Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- La promoción de los idiomas indígenas hablados en Michoacán también se realiza desde música como el rock, la balada o el reggae y ha continuado, aunque sus hacedores se enfrenten tanto a la falta de espacios en las radios y televisiones comerciales como a la desaprobación de sectores puristas dentro de las comunidades.
La escritora Yásnaya Elenea Aguilar Gil menciona en su libro Ää: manifiestos sobre la diversidad lingüística, lo siguiente: “es verdad que cada una de las tradiciones musicales de los pueblos indígenas, que pueden ser muy distintas entre sí, constituye un legado de gran importancia, pero la existencia de los diálogos interculturales en la música no niega esa herencia, las nuevas mezclas no suponen una amenaza a la tradición, más bien, constituyen una forma de vivirla y dialogar con ella”.
Así es como lo entienden y viven los músicos de Michoacán que cultivan géneros como el rock en lenguas indígenas en bandas como Banana Paradise, cuyos integrantes son de la cañada de los once pueblos y tocan ska reggae; Ireri, agrupación del municipio de Erongarícuaro abocada a la música es fusión, mismo género al que se adscriben los de Moy Gallo; Ch'upiri etsakuti, que son de Angahuan y hacen cumbia; Los Reyes de la sierra, son de Turícuaro y tocan sierreño; mientras que en Tiríndaro nació Eleven Project para componer rock.
Estas agrupaciones han incorporado en sus canciones al purépecha, además de que provienen de una región donde “hay muchos grupos que tocan la electropirekua, que es la pirekua tradicional, pero con instrumentos electrónicos y que generalmente en todas las fiestas de las comunidades siempre hay grupos que tocan en los bailes”, según compartió María Alejandra Ramírez Rodríguez, jefa de oficina de la Unidad Regional Michoacán de Culturas Populares, que es parte de Secretaría de Cultura federal.
De hecho, ella ha trabajado con estas agrupaciones, debido a que su dependencia “tenía un proyecto llamado Tradición y nuevas rolas, y en la Unidad Regional Michoacán nos dimos a la tarea de buscar grupos de música que usaran su lengua, pero con nuevos ritmos”.
Pese a que Tradición y nuevas rolas se encuentra pausado, las bandas han continuado con sus proyectos, como lo manifestó Sergio de la Cruz, letrista y baterista de Ireri, al que define como un ensamble “que propone la fusión del jazz, el rock, el blues y rítmicas de la música tradicional purépecha, cantadas tanto en lengua purépecha como español”.
El joven músico contó que Ireri comenzó como una agrupación de cinco jóvenes, en el 2015, la cual cambió su formato porque actualmente son dos personas de base, “porque los otros chicos con quienes iniciamos tienen otros perfiles laborales y tuvieron que salir del estado, pero como ensamble invitamos a otros músicos de la región”. Ha sido un camino complejo, pues contó que en sus inicios “nos fue complicada la aceptación en nuestra región, por algunas personas porque se creía que transgredíamos la tradición”.
Sin embargo, Sergio de la Cruz señala que ellos crean composiciones propias, además de que el proyecto promueve el uso de la lengua “en usos más amplios, no sólo en la pirekua o en poesía, buscamos un género alternativo para tener espacios más amplios”. Para hacer efectivo esto, Ireri ha seguido principalmente el camino del internet. De hecho, su álbum In Situ se puede escuchar en Spotify al igual que su LP Otredades.
No se les puede culpar, pues como señala Aguilar Gil en su libro “las estaciones de radio de alcance nacional se suman a esa lista negra de espacios en los que la diversidad lingüística se encuentra amordazada”.
Un camino diferente ha seguido Banana Paradise, que sí ha echado mano de las herramientas digitales, pero se han enfocado más en presentaciones dentro de foros, sobre todo por la trayectoria previa que tienen los músicos, aunque les ha sido necesario señalar que tocan en español; además de que han estado en espacios como el Festival Internacional Cervantino, compartió el vocalista de la agrupación, Néstor Ramírez.
“Somos -contó el vocalista- de la cañada de los once pueblos, pero nos dimos cuenta que estábamos como en un limbo de identidad, para ojos del municipio, pero para la Cañada no somos purépechas, pero nosotros sí nos sentimos purépechas” y para refrendar esa identidad es que han empleado la lengua, porque además “no a todos los jóvenes les gusta la música tradicional y se necesitan otras alternativas, porque la lengua puede estar en cualquier ámbito”.