Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Primera de dos partes. Arturo Diemeck, el afamado director internacional de orquestas sinfónicas abrió el pasado 13 de mayo el periodo para seleccionar al nuevo director de la Orquesta Sinfónica del Estado de Michoacán (OSIDEM), creada en 1961 por el maestro Bonifacio Rojas.
Diemecke concedió una entrevista exclusiva a El Sol de Morelia y visitó sus instalaciones un día antes de presentar un concierto en el Teatro Ocampo, en el que sus conocedores se desbordaron, al grado de que se tuvieron que poner pantallas en el lobby del Teatro y en la calle para los asistentes que no alcanzaron lugar pudieran apreciarlo y disfrutarlo. “Fue un fenómeno lo que ocurrió esa noche”, dijeron varios.
En este contexto, Diemecke, el maestro, compositor y arreglista conocido por la pasión que imprime a cada una de sus presentaciones, opina que hoy en día la música es la única herramienta de la humanidad viable para integrar al mundo, para zanjar las diferencias y unir a la humanidad en un bien común, algo que hoy suena casi a utopía.
“La música nos da la pauta de los lugares donde estamos y nos ayuda a conocer la cultura particular de cada lugar; la música clásica -que tiene muchas veces ingredientes folclóricos adaptados- precisamente, tiene la característica de darle a ese lugar el tono exacto de lo que se quiere decir, interpretar, comunicar, de lo que la gente quiere darnos para que nosotros podamos tocarlo y así compartirlo; para mí, eso lo más importante”.
Diemeck fue nombrado Director General Artístico y de Producción del Gran Teatro Colón en Argentina y es considerado un líder artístico internacional. En el 2004, el maestro Diemeck realizó una versión remasterizada del Himno Nacional Mexicano, que hoy se toca y canta en todas las escuelas y eventos oficiales.
El año pasado (2022) cumplió su décimo sexto año como director artístico de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Argentina, y cumplió su trigésimo tercer año como Director artístico de la Orquesta Sinfónica de Flint, Michigan, Estados Unidos.
De piel blanquísima, con una melena amarilla, escasa y despeinada, Diemeck, se sienta en una silla a hablar de manera desparpajada de la música, las nuevas generaciones de músicos, directores de orquesta, su visión del mundo la creatividad y los tiempos actuales que vive el mundo.
¿Hay tiempo y condiciones en este momento para la creatividad de las artistas como usted y las nuevas generaciones?, se le pregunta.
“Yo creo que sí. Creo que es el momento más importante para poder demostrarlo. Yo no sé de política pero lo que uno aporta es el lenguaje que se habla en la cultura y en la música; sobre todo en la música clásica que es el lenguaje de la expresión del ser humano. Estamos viviendo momentos muy importantes en el que la participación de los derechos de las personas es muy interesante, porque todas estas cosas que se están viendo de las diferentes corrientes de pensamiento, que se están gestando, es un reflejo de cómo todavía y en algunos casos las cosas se están ajustando y alineando; pero creo fielmente que la música clásica es la que más puede ayudar a que se alinee todo adecuadamente y que no echemos a perder lo que ya hemos ganado y yo sostengo, que en la música clásica siempre ha existido la inclusión”.
Para Arturo Diemeck, es incompresible la dirección de cualquier cosa sin el conocimiento previo de cómo funciona, a que suena, como se toca y refiere que solo “el colador del tiempo”, dirá si la obra es trascendente por su valía, o se perderá con la moda y sus modismos.
“Los creadores, los nuevos directores de orquesta se les está dando nuevas oportunidades que tienen que ver con las ideologías, pero lo que debe de privar es la calidad y en este momento, por desgracia, no estamos respetando eso y es muy lamentable”.
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Conocido por la rigurosidad y disciplina de sus composiciones y dirección, el director artístico que el año pasado cumplió su décimo sexto año como Director artístico de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Argentina, y su trigésimo tercero año como Director artístico de la Orquesta Sinfónica de Flint, Michigan, Estados Unidos, sostiene que la música es disciplina, constante estudio y sobre todo introspección del instrumento con el cuerpo.
“Cuando uno empieza, por ejemplo con el violín, corremos el arco y al principio es ruido y suena como si le estuviera uno jalando la cola al gato. Hasta que uno domina el instrumento se domina también a sí mismo. Uno se prepara todo el tiempo, está yendo a lugares, conociendo más para tener todo el instrumento en el cuerpo; el conocimiento se pone en la cabeza, el sentimiento en el corazón y los dos juntos generan una fuerza que va a bajar por la sangre hasta llegar a los pies, a todo el cuerpo y va a subir hasta que de repente necesita uno un instrumento para expresar lo que siente”, resume.
En la dirección orquestal, dice, el peligro más grande que existe ahora es que muchos de los músicos quieren ser directores de orquesta, sin saber tocar un instrumento.
“Tienes que conocer eso (el instrumento) para poder dar el impulso a partir de ese sonido porque ellos (tu orquesta) van a producir lo que tú estás pidiendo y no es como se ve en los videos de ahora donde hay hasta niños dirigiendo. Perdóname pero eso no es posible. Eso es imitación pura, llana y natural. Dirigir una orquesta es disciplina y pasión”, remarca.
Para ilustrar su dicho, Demeck, trae a colación el evento de la coronación reciente del Rey Juan Carlos III de Inglaterra, donde el compositor Tony Britten elaboró y se inspiró por completo en la obra de Händel, para crear un himno que, interpretado por la Orquesta Filarmónica Real y el Coro de la Academia de Saint Martin in the Fields, se ha convirtió en la banda sonora no solo de varios de los partidos más importantes de la historia del fútbol, sino del momento clave del evento más significativos de este siglo.
“Fue un momento impactante, que no dejó impasible a nadie. Esa pieza, tocada en el momento mismo de la unción, mandó un mensaje de inclusión de apertura de la corona a los tiempos presentes. Incluyó a todos y mandó un mensaje de universalidad”.
Con la música clásica, que asegura no es de elites, asegura, “se invita a la creatividad donde el espíritu y el pensamiento se conectan para estar bien como seres humanos y poder producir a lo que se dedica uno”.
Como un reconocimiento a su extensa trayectoria internacional y destacada calidad interpretativa, Diemeck fue elegido en 1998 para dirigir la Orquesta Nacional de Francia en la sexta emisión de 'Les Victoires de la Musique Classique et Jazz', en el Palacio del Congreso de París en 1998.
Recibió en Míchigan por sus 10 años al frente de la Sinfónica de Flint, las llaves de la ciudad y declararon el 10 de octubre "Día de Enrique Arturo Diemecke".
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La amplia trayectoria de este grande de la música , incluso lo llevó a ser nominado al Premio Grammy Latino, Música Clásica, por el CD Los conciertos para piano y violín de Carlos Chávez, con la Orquesta Sinfónica Nacional de México y para el 2004 fue ganador con la Orquesta Sinfónica Nacional de México del Premio Lunas del Auditorio Nacional.
¿Por qué alguien como usted quiere dirigir la Orquesta Sinfónica de Michoacán?, se le cuestiona.
Suelta una pequeña carcajada nerviosa y recurre entonces a sus recuerdos.
“Una vez, como en el año 2000, fui invitado a dirigir la Orquesta Sinfónica de Michoacán (OSIDEM) y un día me estaba tomando un cafecito con mis hermanos en los portales de esta ciudad y estábamos planeando comprar un auto. Cuando íbamos caminando pasó un Rambler 68, dos puertas, color azul con interiores blancos y nos quedamos embelesados y fuimos a buscarlo a una concesionaria. Hicimos números una y otra vez, y no sé ni cómo pero salimos con el carro de ahí”.
A partir de ahí, los ires y venires de Diemeck con Morelia y su música han sido constantes. En alguna ocasión él mismo recuerda que vino a dirigir la orquesta (OSIDEM) con una ópera de Rigoletto, en producción con Bellas Artes y luego pasó infinidad de veces con la Sinfónica Nacional en varios festivales de Música, pero lo que ata al artista con Morelia, sin lugar a dudas, es aquel café en los portales y su Rambler del 68.