Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).— Juego fílmico, historias dentro de historias, personajes que se vuelven otros; tal es el dispositivo de Fauna, la más nueva realización de Nicolás Pereda, que se sumerge en la violencia del narcotráfico y pone en duda su idealizada representación social.
Y es que el trabajo en competencia en la Sección de Largometraje Mexicano del XVIII Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), el noveno del director, se postula como una película realista de inicio, en la que Luisa (interpretada por Luisa Pardo) lleva a su novio Paco (Francisco Barreiro) a conocer a sus padres (José Rodríguez López y Teresita Sánchez Reyna) a un pueblo minero en el norte del país, en compañía de su hermano Gabino (Gabino Rodríguez).
Sin embargo, como si se tratara de un filme de Federico Fellini, las convenciones saltan con rapidez por el aire y el espectador se ve enfrentado a situaciones que bien podrían ser parte de una obra de teatro del absurdo.
A Gabino le queda un último cigarro que no quiere compartir con el novio de su hermana, Paco va a la tienda pero un señor se ha llevado las cajetillas que quedaban, por lo que aquél le ofrece a éste cien pesos por una y acaba dándole las dos por un billete de 200. Cuando llega a casa de los padres de Luisa, a Paco le abre el hombre que estaba en el comercio, el padre de su novia, quien al enterarse de que es un actor que aparece en una serie de narcotráfico le pide que haga una escena para él: en la cantina del pueblo, el intérprete encarna ante los ojos de los presentes a un conocido narcotraficante.
De regreso en casa de Luisa, que estuvo ensayando con su madre las líneas de un guion dramático, Gabino comienza a narrar otra historia en la que él, Paco y quien era su hermana ahora son desconocidos entre sí e interpretan otros papeles, en un relato de violencia en que la búsqueda de un hombre, Rosendo Mendieta, en un pueblo de México que podría ser cualquiera, se convierte en una situación peligrosa, llena de tensión, donde preguntar a desconocidos acaso no sea la mejor opción para permanecer a salvo.
Con una propuesta estética que muestra las costuras de la narración cinematográfica y los hilos de la representación del narcotráfico como ideal casi heroico, Fauna es una cinta de apenas hora y diez minutos de duración que, no obstante, absorbe con velocidad la mirada del espectador y mantiene su atención hasta el final; película sin concesiones que quizá no esté dirigida a un público amplio, pero que sin duda sirve de barómetro para saber cómo está el cine mexicano en la actualidad: gozando de cabal salud.