Morelia, MichoacOEM Infomex.- Al caminar o conducir por esa icónica vía que forman el Acueducto y el Bosque Cuauhtémoc, es probable que la mirada se detenga con mansiones antiguas que ahora funcionan para diferentes propósitos, como es el caso del Museo de Arte Contemporáneo Alfredo Zalce (MACAZ), del cual contamos aquí su historia.
Para hacer posible ese relato, consultamos con la historiadora del arte Andrea Silva Cadena, quien de hecho ha realizado investigaciones sobre el pasado de lo que ahora es el bosque Bosque Cuauhtémoc y los edificios que contiene, cuya historia se remonta a la década de los 60, pero del siglo XIX.
La historiadora contó que en ese entonces, la zona arbolada donde ahora está el bosque fue ordenada por un proyecto del arquitecto belga Guillermo Wodon de Sorinne, lo cual quiere decir que trazaron y construyeron las callecitas que atraviesan el bosque, que ha mantenido ese mismo diseño desde entonces.
De acuerdo a la también historiadora Jaqueline Cortés, el área que ahora es el bosque estuvo ocupada por grupos indígenas en lo que era conocido como el barrio de San Pedro, el cual fue transformado en el Paseo de San Pedro “cuando las comunidades originarias fueron suprimidas con la ley Lerdo de Tejada en el siglo XIX; los terrenos fueron expropiados y con el gobierno de Aristeo Mercado se vendieron a empresarios y a ex gobernadores, que construyeron mansiones de veraneo”.
Entonces, Silva Cadena contó que el trazado de ese bosque incluyó la división de predios, en 1861, para la edificación de las mansiones. Sin embargo, la construcción de la mansión que ahora tiene al MACAZ no fue inmediata, sino que ocurrió hasta fines del siglo XIX, “cuando el terreno fue adquirido por José Iturbide”, que emprendió la construcción en 1896.
Silva Cadena hizo la anotación de que antes de estas labores “no se ha encontrado evidencia de construcciones anteriores; es decir, el edificio es el original”, es decir, obviamente han habido modificaciones para mantenimiento, pero la estructura y diseño son los mismos.
A propósito de su estructura, Silva Cadena dijo que se desconoce quién fue el arquitecto responsable del diseño de la casa, que contiene una amalgama de estilos que, “cómo llamaría Katzman, es Campestre romántico porque recupera formas medievales por su torre románica y elementos del gótico, es entonces una arquitectura ecléctica”.
De casa a galería y luego a museo
Desde que fue construida por José Iturbide, la mansión fungió como espacio doméstico y la utilizaron de ese modo hasta los años 30 del siglo XX, cuando cayó en abandono luego de que la dejara de ocupar su último habitante, Manuel Ibarrola.
Al respecto, Silva Cadena relató que “de 1934 y a 1961 no hay evidencia de que haya sido ocupada, hasta que la adquieren sus últimos dueños particulares, la señora Elvira Miravet y su esposo, el arquitecto Ramírez Bernal, quien hizo una renovación del edificio luego de esas décadas de abandono”.
Pero esta pareja fue despojada de la casa pues no contemplaron un asunto importante, relacionado a la condicionante con que fueron divididos los predios, misma que explicó Silva Cadena: “se estableció que el gobierno sería el propietario absoluto del terreno y se harían concesiones por cien años, entonces la que tenía la mansión terminó y, no sin molestias, el arquitecto y su esposa se vieron obligados a dejar el inmueble”.
El gobierno estatal volvió a ser dueño de la mansión, que fue encauzada hacia el arte cuando el presidente Luis Echeverría la convirtió en galería en 1971, transformada en 1972 como el “Museo de Arte Contemporáneo”; este fue, según apuntó Silva Cadena, fue el primero de su tipo en la región centro occidente de México.
“Su creación da cuenta del espíritu por fundar instituciones abocadas al arte, un fenómeno que se dio sobre todo en los años 70 y 80, que es cuando se empiezan a fundar muchos museos de la ciudad”.
El primer director fue Manuel Aguilar de la Torre, quien inició el camino de un museo que ha pasado por muchas etapas, como aquella de cierre en los años 80, su reapertura en 1984 con la exposición Zalce 84 o el otorgamiento de su nombre actual, pues fue en 1993 en que se le llamó Museo de Arte Contemporáneo Alfredo Zalce.
“El espacio no fue pensado como museo, aunque esta es una realidad de la mayoría de museos, son una minoría aquellos que cuentan con edificios que de origen fueron pensados para exposiciones del patrimonio cultural. El MACAZ tiene unas dimensiones muy humanas, es cercano y cálido, es un museo pequeño, íntimo, en un lugar encantador”.