/ lunes 30 de marzo de 2020

En mercados de “pulgas” los marchantes lucen despreocupados; pero comercios del centro bajan sus cortinas

“¿Y qué le vamos a hacer? Hay que darle hasta donde se pueda, no nos vamos a quedar encerrados, porque ni modo que la gente llegue a nuestras casas a comprarnos. Entonces, o nos morimos del virus o nos morimos de hambre”

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- El domingo no sabe igual si no se sale a "chacharear" por el "Audi". Es tiempo de pandemia, pero algunos curiosos no quieren dejar de recorrer las calles de la Ventura Puente en donde se instala el tradicional tianguis dominical.

La diferencia es notoria. Muchos puestos han decidido respetar el "Quédate en casa" y eso hace que la circulación sea más fluida y que se pueda recorrer todo el tianguis en un menor tiempo al acostumbrado.

Locales de ropa y de comida son los que principalmente se resisten a la contingencia, a no dejar de percibir ingresos que permitan sobrellevar la semana. A sabiendas de la escacez de colegas, gritan insistentemente invitando a los transeúntes a que pasen y prueben.

Sinhué Rodríguez Cortés es uno de esos asistentes fieles del "Audi". Cada domingo se levanta a eso de las 10 de la mañana, desayuna y se alista para pasar gran parte del día cazando discos, videojuegos o alguna playera de fútbol en promoción.

Foto: Iván Arias | El Sol de Morelia



Al preguntarle si ha considerado dejar de asistir al tianguis durante la contingencia, explica que el hecho de que se mueva por la calle no lo hace un irresponsable, pues argumenta que además del cubre bocas, también lleva con él un gel antibacterial.

Con los años he hecho amigos aquí, entonces también es un rato de desestrés, hay ocasiones en que no compro nada, pero simplemente el estar curioseando o cotorreando con los compas hace que el domingo sea disfrutable


Se dice consciente del momento que vive el país con la presencia del coronavirus y por ello, afirma que ha seguido al pie de la letra instrucciones como lavarse constantemente las manos con agua y jabón, "tampoco podemos dejar de estar haciendo nuestra vida por esto".

Pero también están los despreocupados. Los que parecen indiferentes a las noticias y se miran más preocupados por hurgar en la ropa de segunda mano, pedir 4 tacos de birria con consomé y hasta hacerse un corte de pelo en la barbería improvisada.

La vida del "Audi" no para, aunque sí se ha visto mermada, muy distinta a como los morelianos la conocen. Se sabe del riesgo. Y es que en una de esas, Covid-19 también anduvo curioseando por las calles de la Ventura Puente.


Un domingo en el tianguis del panteón

A simple vista, la mañana del domingo 29 de marzo luce como cualquier otra en el mercado ambulante que se instala cada semana sobre la avenida Arnulfo Ávila, mejor conocida como la calzada del panteón.

Quienes venden los tacos de birria mueven rápido las manos para agregar salsa roja al plato que ha pedido un joven con aspecto de resaca; los de los puestos de frutas venden piñas frescas y jugosas a una marea de gente que camina de un sentido a otro. Parece normal, pero no lo es para todos.

Quienes venden ropa usada, de segunda mano, ya sienten los estragos del “quédate en casa”. Gritan sus ofertas, venden camisetas en 15 y 20 pesos, pero pocos son los que se acercan. “Nada más vienen a completar la despensa, ahorita pocos quieren ropa, hemos bajado las ventas en un 50, o quizá 70 por ciento”, confiesa un hombre que viene de Zitácuaro y que con un gesto de desesperanza no cree recaudar ni siquiera lo necesario para pagar los gastos de traslado.

Dice que esta semana ha sido la más difícil, que en municipios como Ciudad Hidalgo la cosa está peor, que en mercados donde comúnmente la gente se arrebata las prendas ahora nadie sale, nadie quiere arriesgarse.

Trae un cubrebocas y guantes, le quiere dar confianza a los clientes, pero, como bien advirtió, la gente llena sus bolsas de frutas, de verduras, de algunas hierbas, pero la ropa de segunda mano habrá de esperar.

No muy lejos, una pareja tiene la misma conclusión: las ventas han caído en un hoyo sin fondo. Ellos venden ropa muy barata, pero no usada, son prendas nuevas que no van más allá de los 100 pesos.

Hoy casi no hemos vendido, y toda la semana ha estado baja, lo mismo en otras colonias Dice el hombre con voz entrecortada, repleto de pesimismo.

En ese mercado donde lo mismo se venden plantas que carnitas y chicharrones, esquimos y nieve de pasta, quesadillas gigantes y pollos recién matados, circulan niños, viejos, mujeres y hombres en busca de alguna mercancía o sólo mitigar el hambre.

No hay demasiada precaución, aunque casi todos los locatarios ya traen su cubrebocas, sobre todo los que venden comida. Otro hombre, quien rondará los 60 años, afirma que hasta en el mercado de la antigua feria la venta está triste, “tristísima”, remata, pero sin perder el ánimo: “¿Y qué le vamos a hacer? Hay que darle hasta donde se pueda, no nos vamos a quedar encerrados, porque ni modo que la gente llegue a nuestras casas a comprarnos. Entonces, o nos morimos del virus o nos morimos de hambre”.

Foto: Iván Arias | El Sol de Morelia


Bajan sus cortinas comercios del centro de Morelia

De poco a poco, los comercios del primero cuadro de la ciudad empiezan a bajar las cortinas. La fase 2 en que se encuentra el país por Covid-19 ha mandado a empleados a trabajar desde su hogar o bien, ser despedidos ante la contingencia.

En un recorrido de El Sol de Morelia por el primer cuadro de la capital michoacana, se apreciaron establecimientos comerciales cerrados, principalmente de aquéllos que su afluencia no es tan cotidiana, como agencias de viajes, ópticas, zapaterías, papelerías, principalmente.

Los negocios más pequeños son los más afectados ante la pandemia y son los negocios que se aprecian cerrados.

Sin embargo, en las tiendas departamentales más grandes, aún con gente en su interior, se logra apreciar la evidente disminución de aforo, mientras las personas que caminan a su interior lo hacen en su mayoría con cubrebocas.

En algunas de las tiendas las medidas sanitarias se logran ver desde el momento en que entras y eres recibido por una persona la cual te coloca gel antibacterial en tus manos, pero también hay establecimientos donde es evidente que se ignoran las medidas sanitarias.

En las calles del primer cuadro capitalino, la gente transcurre pero no en cantidad como suele ocurrir cada domingo, hay quienes llevan bolsas de sus comprar y familias tomando el helado, pero el distanciamiento social se ve reflejado principalmente en el fluido de vehículos en la capital, pues el transporte público avanza lento ante la falta de clientes, y algunas de las calles de pueden cruzar con un semáforo verde.


Calzada Zamora-Jacona luce desolada

Mientras, un desolado escenario se vive el tradicional domingo familiar en las plazas de Zamora, donde cotidianamente familias enteras conviven, hoy lucen casi vacías, en primera por recomendación de las autoridades sanitarias y en segunda por un profundo temor a ser contagiado por el coronavirus.

Zamora cuenta con pocos espacios de esparcimiento familiar como lo es la calzada Zamora-Jacona y la plaza principal, donde este domingo lució inusual con un paisaje triste sin tantos zamorenses paseando a sus mascotas ni deportistas corriendo sobre el lugar como usualmente suele notarse.

Este domingo no hubo personas corriendo, paseando mascotas o utilizando los aparatos del gimnasio público, no estaban los adultos mayores que comúnmente podemos encontrar a esa hora. Recorrer la calzada en toda su extensión, encontrar a pocos paseantes, personas que aún siguen con actividades cotidianas, pero no a la muchedumbre que en otros domingos se reúnen en la zona.

Normalmente esta zona a partir de las 10 de la mañana se comienza a llenar por familias que salen a disfrutar de la sobra matutina, de los juegos infantiles que se encuentran instalados o quizá sólo comprar algo de las tiendas departamentales y comer tirados en el césped, ésa es la tradición.

Pero este domingo no, este día las familias no buscan un momento de esparcimiento en la calzada, buscan la sana distancia, no acuden a sentarse en las pocas mesas, las bancas que se encuentran ahí estuvieron vacías y el jardín no soporta más el cuerpo de zamorenses que se tiran a dormir después de la comida.

Hoy tampoco acudió a su cita dominical el señor de los algodones, a la señora que vende los dorados no se le ve por la calzada, ni al de las burbujas de jabón; ellos también son un daño colateral del virus que se ha esparcido por todo el mundo y que a Michoacán ha llegado ya con más de 19 casos confirmados y una muerte.

Las ventas han caído hasta en un 70 por ciento, comenta el vendedor de frutas, el único que sí se presentó en la calzada este domingo.

“De algo tengo que vivir”, responde luego de cuestionarle por qué sigue yendo a un lugar donde ya no hay familias a las cuales ofrecer su fruta.

En contraste, en la plaza principal de Zamora la vida trascurrió con normalidad, pero de a poco las bancas empiezan a vaciarse y cada vez menos familias llegan.

La población fue poca, quizá por el enfado del encierro o por la imprudencia, aun es inexplicable esta situación no obstante hay quienes siguen las instrucciones pues al regresar a casa se lavan las manos y mantienen las indicaciones.

Muchos permanecieron en casa, disfrutaron de un domingo en relajación, en fraccionamientos, colonias se veían calles solas, algunas personas acudiendo a cubrir las necesidades básicas al mercado; en otras casas se podía escuchar fiestas infantiles con albercas por el inclemente calor que se ha sentido en los últimos días pero sobre todo poco movimiento en las calles.

Tal vez por miedo, tal vez por precaución pero Zamora, no es el mismo. Le falta el bullicio, la alegría y el movimiento comercial de cada domingo.

Con información de Guadalupe González y Marco Santoyo.

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- El domingo no sabe igual si no se sale a "chacharear" por el "Audi". Es tiempo de pandemia, pero algunos curiosos no quieren dejar de recorrer las calles de la Ventura Puente en donde se instala el tradicional tianguis dominical.

La diferencia es notoria. Muchos puestos han decidido respetar el "Quédate en casa" y eso hace que la circulación sea más fluida y que se pueda recorrer todo el tianguis en un menor tiempo al acostumbrado.

Locales de ropa y de comida son los que principalmente se resisten a la contingencia, a no dejar de percibir ingresos que permitan sobrellevar la semana. A sabiendas de la escacez de colegas, gritan insistentemente invitando a los transeúntes a que pasen y prueben.

Sinhué Rodríguez Cortés es uno de esos asistentes fieles del "Audi". Cada domingo se levanta a eso de las 10 de la mañana, desayuna y se alista para pasar gran parte del día cazando discos, videojuegos o alguna playera de fútbol en promoción.

Foto: Iván Arias | El Sol de Morelia



Al preguntarle si ha considerado dejar de asistir al tianguis durante la contingencia, explica que el hecho de que se mueva por la calle no lo hace un irresponsable, pues argumenta que además del cubre bocas, también lleva con él un gel antibacterial.

Con los años he hecho amigos aquí, entonces también es un rato de desestrés, hay ocasiones en que no compro nada, pero simplemente el estar curioseando o cotorreando con los compas hace que el domingo sea disfrutable


Se dice consciente del momento que vive el país con la presencia del coronavirus y por ello, afirma que ha seguido al pie de la letra instrucciones como lavarse constantemente las manos con agua y jabón, "tampoco podemos dejar de estar haciendo nuestra vida por esto".

Pero también están los despreocupados. Los que parecen indiferentes a las noticias y se miran más preocupados por hurgar en la ropa de segunda mano, pedir 4 tacos de birria con consomé y hasta hacerse un corte de pelo en la barbería improvisada.

La vida del "Audi" no para, aunque sí se ha visto mermada, muy distinta a como los morelianos la conocen. Se sabe del riesgo. Y es que en una de esas, Covid-19 también anduvo curioseando por las calles de la Ventura Puente.


Un domingo en el tianguis del panteón

A simple vista, la mañana del domingo 29 de marzo luce como cualquier otra en el mercado ambulante que se instala cada semana sobre la avenida Arnulfo Ávila, mejor conocida como la calzada del panteón.

Quienes venden los tacos de birria mueven rápido las manos para agregar salsa roja al plato que ha pedido un joven con aspecto de resaca; los de los puestos de frutas venden piñas frescas y jugosas a una marea de gente que camina de un sentido a otro. Parece normal, pero no lo es para todos.

Quienes venden ropa usada, de segunda mano, ya sienten los estragos del “quédate en casa”. Gritan sus ofertas, venden camisetas en 15 y 20 pesos, pero pocos son los que se acercan. “Nada más vienen a completar la despensa, ahorita pocos quieren ropa, hemos bajado las ventas en un 50, o quizá 70 por ciento”, confiesa un hombre que viene de Zitácuaro y que con un gesto de desesperanza no cree recaudar ni siquiera lo necesario para pagar los gastos de traslado.

Dice que esta semana ha sido la más difícil, que en municipios como Ciudad Hidalgo la cosa está peor, que en mercados donde comúnmente la gente se arrebata las prendas ahora nadie sale, nadie quiere arriesgarse.

Trae un cubrebocas y guantes, le quiere dar confianza a los clientes, pero, como bien advirtió, la gente llena sus bolsas de frutas, de verduras, de algunas hierbas, pero la ropa de segunda mano habrá de esperar.

No muy lejos, una pareja tiene la misma conclusión: las ventas han caído en un hoyo sin fondo. Ellos venden ropa muy barata, pero no usada, son prendas nuevas que no van más allá de los 100 pesos.

Hoy casi no hemos vendido, y toda la semana ha estado baja, lo mismo en otras colonias Dice el hombre con voz entrecortada, repleto de pesimismo.

En ese mercado donde lo mismo se venden plantas que carnitas y chicharrones, esquimos y nieve de pasta, quesadillas gigantes y pollos recién matados, circulan niños, viejos, mujeres y hombres en busca de alguna mercancía o sólo mitigar el hambre.

No hay demasiada precaución, aunque casi todos los locatarios ya traen su cubrebocas, sobre todo los que venden comida. Otro hombre, quien rondará los 60 años, afirma que hasta en el mercado de la antigua feria la venta está triste, “tristísima”, remata, pero sin perder el ánimo: “¿Y qué le vamos a hacer? Hay que darle hasta donde se pueda, no nos vamos a quedar encerrados, porque ni modo que la gente llegue a nuestras casas a comprarnos. Entonces, o nos morimos del virus o nos morimos de hambre”.

Foto: Iván Arias | El Sol de Morelia


Bajan sus cortinas comercios del centro de Morelia

De poco a poco, los comercios del primero cuadro de la ciudad empiezan a bajar las cortinas. La fase 2 en que se encuentra el país por Covid-19 ha mandado a empleados a trabajar desde su hogar o bien, ser despedidos ante la contingencia.

En un recorrido de El Sol de Morelia por el primer cuadro de la capital michoacana, se apreciaron establecimientos comerciales cerrados, principalmente de aquéllos que su afluencia no es tan cotidiana, como agencias de viajes, ópticas, zapaterías, papelerías, principalmente.

Los negocios más pequeños son los más afectados ante la pandemia y son los negocios que se aprecian cerrados.

Sin embargo, en las tiendas departamentales más grandes, aún con gente en su interior, se logra apreciar la evidente disminución de aforo, mientras las personas que caminan a su interior lo hacen en su mayoría con cubrebocas.

En algunas de las tiendas las medidas sanitarias se logran ver desde el momento en que entras y eres recibido por una persona la cual te coloca gel antibacterial en tus manos, pero también hay establecimientos donde es evidente que se ignoran las medidas sanitarias.

En las calles del primer cuadro capitalino, la gente transcurre pero no en cantidad como suele ocurrir cada domingo, hay quienes llevan bolsas de sus comprar y familias tomando el helado, pero el distanciamiento social se ve reflejado principalmente en el fluido de vehículos en la capital, pues el transporte público avanza lento ante la falta de clientes, y algunas de las calles de pueden cruzar con un semáforo verde.


Calzada Zamora-Jacona luce desolada

Mientras, un desolado escenario se vive el tradicional domingo familiar en las plazas de Zamora, donde cotidianamente familias enteras conviven, hoy lucen casi vacías, en primera por recomendación de las autoridades sanitarias y en segunda por un profundo temor a ser contagiado por el coronavirus.

Zamora cuenta con pocos espacios de esparcimiento familiar como lo es la calzada Zamora-Jacona y la plaza principal, donde este domingo lució inusual con un paisaje triste sin tantos zamorenses paseando a sus mascotas ni deportistas corriendo sobre el lugar como usualmente suele notarse.

Este domingo no hubo personas corriendo, paseando mascotas o utilizando los aparatos del gimnasio público, no estaban los adultos mayores que comúnmente podemos encontrar a esa hora. Recorrer la calzada en toda su extensión, encontrar a pocos paseantes, personas que aún siguen con actividades cotidianas, pero no a la muchedumbre que en otros domingos se reúnen en la zona.

Normalmente esta zona a partir de las 10 de la mañana se comienza a llenar por familias que salen a disfrutar de la sobra matutina, de los juegos infantiles que se encuentran instalados o quizá sólo comprar algo de las tiendas departamentales y comer tirados en el césped, ésa es la tradición.

Pero este domingo no, este día las familias no buscan un momento de esparcimiento en la calzada, buscan la sana distancia, no acuden a sentarse en las pocas mesas, las bancas que se encuentran ahí estuvieron vacías y el jardín no soporta más el cuerpo de zamorenses que se tiran a dormir después de la comida.

Hoy tampoco acudió a su cita dominical el señor de los algodones, a la señora que vende los dorados no se le ve por la calzada, ni al de las burbujas de jabón; ellos también son un daño colateral del virus que se ha esparcido por todo el mundo y que a Michoacán ha llegado ya con más de 19 casos confirmados y una muerte.

Las ventas han caído hasta en un 70 por ciento, comenta el vendedor de frutas, el único que sí se presentó en la calzada este domingo.

“De algo tengo que vivir”, responde luego de cuestionarle por qué sigue yendo a un lugar donde ya no hay familias a las cuales ofrecer su fruta.

En contraste, en la plaza principal de Zamora la vida trascurrió con normalidad, pero de a poco las bancas empiezan a vaciarse y cada vez menos familias llegan.

La población fue poca, quizá por el enfado del encierro o por la imprudencia, aun es inexplicable esta situación no obstante hay quienes siguen las instrucciones pues al regresar a casa se lavan las manos y mantienen las indicaciones.

Muchos permanecieron en casa, disfrutaron de un domingo en relajación, en fraccionamientos, colonias se veían calles solas, algunas personas acudiendo a cubrir las necesidades básicas al mercado; en otras casas se podía escuchar fiestas infantiles con albercas por el inclemente calor que se ha sentido en los últimos días pero sobre todo poco movimiento en las calles.

Tal vez por miedo, tal vez por precaución pero Zamora, no es el mismo. Le falta el bullicio, la alegría y el movimiento comercial de cada domingo.

Con información de Guadalupe González y Marco Santoyo.

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