima casa de estudios cuyo título fue “El patrimonio como huella de la historia”.
Ramírez Romero relató que en ese entonces sus alumnos eran reacios a la materia de Historia del Arte Universal y nacional, ya que consideraban el patrimonio como un fruto de la burguesía, sin embargo, señaló que su perspectiva cambió luego de que “Eusebio habló a los alumnos del proyecto de rescate de La Habana vieja, patrimonio que había abandonado la burguesía y que un país socialista emprendería su rescate”.
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Recordó una conversación entre ambos que se dio en el corredor del hotel La Soledad, arquitectura “sobria y grandiosa” que impresionó al historiador, como la primera vez que vio la Catedral completa.
Ante el asombro de su grandeza, Leal Spenglese preguntó a Ramírez Romero si Morelia era Patrimonio de la Humanidad, a lo que ella respondió que no, pero le explicó que en 1991 la capital michoacana cumpliría 450 años de haber nacido, “tendremos tiempo para preparar muy minuciosamente y con fuertes argumentos el expediente que muestre el carácter excepcional que pide la UNESCO, para que un bien sea inscrito el listado del Patrimonio Mundial”, dijo la investigadora.
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La profesora llevó a Leal Spengler a conocer las canteras de donde se extrajo el material para construir la ciudad y quedó admirado de sus altos paredones a tal grado que utilizó el mismo material para construir la portada de la Universidad de San Jerónimo en La Habana.
En 1988, la investigadora fue invitada por el historiador a La Habana, donde se le encomendó hacer la catalogación de los edificios que están en la Plaza de la Catedral, dos estudiantes fueron ayudantes de Esperanza Ramírez, y al mismo tiempo sus pupilos, para que ellos siguieran el trabajo de la catalogación, “obra semejante a la que yo había realizado en Morelia en 1982”.
Por haberse casado con un cubano, Ramírez Romero visitaba con frecuencia Cuba, en especial La Habana vieja para conocer las nuevas restauraciones que iban apareciendo, “dejando atrás las ruinas que había anteriormente y así poder ver como la ciudad iba recuperando su carácter original”.
Finalmente, la investigadora lamentó la partida el pasado 31 de julio del historiador, quien dejó “el saber patrimonial”.