/ sábado 23 de noviembre de 2019

Estudiantinas envuelven  la ciudad con su música

Esta tradición musical tuvo su auge en México durante la década de 1960; su legado perdura en las ciudades coloniales

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- En las tardes de fin de semana, las calles del Centro Histórico de Morelia se pintan con un tono bohemio, la colonial cantera rosa se llena de música y cultura al son de diferentes expresiones culturales como lo son las clásicas agrupaciones conocidas como “tunas” o estudiantinas.

Éstas son una agrupación musical que porta una combinación de vestimentas tradicionales -casaca, pantaloncillo, greguesco, niquer, capa y banda- que interpretan en las calles o eventos públicos, un repertorio de canciones del folklore español y latinoamericano.

Dicha tradición musical, la cual tiene sus orígenes en España, tuvo su auge en México durante la década de 1960, cuando cientos de agrupaciones nacieron alrededor del país en los callejones, entre ellas se encuentra la de Guanajuato, de Aguascalientes y la Tuna Nicolaita de la capital michoacana.

En la ciudad de Morelia existen por lo menos seis estudiantinas conformadas por varones de todas las edades, entre los 15 y 40 años de edad, mismas que se han encargado de mantener la tradición viva.

Por su parte, la Tuna Nicolaita, la única estudiantina fundada dentro de una institución universitaria como dicta la tradición, ha permanecido tocando desde el año de 1963, cuando se inició dentro de la Facultad de Ingeniería Civil de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH).

Su director, Rafael Rodríguez Millán, platicó con El Sol de Morelia y compartió que la estudiantina dio un cambio a su vida.

Nosotros somos regularmente 20 personas, aunque no todas tocamos siempre, nos presentamos en eventos de la Universidad, para el Ayuntamiento, cuando nos piden para eventos privados y también andamos en las calles de vez en cuando. Aquí no se ocupa saber tocar ni cantar, nosotros les enseñamos, son ganas lo que se necesita

Durante sus dos décadas de músico y ahora instructor, Rodríguez Millán aseguró que lo último en esta vocación es sacar recursos o hacer de ello una caridad; por el contrario, lo primordial es “aprender un oficio valioso y llevar la música a donde se solicite, por la tradición y por el amor a la hermandad entre tunos”.

La tradición mandata que al ingresar a una estudiantina comienzas en la rama más baja de la jerarquía, como aspirante, para convertirse en pardillo, becario y, con el paso de los años y la práctica, convertirte en un tuno mayor.

El ser tuno no sólo consiste en ensayar y tocar en algunos eventos, se lleva más allá “como un complemento a la vida no sólo individual sino de grupo, conocemos otras perspectivas de vida, de pensamiento, no es sólo tocar por tocar”, explica entusiasmado.

Al ser ésta una tradición que ha sobrevivido por décadas, para el director de la Tuna Nicolaita es importante no perder la tradición y más que eso: la pertenencia a la ciudad por excelencia romántica.

Sin embargo, la competencia por mostrar su música y su talento al público es latente, ya que no sólo se enfrentan al ser elegidos entre las distintas tunas que existen en la ciudad, sino contra el arte callejero que converge diariamente en las calles de Morelia.

Al caer la noche, el Centro Histórico se convierte en una plataforma para que artistas de todo tipo muestren sus talentos al paso de los transeúntes, hay quienes exhiben sus pinturas y dibujos, mientras que otros aprovechan para exprimir al máximo sus dones musicales, he aquí la principal competencia de los tunos morelianos.

Nosotros hacemos algo diferente. No tocamos el saxofón ni nos ponemos en las esquinas, tenemos un amplio repertorio que le gusta a la gente, música de todo tipo, desde baladas hasta boleros

Aún cuando esta tuna toca principalmente por invitación y en espacios institucionales, “el parche”, como ellos llaman al reunirse y salir a tocar en áreas públicas, es una de las actividades que más difusión les da.

No obstante, hay quienes reportan sentirse invadidos y hasta hostigados por los intérpretes, pues consideran que, en ocasiones, no se solicitaron sus servicios y a petición de dádivas los músicos irrumpen sus lugares de reunión, situación que sucede muy a menudo en los Portales de Morelia, frente a Catedral o la misma Plaza de Armas.

“No tenemos la facultad arrebatarles sus instrumentos y pedirles que dejen de tocar, en todo caso, si se reportan molestias de la ciudadanía se les pide que se retiren del lugar, pero tampoco gozan de ninguna tolerancia reglamentada como en el caso de los organilleros. Nosotros no decimos nada porque lo vemos como una expresión artística”, dijo el encargado del área de análisis técnico de la Dirección de Mercados del municipio, J. Guadalupe Gutiérrez.

Al no gozar de ningún tipo de regulación los músicos deben de mantener su trabajo a cuesta de lo que se produce. En su mayoría las tunas morelianas salen a tocar en fines de semana a áreas públicas con la esperanza de conseguir recursos para costear sus trajes, instrumentos y transportes cuando deben viajar.

Foto / CORTESIA ESTUDIANTINA NICOLAITA

En el caso de la Tuna Nicolaita, el panorama es muy distinto, pues apoyados por la UMSNH es como obtienen uniformes, instrumentos y el pago de gastos de transporte cuando son invitados a mostrar su talento en otros espacios.

El trabajo duro y esfuerzo, los ha llevado a recorrer prácticamente todo el territorio michoacano, otros estados y hasta otros países como Colombia donde fueron condecorados por ser “un ícono mundial en el movimiento de las tunas en Latinoamérica”.

Las estudiantinas morelianas son parte de esas tradiciones que se niegan a morir, pues con más de 60 años de historia siguen luchando por conseguir nuevos espacios dentro de la cultura moreliana.

Pero el futuro pinta bien, pues sin dar mayores detalles, Rafael Millán adelantó la llegada de un Festival Internacional de Tunas a Morelia, ciudad de la cantera rosa que albergará a participantes de países como Colombia y España.

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- En las tardes de fin de semana, las calles del Centro Histórico de Morelia se pintan con un tono bohemio, la colonial cantera rosa se llena de música y cultura al son de diferentes expresiones culturales como lo son las clásicas agrupaciones conocidas como “tunas” o estudiantinas.

Éstas son una agrupación musical que porta una combinación de vestimentas tradicionales -casaca, pantaloncillo, greguesco, niquer, capa y banda- que interpretan en las calles o eventos públicos, un repertorio de canciones del folklore español y latinoamericano.

Dicha tradición musical, la cual tiene sus orígenes en España, tuvo su auge en México durante la década de 1960, cuando cientos de agrupaciones nacieron alrededor del país en los callejones, entre ellas se encuentra la de Guanajuato, de Aguascalientes y la Tuna Nicolaita de la capital michoacana.

En la ciudad de Morelia existen por lo menos seis estudiantinas conformadas por varones de todas las edades, entre los 15 y 40 años de edad, mismas que se han encargado de mantener la tradición viva.

Por su parte, la Tuna Nicolaita, la única estudiantina fundada dentro de una institución universitaria como dicta la tradición, ha permanecido tocando desde el año de 1963, cuando se inició dentro de la Facultad de Ingeniería Civil de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH).

Su director, Rafael Rodríguez Millán, platicó con El Sol de Morelia y compartió que la estudiantina dio un cambio a su vida.

Nosotros somos regularmente 20 personas, aunque no todas tocamos siempre, nos presentamos en eventos de la Universidad, para el Ayuntamiento, cuando nos piden para eventos privados y también andamos en las calles de vez en cuando. Aquí no se ocupa saber tocar ni cantar, nosotros les enseñamos, son ganas lo que se necesita

Durante sus dos décadas de músico y ahora instructor, Rodríguez Millán aseguró que lo último en esta vocación es sacar recursos o hacer de ello una caridad; por el contrario, lo primordial es “aprender un oficio valioso y llevar la música a donde se solicite, por la tradición y por el amor a la hermandad entre tunos”.

La tradición mandata que al ingresar a una estudiantina comienzas en la rama más baja de la jerarquía, como aspirante, para convertirse en pardillo, becario y, con el paso de los años y la práctica, convertirte en un tuno mayor.

El ser tuno no sólo consiste en ensayar y tocar en algunos eventos, se lleva más allá “como un complemento a la vida no sólo individual sino de grupo, conocemos otras perspectivas de vida, de pensamiento, no es sólo tocar por tocar”, explica entusiasmado.

Al ser ésta una tradición que ha sobrevivido por décadas, para el director de la Tuna Nicolaita es importante no perder la tradición y más que eso: la pertenencia a la ciudad por excelencia romántica.

Sin embargo, la competencia por mostrar su música y su talento al público es latente, ya que no sólo se enfrentan al ser elegidos entre las distintas tunas que existen en la ciudad, sino contra el arte callejero que converge diariamente en las calles de Morelia.

Al caer la noche, el Centro Histórico se convierte en una plataforma para que artistas de todo tipo muestren sus talentos al paso de los transeúntes, hay quienes exhiben sus pinturas y dibujos, mientras que otros aprovechan para exprimir al máximo sus dones musicales, he aquí la principal competencia de los tunos morelianos.

Nosotros hacemos algo diferente. No tocamos el saxofón ni nos ponemos en las esquinas, tenemos un amplio repertorio que le gusta a la gente, música de todo tipo, desde baladas hasta boleros

Aún cuando esta tuna toca principalmente por invitación y en espacios institucionales, “el parche”, como ellos llaman al reunirse y salir a tocar en áreas públicas, es una de las actividades que más difusión les da.

No obstante, hay quienes reportan sentirse invadidos y hasta hostigados por los intérpretes, pues consideran que, en ocasiones, no se solicitaron sus servicios y a petición de dádivas los músicos irrumpen sus lugares de reunión, situación que sucede muy a menudo en los Portales de Morelia, frente a Catedral o la misma Plaza de Armas.

“No tenemos la facultad arrebatarles sus instrumentos y pedirles que dejen de tocar, en todo caso, si se reportan molestias de la ciudadanía se les pide que se retiren del lugar, pero tampoco gozan de ninguna tolerancia reglamentada como en el caso de los organilleros. Nosotros no decimos nada porque lo vemos como una expresión artística”, dijo el encargado del área de análisis técnico de la Dirección de Mercados del municipio, J. Guadalupe Gutiérrez.

Al no gozar de ningún tipo de regulación los músicos deben de mantener su trabajo a cuesta de lo que se produce. En su mayoría las tunas morelianas salen a tocar en fines de semana a áreas públicas con la esperanza de conseguir recursos para costear sus trajes, instrumentos y transportes cuando deben viajar.

Foto / CORTESIA ESTUDIANTINA NICOLAITA

En el caso de la Tuna Nicolaita, el panorama es muy distinto, pues apoyados por la UMSNH es como obtienen uniformes, instrumentos y el pago de gastos de transporte cuando son invitados a mostrar su talento en otros espacios.

El trabajo duro y esfuerzo, los ha llevado a recorrer prácticamente todo el territorio michoacano, otros estados y hasta otros países como Colombia donde fueron condecorados por ser “un ícono mundial en el movimiento de las tunas en Latinoamérica”.

Las estudiantinas morelianas son parte de esas tradiciones que se niegan a morir, pues con más de 60 años de historia siguen luchando por conseguir nuevos espacios dentro de la cultura moreliana.

Pero el futuro pinta bien, pues sin dar mayores detalles, Rafael Millán adelantó la llegada de un Festival Internacional de Tunas a Morelia, ciudad de la cantera rosa que albergará a participantes de países como Colombia y España.

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