Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- La palabra como herramienta de la memoria y el arte en su dimensión sociopolítica son dos pilares que sostienen al poemario Nombres propios, presentado de manera reciente por su autora, Mercedes Alvarado, en El Traspatio librería.
Fue justamente en El Traspatio donde la escritora concedió la presente entrevista junto a la activista Laura María Orozco Medina, integrante del colectivo Familiares Caminando por Justicia, quien de hecho estuvo junto a la escritora en la presentación.
Pero más allá de la presentación, lo que concierne aquí es la temática sobre la que se vuelca este libro publicado por Elefanta editorial, una problemática que atraviesa a nuestro país, la cual persiste y tiene muchas aristas, porque es la desaparición de personas. Además, la autora hará una serie de presentaciones en foros independientes de diferentes ciudades.
¿Escribir el libro fue una forma de hacer catarsis, era necesario para sanar?
MA: efectivamente. Mi amigo David Sosa desapareció en octubre de 2011 y, cuando se iba a cumplir el primer año de la desaparición es que escribo Lamento por la vida de David, que fue un acto creativo que respondió a una necesidad personal de decir: esto nos sucede a quienes nos falta una persona, eso fue el primer poema de lo que después se convirtió este libro.
Me tardé muchos años en saber que esto sería un libro, en realidad lo supe hace poco, cosa de un año; mientras que la decisión de publicarlo responde al reconocimiento de que no solo es mi realidad y no solo una situación particular, se trata de una situación que nos atraviesa a todos y todas en este país, por la importancia de nombrar y reconocer esta problemática, de nombrar estos duelos, que es una realidad y vivimos todos juntos y juntas.
No es que haya tomado una decisión consciente de escribir un libro sobre los duelos, más bien ocurre que la realidad empuja y obliga al acto creativo, porque todo acto político es un acto creativo y la poesía es un reflejo de esa realidad.
En Nombres propios se tocan temas que regularmente no tienen el foco de atención
MA: lo que pasa es que hay una narrativa oficial que no es necesariamente la única y para mí era importante con este libro hablar, reconocer la existencia de las víctimas vivas, que también son llamadas "indirectas", pero que somos víctimas vivas porque estamos sufriendo toda la situación de violencia.
La narrativa oficial y mediática se centra en quienes faltan ya sea porque están en situación de desaparición o se les quitó la vida, pero está también esta parte de la que me interesa hablar que es quienes estamos, a qué estamos obligados a hacer en la vida cotidiana para sobrevivir a esto, es decir, sobrevivir al miedo, a la búsqueda, a la incertidumbre, eso era de lo que me interesaba hablar en este libro.
¿La literatura es un refugio y medio para sanar?
MA: la literatura es una trinchera, la poesía es una trinchera, todo arte es una trinchera y desde ahí nombramos, señalamos y también propiciamos que existan ejercicios que nos permitan ser más conscientes de la colectividad y, en ese sentido, ayudarnos en esos procesos de sanación.
¿Cuándo se publicó Nombres propios?
MA: el libro acaba de salir, tiene como dos semanas en librerías el 17 de agosto se presentó en La Increíble librería de Ciudad de México, con las poetas María Baranda y Marisela Guerrero; la intención es que camine por espacios independientes como El Traspatio, sobre todo para generar conversación.
El que sea en lugares independientes es por la posibilidad que dan para hablar de estos temas
En tu caso Laura (María Orozco Medina), ¿cómo resonó Nombres propios en ti?
LM: es una manera de expresión más sensible, desde el sentir, se lee de manera sencilla pero dolorosa y sin embargo, considero que acerca a quien no quiere acercarse a un tema que ya no es posible evadir.
En ese sentido ¿cómo notas a la sociedad michoacana frente a esa problemática?, ¿libros como este ayudan a que se abra la sensibilidad de la gente hacia el tema?
Sin duda es un libro que nos ayuda a sensibilizar, sin embargo veo con muy poca disponibilidad a las instituciones educativas, que tendrían que hablar de estos temas tan complejos, necesarios y urgentes, la verdad es que hay negativas a hablar de estos temas, a tratarlos y generar acompañamientos a las víctimas.
Sobre todo hablo de que pasa en carreras como derecho o psicología. No se prepara a los profesionistas para tratar en estos impactos psicosociales generados por la desaparición forzada de personas; no se forma a los abogados sobre el tratamiento legal que se le debe dar a una desaparición forzada; entonces, desde las instituciones hay maneras de seguir solapando este tipo de violaciones graves a derechos humanos.
También la omisión dice algo, en el sentido de cómo se siguen perpetuando estas violaciones graves.
¿También hacen falta espacios para recuperar espacios? Un ejemplo es el caso de Los Negritos (en la región ciénega de Michoacán), que alguna vez fue un paraje para días de campo y ahora es sitio de fosas clandestinas, ¿cómo se haría para revertir ese proceso de destrucción?
Nosotros como organización nos hemos apropiado de espacios públicos, tenemos actividades en la Plaza de Armas (en el centro de Morelia) los días 30 de cada mes para bordar los rostros de personas desaparecidas; es apropiarnos de espacios públicos como una forma de resistencia, de visibilizar la existencia de un problema social en Michoacán y en todo el país, de desaparición forzada, que nadie está atendiendo y que además los estados intentan seguir ocultando, algo que ya no es posible.
Entonces, la atención al problema ha sido, en esencia, desde la sociedad civil.
LM: atendiendo sí, porque somos los mismos familiares quienes acompañamos a otros familiares o nuevos casos, porque las autoridades siguen en la misma situación de no querer atender, de evadir, de ser ellos mismos quienes hostigan para que las personas desistan de las denuncias y no continúen con las investigaciones porque en muchas de las desapariciones forzadas hay un involucramiento de las mismas autoridades, de las mismas fuerzas de seguridad del estado.
¿Por qué hay pocos padres buscadores?
LM: al atender la documentación de los casos, realmente son las mujeres quienes salen a buscar, pero mucho tiene que ver con el rol cultural de cómo los hombres son quienes proveen o son quienes desaparecen, entonces nos toca a las mujeres continuar en la búsqueda.
Pero también muchos hombres se divorcian o abandonan a la familia porque se niegan a estar en esos procesos de búsqueda, en parte porque les resulta vergonzosa la criminalización y estigmatización que ha hecho el mismo Estado en el sentido de que “quienes desaparecen es porque eran delincuentes, en algo andaban”.
MA: me parece interesante lo que dice la prologuista del libro, Natalia Mendoza, ella es especialista en derechos humanos y ella apunta a que a las labores de cuidado, que tradicionalmente recaen sobre la mujer, se suman ahora las de búsqueda.
Hay un tema de roles de género porque se asume que la búsqueda es una extensión de las labores de cuidado, entonces sí hay un tema de roles de género; también creo que es muy importante decir que cada quien lo asume como puede y que la gente tiene derecho a decidir cómo vive su desaparición y su duelo, hay quien se suma al colectivo de búsqueda y hay quien decide no hacerlo y es tan válida una cosa como la otra; vas encontrando cómo hacerle frente a una situación que no sabes cómo hacer frente.