Morelia, Michoacán.- Victoria Equihua nació en la tenencia de Capula, perteneciente al municipio de Morelia. Tiene 28 años y a través de la poesía ha buscado reapropiarse de los espacios literarios habitando la ternura.
En el marco del Día Mundial de la Poesía, que se conmemora cada 21 de marzo, la poeta cuenta a esta casa editorial sobre lo significativo de esta fecha pero "en el sentido de que ha tomado otros espacios porque hemos hecho que se construya para ser vivida desde otros lugares".
Aclara que ya no es celebrar los libros y escritores que se han consagrado desde hace siglos sino "decir que la poesía está aquí, podemos tomarla porque es nuestro derecho a la creación, a compartir lo que sentimos y lo que pensamos".
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Para la creadora, las nuevas narrativas son una luz esperanzadora para visibilizar "los contextos que habitamos", pensando en las violencias que atraviesan a las personas" y que hacen que los poemas cuentan "nuestras historias, vivencias y el lugar de donde venimos".
"Históricamente, pareciera que es un lugar destinado para ciertas personas; casi siempre varones estudiados o mujeres de la academia", por lo que la apuesta es vivirla desde la palabra viva para ser compartida con "nuestras vecinas, amigas, hermanas y comunidades".
Resalta que la ternura es fundamental en el proceso creativo porque "es un sitio al que podemos ir, nombrarnos, y denunciar todo lo que nos duele, lo que nos rompe por el horror, la violencia, la tristeza y los sistemas que van ejerciendo todo esto sobre nuestros cuerpos".
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Este cuidado amoroso compartido con las y los demás, dice, se vuelve esperanzador en el momento en que se enuncian los sentires y pensamientos. "Vemos el poema de la otra e identificamos las heridas que nos atraviesan y las sostenemos en conjunto".
"Me es difícil ver la poesía desde otro espacio que no sea este sitio colectivo, vivo, seguro, lleno de afectos y cuidados proque puede ser doloroso cuando no entramos en los cánones literarios", precisa Equihua, de aquí la importancia de hacer los textos a su manera, de ser su propia poeta lejos de la aprobación de las jerarquías literarias.
Esta resignificación, comenta, ayuda a alimentar las ilusiones "que para mí son políticas", porque nutren todo "lo que nunca se nos dijo que era para nosotras, que teníamos derecho a estos sueños aunque el sistema nos haya dicho que no porque nuestra palabra merece ser escuchada".
En estos sistemas en que nos hacen vivir, nos hace pensar que no hay una vida digna para nosotras. Sigamos haciendo nuestra poesía aunque nos digan que no. Aunque nos cierren la puerta, vamos a hacer hoyos en la pared. Siempre hacemos grietas y florecemos por ahí, en palabras de la escritora.
A su vez, añade que esta reivindicación crea otras posibilidades, otros mundos posibles donde la poesía tiene otras aristas por esto "debemos permitirnos el derecho a la insolencia, a rechazar los cánones para preocuparnos de seguir generando nuevos espacios".
Finalmente, agrega que, aunque el futuro es un misterio en el que no se sabe a dónde llegará la palabra, "es bello que hay personas en todos los rincones del mundo con quienes podemos compartir lo que escribimos por eso deseo que podamos seguir buscándonos y creando esas grietas para seguir escribiendo".
