Morelia, Mich. (OEM-Infomex).- “Nunca pensé en extrañar la oficina, pero hasta eso extraño”, cuenta Melissa Uribe, diseñadora gráfica que desde hace cinco semanas cumple a cabalidad el aislamiento recomendado por las autoridades para evitar los contagios masivos de coronavirus. Vive en un departamento pequeño con una mascota y equipada con lo básico para trabajar: una computadora, conexión a Internet, no mucho más.
Luego de un mes y fracción de apenas salir para comprar frutas o despensa, la profesionista acepta que quizá fue irresponsable, tal vez se dejó llevar por las emociones.
Ella, como decenas de miles de jóvenes mexicanos, asistió al último evento masivo en el país: el festival Vive Latino, realizado cuando la alerta mundial por el Covid-19 ya recomendaba evitar las grandes aglomeraciones.
No puedo decir que me organicé para estar encerrada; acaso fui al súper mercado y compré lo necesario para algunas semanas, pero ahora compro muchas cosas por Internet, sobre todo comida, lo que me ayuda a no salir más que a la tienda, a la frutería que está aquí a la vuelta
Confiesa.
Añade que en su trabajo, una agencia de publicidad, ya se adaptaron al llamado home office pero al mismo tiempo les han reducido el salario con el pretexto de que muchos clientes ya no renovaron contratos debido a la misma pandemia.
“Primero dijeron que sería 20 por ciento menos, luego que al 50 por ciento, lo que no ha sido proporcional al trabajo que tenemos, aunque en mi caso no se trata de acumular horas, sino de cumplir objetivos. A nadie le gusta ganar la mitad, pero es lo que hay, no podemos hacer más”.
Por fortuna, Melissa cuenta con otras fuentes de ingreso gracias a clientes que ha conseguido de forma particular, de freelance, ese anglicismo tan presente en las nuevas generaciones que difícilmente encuentran empleos bien remunerados que no les hagan pensar en actividades complementarias.
“Por suerte, desde antes de la contingencia me llegaron dos proyectos que me están ayudando, y creo que debo aprovechar estos días para mejorar mi portafolio profesional, no quiero que llegue el día en que no tenga empleo fijo ni por mi cuenta”.
Aunque cuenta con suscripciones a Netflix, y de manera temporal Prime Video y HBO, por ahora no siente que gaste tantas horas en consumo de series o películas.
“Trato de hacer mi vida como antes; me levanto temprano, me arreglo como si fuera a salir, trabajo en horas laborales y ya hasta en la noche veo algo en streaming”.
Como le sucede a otras personas, Melissa vive entre la incertidumbre y con ciertos momentos de ansiedad, acepta que a veces llega a “zonas muy oscuras” de su mente y presiente que nada va a salir bien.
Si su salario ya se lo redujeron, en cualquier momento podría perder el empleo, pero esos nubarrones pesimistas los trata de expulsar con rutinas como limpiar cada rincón de la casa, leer libros y sobre todo trabajar en sus proyectos.
“Extraño, sobre todo, visitar a mi familia, estar con amigos, salir a tomar cervezas. Podría decir que sólo eso; no soy una persona a quien le incomode estar encerrada, hasta podría decir que estoy cumpliendo el sueño de no lidiar con la gente, pero sí, extraño cómo eran mis fines de semana”.