Morelia, Michoacán.-Aunque se suele denostar al pueblo y se ensalza a las grandes urbes, hubo un historiador que venía ambos mundos desde un plano de horizontalidad, porque además hizo su mayor aportación a la ciencia desde San José de Gracia y no en la Ciudad de México. Hablamos de Luis González y González, a quien recordamos a propósito del aniversario de su natalicio, este 11 de octubre.
Para rememorar a González y González recurrimos a la voz de Álvaro Ochoa Serrano, profesor investigador en el centro de estudios de las tradiciones del Colegio de Michoacán (Colmich). El docente mencionó los orígenes de González y González, las aportaciones que hizo y la falta de reconocimiento que hay hacia su figura.
Falta de reconocimiento
No obstante las aportaciones hechas por González y González al mundo académico de México, hay un cierto olvido a su figura pues como mencionó Ochoa Serrano, “en la academia y en muchos sectores de la sociedad mexicana influye el síndrome de extránjia, lo digo así porque también hace falta quitarle carga a la Malinche” una mujer a la cual se atribuye haber actuado de manera traicionera, lo cual es injusto pues como recordó el historiador, en ese momento del siglo XVI “no existía la patria ni la nación mexicana”.
Pero eso es otra historia y al volver con González y González, Ochoa Serrano destacó que el michoacano no sólo condensó teorías originadas en Inglaterra, Francia o Estados Unidos, sino que “las asimiló al saber mexicano, ahí es donde le reconozco esa aportación y que está reflejada en Pueblo en vilo, una obra multidisciplinaria, igual que la de (Carlo) Ginzburg, pero todo el mundo alaba a este último”.
Carlo Ginzburg es italiano por cierto. Ochoa Serrano señaló entonces que, de no ser por el influyente síndrome de extránjia “la figura y la obra de don Luis González y González serían vistas de otra manera”. Es decir, con más reconocimiento en su propio país.
El origen
De acuerdo a Ochoa Serrano, el pueblo de González y González se ubica en una región que él mismo llamaba como “los altos de Jalmich, porque son tierras flacas igual que Los altos de Jalisco”.
Y fue en esa región donde González y González escribió, en un año sabático, el libro de Pueblo en vilo, uno de los referentes de la microhistoria, concepto que de acuerdo a Ochoa Serrano es:
La comunicación lugareña, de los amigos, los compadres, los conocidos, para él eso era, la historia contada y vivida por los lugareños, la gente del lugar o de la región.
Pero en este punto, Ochoa Serrano anotó que pese a las críticas que se le han hecho a la obra de González y González respecto a que la microhistoria es aldeana, lo que busca es situar a la historia de cada lugar o región como parte de un entramado heterogéneo. Es decir, dijo no se debe confundir con el regionalismo.
De acuerdo con Ochoa Serrano, el entendimiento de la historia como un fenómeno heterogéneo es relevante porque González y González dio una respuesta a la historia nacional “considerada nada más como una historia del Palacio Nacional y no de toda la nación”, es decir, una contrapropuesta a la narrativa centralista.
Esto implica, añadió Ochoa Serrano, que González y González tenía claro que la historia se construye a partir de seres humanos “con sus virtudes y defectos, no de santos y demonios, de hecho es un crítico de la historia de bronce, de la historia oficial donde se dora la píldora”, es decir, de aquella que glorifica a personajes como Morelos o Hidalgo, hombres que en sus vidas también tuvieron errores.
En este sentido, Ochoa Serrano agregó lo siguiente “en la introducción a la antología que hizo el Colegio de México sobre don Luis, un texto llamado Luis González y González, independencia y revolución, en el sentido en que se refieren al ideal de independencia académica y en la revolución de la microhistoria”.
Pero esto no quiere decir, anotó Ochoa Serrano, que antes de Pueblo en vilo no se escribieran las historias locales. En cambio, explicó “lo que aportó don Luis González y González con su libro es el enfoque; otros estudios locales presumen primicias, primores y valientes igual que las canciones mexicanas, los lugareños se sentían el ombligo del mundo, entonces don Luis González y González, con su libro, hizo una invitación a sus paisanos a ver el mundo desde su lugar”.
Agregó entonces que González y González “partió de la historia universal del lugar, aquí se debe distinguir entre universalidad, particularidad e individualidad”. Este marasmo de conceptos fue clarificado por Ochoa Serrano de esta manera: “tomar un lugar como modelo (como el caso de San José de Gracia o cualquier otro pueblo) que es parte de la universalidad con cualquier otra parte del mundo”.
Es decir, el estudio de un fragmento de ese mundo, tomando en cuenta los contextos nacional o internacional. Para clarificar esto podemos poner como ejemplo lo ocurrido en la Universidad Michoacana con la entrada del ejército en 1966, que no fue sino una manifestación local de un fenómeno político en apariencia lejano, como la Guerra Fría. Otro ejemplo de esto, aportó Ochoa Serrano, es el de la influencia española antes y después del colonialismo, “algo mundial y que también sucedió en San José de Gracia”.
El Colmich
Otra aportación hecha por González y González fue la creación de la entidad donde trabaja Ochoa Serrano. Y fue este último quien dijo en la entrevista que el Colmich “nació en octubre de 1978, pero como pasa con las criaturas que nacen y luego las registran, entonces el registro oficial del Colmich fue el 15 de enero de 1979”.
Pero el relato de Ochoa Serrano sobre el surgimiento de este colegio en una ciudad como Zamora no se quedó en la mera efeméride.
En ese momento respondió a una invitación del entonces secretario de educación pública, Fernando Solana, que estaba en el régimen de José López Portillo; ese secretario fue al Colegio de México, expuso la propuesta descentralizadora del gobierno federal y ahí mismo preguntó cuál de los presentes se apuntaría para iniciar el establecimiento de instituciones fuera de la capital del país, Luis González y González fue el primero en levantar la mano.
Aunque también había una motivación personal, pues la vida en Ciudad de México no era algo que González y González disfrutara mucho, “él ya quería salir, el ritmo de vida de esa ciudad no da tiempo para hacer cosas”.
Más todavía, Ochoa Serrano contó que el gobernador de Michoacán de ese entonces, Carlos Torres Manzo, le rogó a González y González que colocara al Colmich en Morelia, más en específico en el edificio donde actualmente se encuentra la Casa de la Cultura de Morelia. “González y González llegó al estado con la encomienda de establecer la institución en Michoacán y Torres Manzo le rogó, pero don Luis le respondió que no, porque no iban a salir de un centro (Ciudad de México) para llegar a otro centro (Morelia), o sea que se tomó muy a pecho la descentralización”.
En este punto, Ochoa Serrano no se resistió a dejar a un lado la cuestión política, pues expresó que ese ánimo descentralizador de González y González fue, en ese momento una virtud, pero es algo que en este momento “es un defecto porque ahora se ha reforzado mucho el centralismo”.
Otra cosa que diferencia a González y González de los políticos, es que no tuvo ánimo de durar mucho en un puesto de poder, pues de acuerdo con Ochoa Serrano “igual que los sexenios, duró al frente del Colmich seis años, tenía posibilidad de reelegirse pero no y además fijó la no reelección”, dentro de esa entidad académica.
Entonces –agregó Ochoa Serrano- estuvo de 1979 a 1985 y tan pronto terminó se fue a su pueblo, que es San José de Gracia, donde murió, aunque no le hubiera costado seguir en la Ciudad de México, pero esta no le atraía.