Morelia, Michoacán.- La Fuente de Las Tarascas, ubicada en el corazón de Morelia, es uno de los monumentos históricos que forman parte de la identidad colectiva, sin embargo, aún hay mitos que giran a su alrededor, principalmente, sobre quiénes representan las tres mujeres que se plasmaron.

La falta de documentos ha generado que exista la desinformación acerca de esta escultura de bronce entre la población, guías turísticos y medios de comunicación al no contar con una fuente fidedigna que brinde la certeza de que representen algo, de acuerdo al historiador Hiram Padilla Rizo.

Entre estas interpretaciones que se han compartido a través de los años son que representan a tres princesas p’urhepechas, a tres virtudes teologales o las tres capitales que tuvo el Imperio Tarasco. Algunos historiadores han afirmado que hacen alusión “a cómo las mujeres tarascas vestían antes de la Conquista”.

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Sin embargo, precisó el también guía de turistas certificado por la Secretaría de Turismo del Estado (Sectur), que no se tiene plena certeza de que algunos de estos mitos urbanos sean reales, incluso, el muralista uruapense Manuel Pérez Coronado “señaló que carecían de valor y significado”.

El investigador Ricardo Espejel Cruz, quien narra haber sido contactado por la nieta del creador de las primeras Tarascas, Antonio Silva Díaz, menciona en su blog que “antes de morir le dijo que solamente quería resaltar la belleza de la mujer michoacana que, a la hora de lavar en los ríos, se quedaba con el torso desnudo”.

Una fuente adelantada a su época

A pesar de que en la actualidad se ve a esta escultura como un símbolo de la identidad moreliana, además de uno de los atractivos principales, no siempre fue así, pues desde su colocación en octubre de 1931, “fueron duramente criticadas por la sociedad”, de acuerdo con Padilla Rizo.

“Eran otros tiempos. El país tenía poco tiempo de haber salido de la Guerra Cristera, era una sociedad conservadora, y el hecho de que estuvieran desnudas, no fue bien aceptado por parte de las y los habitantes que las tachaban de inmorales, ofensivas y escandalosas”.

Otra de las cuestiones de esta desvalorización del primer monumento, agregó, es que se argumentaba que su forma era desproporcionada, el material de barro y la paleta de colores no la beneficiaba, incluso, “de manera peyorativa se les llamaba indias y no en un tema de orgullo como el día de hoy”.

A esto se suma la visita a la ciudad, en agosto de 1965, de la primera dama de México, Eva Sámano de López Mateos que según se cuenta, al pasar por ahí junto con la esposa del gobernador del Estado, Agustín Arriaga Rivera, Guadalupe Herrera, “hizo el comentario de que era fea y parece que ahí empieza la inquietud de quitarla”.

Imprescindible derribar el mito de su localización

Otra de las cosas que se han comentado, y que muy pocas personas conocen, es el trayecto para reubicar a Las Tarascas originales en 1965. Mismas que explica en sus archivos el ingeniero Manuel Rodríguez Morales, encargado de llevarlas hasta la intersección de las avenidas Ventura Puente y Acueducto, por órdenes del presidente municipal Fernando Ochoa Ponce de León.

En 1967 son llevadas hasta el antiguo recinto ferial, ubicado en salida a Salamanca, a la zona conocida como Santiaguito en ese entonces. En 2008, durante el mandato del gobernador Leonel Godoy Rangel que son llevadas a Ciudad Salud, donde permanecen hasta la fecha; excepto por la batea que cargan, la cual fue quebrada en el camino.

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Por esta razón, señaló el investigador Hiram Padilla, que es necesario deshacerse de los mitos sobre que “se las llevaron a España o que están en la casa de Arriaga Rivera”. Lo que sí es un hecho es que las nuevas Tarascas, realizadas en 1983 a 1984 por José Luis Padilla Retana, seguirán en ese lugar como muestra de la historia de la ciudad.