Morelia, Michoacán (OEM- Infomex).- La capital del estado es una ciudad llena de misterios, historias y leyendas que se cuentan dentro del primer cuadro de la ciudad y cuyos hechos sucedieron en la época donde el nombre de Morelia era Valladolid.
Una de las leyendas más famosas de la ciudad es aquella cuyo escenario es la primera casa donde da inicio la Calzada Fray Antonio de San Miguel y que hoy funge como el Centro Cultural Morelia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
La historia que se cuenta a cualquiera que se acerque a la casona, comienza en una España virreinal. Ahí, don Juan Núñez de Castro, un joven poderoso y acaudalado, conoció a doña Leonor del Paso. Desde el primer momento, los dos quedaron profundamente enamorados el uno del otro, formalizando su amor en matrimonio y poco después, teniendo a su primera y única hija llamada Leonor.
Sin embargo, para desgracia de la familia, doña Leonor murió una semana después de que el bebé naciera. A pesar del dolor que don Juan sentía, decidió que él necesitaba una esposa y su hija una madre. Así que volvió a las tertulias y ahí conoció a doña Margarita, quien parecía ser una buena mujer.
Pasaron los años y Leonor se convirtió en una joven de belleza extraordinaria. Debido a esto, doña Margarita comenzó a sentir celos y envidia de la muchacha. Todo empeoró cuando, por problemas económicos, don Juan decidió mudarse junto con su familia a la ciudad de Valladolid, ahora Morelia. Ahí logró acrecentar significativamente su riqueza, aunque el trabajo lo absorbía por completo y debía viajar por largos periodos a Guanajuato.
Fue precisamente durante esas ausencias cuando doña Margarita aprovechó para encerrar a Leonor. La joven permanecía enclaustrada toda la semana a excepción de los domingos. Esos días, doña Margarita le permitía acudir al Santuario Guadalupano.
En uno de esos días Leonor conoció a Manrique de la Serna y Frías, un gallardo capitán que pertenecía a la guardia virreinal. Los dos jóvenes quedaron prendados el uno del otro y comenzaron a verse a escondidas. Todo su romance se desarrolló a través de la tercera ventana del sótano donde varias veces juraron casarse y amarse para siempre.
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Sin embargo, en un momento de descuido, los jóvenes amantes fueron sorprendidos por doña Margarita quien, furiosa, encerró a Leonor en esa misma habitación mientras Manrique viajaba a la Ciudad de México con la intención de solicitar una carta al virrey para pedir la mano de Leonor.
A pesar de los esfuerzos, los trámites demoraban demasiado y la crueldad de la madrastra solo aumentaba. Llegó un punto en el que prohibió a los sirvientes acercarse a Leonor para darle comida o agua. Esto causó que, en un momento de desesperación, Leonor rompiera uno de los maderos que daban al exterior y desde ahí, pedía a quien pasara un poco de pan o agua.
La gente comenzó a sospechar sobre el encierro de Leonor. Sin embargo, doña Margarita se dio cuenta y tapizó la ventana. Se libró del asunto diciendo que eran habladurías de la gente chismosa y argumentando que Leonor estaba de viaje.
Después de algún tiempo, por fin regresaron a Valladolid don Juan y don Manrique. Al encontrarse, el joven le extendió la carta para pedir la mano de Leonor. Asustada por la llegada de los dos hombres que pronto comenzarían la búsqueda de la joven, doña Margarita trató de huir sin tener éxito, ya que terminó siendo detenida por las autoridades locales.
Con la detención de doña Margarita, una de las sirvientas se dirigió aterrorizada hacia los dos varones para pedirles ayuda e informarles que Leonor, continuaba encerrada en el sótano. De inmediato bajaron y se encontraron a la joven, que yacía muerta. La imagen fue desgarradora: ella estaba sucia, con un aspecto cadavérico que se había llevado consigo su inigualable belleza.
Los dos hombres estaban devastados. Aunque, aun así, decidieron que llevar a cabo la boda. Leonor y Manrique se casaron en el lugar que los había unido: el Santuario Guadalupano. Después, velaron a la joven a los pies de la tercera ventana del sótano y al día siguiente, Manrique llevó el cuerpo de su amada al último árbol de la Calzada y ahí la enterró.
Algunas personas han asegurado que después de las 20:00 horas, es posible ver una mano cadavérica que sale de la tercera ventana del sótano. La aparición es acompañada de una voz que dice con voz desgarradora “un poco de agua o un pedazo de pan por el amor de Dios que me estoy muriendo”.
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