Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- La pandemia ha puesto en vilo la permanencia de bares, restaurantes y galerías cuya vocación de multiforos culturales, precisa del giro comercial para sostenerse. Pese a un horizonte poco promisorio, los administradores y equipos de trabajo de estos lugares han implementado una serie de estrategias para sobrellevar la crisis, captar clientela por diversos medios y, lo más importante, reinventarse como proyecto paralelamente a la situación de precariedad económica.
En entrevista para El Sol de Morelia, Mariela Rodríguez, administradora de Galería Kitsch (ubicada en Eduardo Ruiz 559, Centro histórico), dijo que tras cerrar cerca de dos meses “dos semanas antes de que se declarara oficialmente la cuarentena”, tuvieron que cancelar exposiciones en agenda, presentaciones escénicas, círculos de lectura y demás actividades.
“Si no hay actividades escolares, está claro que la demanda disminuye y dependemos de la clientela habitual y nuestros vecinos”, dijo al explicar que han mantenido abierto el negocio “50 por ciento gracias a nuestros amigos y clientes cautivos” y la otra mitad a partir de estrategias de volanteo, servicios de deliverys y con los clientes del rumbo.
Galería Kitsch es un espacio cultural dedicado a las artes visuales, abierto también a presentaciones de danza, teatro y música, así como a talleres, conversatorios y presentaciones de libros. El próximo 15 de septiembre cumplirá 6 años.
Su administradora se asume optimista y, aunque reconoce que la venta de obras de arte no sostendrá el negocio, no le hace empacho dedicarse a la cocina para sacar a flote el negocio. De hecho, señala que entre las estrategias para reinventarse han implementado nuevos platillos en la carta y emprendieron un huerto en la azotea.
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“Me quiero imaginar que esta situación puede empezar a mejorar al siguiente año, yo quiero ser optimista cuando todo parece indicar que serán dos años para una recuperación completa. De cualquier manera, buscaremos la forma de estar sobreviviendo, no tenemos otro ingreso”, advirtió.
Por su parte, Gilberto Pérez Baeza, copropietario de Cactux Gastrocultural (ubicado en la calle Héroe de Nacozari 191, Centro Histórico), dijo en entrevista para este medio que “al principio, mientras las autoridades nos decían de qué manera se podría continuar, dejamos solamente la parte de comida para llevar y nos funcionó poco más de un mes”. Sin embargo, reconoció que las bajas ventas obligaron a mandar a descansar a una parte del equipo (el ingeniero de audio, meseros, etc.) “mientras volvía a llegar más clientela”.
Al continuar la tendencia a la baja, comentó que entre los socios del Cactux tomaron la decisión de cerrar alrededor de mes y medio “en lo que mejoraba un poquito la economía y veíamos cómo se desarrollaba todo, aunque sabíamos que se iba a prolongar demasiado”.
Dos de las estrategias para continuar abriendo, consistieron en “reforzar que la gente nos consumiera directamente, sin intermediar con plataformas de entrega de comida”, a fin de obtener un mayor beneficio por las ventas y darle empleo a los repartidores del lugar, y realizar conciertos en vivo –dijo–“desde las casas de los músicos se transmitía vía Facebook live del Cactux y la gente les depositaba, nosotros lo que hacíamos era enviarles comida para apoyarlos”.
A casi mes y medio de su reapertura, Cactux trabaja con el mínimo de empleados (cocina, barra y meseros) y debe acotarse a un horario de 15:00 a 22:00 horas, entre domingo y jueves, mientras que los viernes y sábados cierran a las 23:00 horas.
“Dicen que una época de crisis sirve para resurgir, pero en ese resurgir muchos se quedan en el camino y los que puedan salvarse, ahí se verá el fruto de su trabajo, pero no está bien que se quede gente afuera… es muy triste que lugares cierren por esa situación o gente se quede sin trabajo, a todos nos pega”, señaló Pérez Baeza.
A su vez, Oscar Totol, propietario de Jeudi 27 (ubicado en Valentín Gómez Farías 265, Centro histórico), explicó en entrevista para este medio que la ausencia de clientela y el cierre les obligó a plantearse “alternativas sobre lo que íbamos a hacer y la solución de emergencia fue ofrecer comida a domicilio, para ello activamos la cocina y empezamos a vender por redes sociales, a llevar en bici, moto y caminando, o bien pasaban por la comida”.
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Además de deshacerse de “tiliches” y vender bancas y mobiliario del bar para completar el pago de renta y servicios, dijo que la escasez de cerveza durante la cuarentena resultó providencial.
“Yo tenía guardada cerveza porque ya no tenía eventos y como se vendía muy cara, yo la pude vender al mismo precio y eso me dio cierta holgura y liquidez económica. Además conté con la solidaridad de varios amigos que me hicieron algunos préstamos, con Virginia Rico que organizó algunas rifas y donaciones”, dijo al precisar que de esa manera se mantuvieron hasta que el Ayuntamiento dio luz verde para la reapertura durante los primeros días de julio.
A pesar de ello, Óscar Totol reconoce que “no ha habido mucha gente” y aún no han organizado eventos de música ni cine. “Se paró todo, nos sostenemos prácticamente de la cocina y la venta de productos”, señaló.
El 5 de septiembre este foro cumple 8 años: un año con el nombre Tortuga Jirafa y siete como Jeudi 27. Sin arredrarse frente a la incertidumbre impuesta por la crisis sanitaria, su propietario se muestra optimista y asegura que vendrán tiempos mejores.
“Si empieza a haber más movimiento, queremos reabrir el cineclub, recuperar eventos de danza, teatro y circo, y regresar mejorados. Todo este tiempo que hemos estado más tranquilos, tratamos de mejorar la administración, la dirección, además de ir pintando y mejorando áreas y arreglar detalles del audio”, precisó.