Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Una capa de plumas completamente negra acaparó la atención de los asistentes a la Semana de la Moda en Milán, Italia. Bautizada como “Tezcatlipoca”, fue portada nada menos que por el actor mexicano más mediático de los últimos meses: Tenoch Huerta, quien da vida a Namor en Black Panter: Wakanda Forever, cinta taquillera perteneciente al universo de Marvel.
La prenda causó revuelo no solo en ese escenario, sino en las redes sociales, por lo que todos se preguntaban quién la había creado, misterio que no tardó en revelarse: se trata de la artesana michoacana Feliciana Hernández Bautista, originaria del pueblo purépecha Ahuiran, perteneciente al municipio de Paracho.
Ahí, en medio de montañas majestuosas y con dos fiestas que se realizaban en la calle principal, nos recibió esta mujer de 65 años de edad, dueña de un carácter afable, bajita de estatura, ataviada con una blusa tradicional y con toda la disposición para relatar cómo conoció al también activista que combate al racismo en nuestro país.
En Ahuiran, que significa “pobladores de mucho cabello”, no hay más de dos mil habitantes, 98 por ciento de los cuales son de origen indígena, aunque solo el 78 por ciento habla el purépecha, de acuerdo a datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Mientras detalla una de sus piezas, Feliciana no oculta que se siente “muy feliz” por haber confeccionado la capa que maravilló a los asistentes en Milán, al tiempo que comienza a narrar cómo aprendió a trabajar en este oficio desde que tenía nueve años, guiada por su abuela Martina Caballero Romero, quien un día le dijo: “Ya no eres una niña y es hora de que dejes de hacer vestidos para tus muñecas y los hagas para las personas”.
Quien la perfeccionó en el trabajo fue su tía Cecilia Bautista Caballero, una de las artesanas más reconocidas a nivel mundial por la elaboración de textiles de algodón a las que dio un estilo único cuando les añadió plumas de diferentes aves y quien lamentablemente falleció en agosto de 2022. En su larga trayectoria como maestra, tal vez Feliciana fue su mejor alumna y ahora recoge los frutos de su dedicación, ya que otras celebridades como Lila Downs también han portado sus rebozos.
“Mi tía era una gran maestra; ella me enseñó a poner las plumas a los rebozos, me dijo cómo se deben acomodar, cómo hacerle para que queden derechitas”, ilustra la mujer mientras muestra una prenda y presume que con una de esas piezas resultó ganadora en el Concurso Artesanal del Domingo de Ramos en Uruapan, lo mismo que en una competencia de su propio pueblo, considerado la cuna rebocera de Michoacán.
Visiblemente emocionada, la mujer saca el orgullo purépecha y repite que gracias a Tenoch Huerta, a quien conoció en una exposición en el ahora Centro Cultural Los Pinos, hoy es reconocida en varias partes del mundo, como Francia e Italia, dos de las capitales más importantes de la moda.
Comercio justo
Cuando le preguntamos dónde se pueden comprar sus rebozos y demás prendas, Feliciana tarda un poco en dar con el nombre correcto. Primero, para salir del paso, dice que la pueden buscar en Paracho, en Uruapan y en su casa de Ahuiran, pero segundos después llega a la memoria el nombre de una tienda virtual: se trata de Ihkiti, una marca mexicana de alta costura que reúne el talento de artesanas de comunidades indígenas.
En su blog oficial, afirman que buscan sensibilizar “a los públicos consumidores de textiles en torno a la importancia cultural, histórica y económica del arte indígena, así como facilitar su comercialización bajo un esquema de comercio ético”. En su modelo de negocios, evitan estructuras comerciales desleales y el fenómeno del regateo, para así estimular el desarrollo económico de comunidades indígenas.
Con sede en la Ciudad de México, Ihkiti despliega una oferta que incluye rebozos, huipiles, gabanes, ruanas, blusas, camisas, fajas, cojines y caminos de mesa. Las prendas provienen de cuatro regiones mexicanas: la Sierra Norte de Puebla; San Andrés Larráinzar, en Chiapas; la Sierra de Zongolica, en Veracruz, y el ya mencionado pueblo purépecha.
Una navegación por el sitio nos lleva a distintas opciones, como el Rebozo Ceremonial de Ahuiran, tejido en telar de cintura con empuntado a mano e hilos nacarados con aplicaciones de pedrería y rapacejo de plumas de pato teñidas de colores. Su precio es de 5 mil 800 pesos y como dice la propia Feliciana, “se los mandamos hasta su casa en paquetería”. Entre las piezas más aclamadas está el Rebozo Cuervo de Plata, considerado de alta gama y el cual implica mes y medio de elaboración. El precio es similar, y cabe apuntar que en éste como en todos los casos, las plumas utilizadas son las que mudan las diferentes aves, por lo que no es necesario sacrificar a ninguna especie.
Para hombres y mujeres también destaca el Rebozo Ceremonial color uva con franjas mentas, al que se añade un rapacejo de plumas de gallo giro, tejido en telar de cintura con empuntado a mano con hilos de algodón y aplicaciones de pedrería.
Hay que ser perfeccionistas
Feliciana explica en palabras sencillas pero convincentes cómo su tía Cecilia la enseñó a crear rebozos únicos e irrepetibles, donde el factor común es la perfección: “No nada más vas a poner esta pluma por ponerla; te vas derecho y vas acomodando bien, así es como vas a ganar los concursos, hija”, le repetía una y otra vez a quien considera prácticamente su madre adoptiva, pues creció a su lado en la Meseta Purépecha.
El telar de cintura es trabajado por casi todo Ahuiran y la enseñanza se transmite a las nuevas generaciones, como ocurre con el propio hijo de esta artesana, de nombre Martín, quien un día antes de la entrevista se había casado y lucía con ojeras pronunciadas, pues en este pueblo cualquier fiesta se hace en grande, con bandas en vivo y comida para centenares de invitados.
En ese afán por ser la mejor, Feliciana remarca que las plumas siempre las coloca como le enseñaron sus maestras y subraya: “Yo los emparejo bien y así es como gano; hay gente que nomás trabaja por trabajar y vender, pero yo ya soy famosa y no voy a andar por ahí ofreciendo ropa pegada con silicón, yo los coso para no perder lo tradicional”, dice mientras se coloca un rebozo con brillo de lentejuela que modela ante la cámara.
Ya piensa en un nuevo diseño para Tenoch
Inspirada y con el objetivo de acudir a encuentros en Estados Unidos, para lo cual le hace falta tramitar la visa, la mujer que inventa rebozos adelanta que ya tiene en mente el próximo diseño para Tenoch Huerta: “Ya sé lo que voy a hacerle, pero no les puedo adelantar mucho porque luego qué tal que me lo copien”, dice entre broma y la seriedad, pues está consciente del fenómeno del plagio que ha permeado en los últimos años y que afecta a artistas como ella. Incluida en la colección de Grandes Maestros del Arte Popular Mexicano, de Fomento Cultural CitiBanamex, Feliciana ha ido a exposiciones de Quintana Roo, Campeche, Hermosillo, Monterrey, Guadalajara y la Ciudad de México, donde dice que Tenoch Huerta le pidió algo especial para presumir por Europa.
Ahuiran, entre lo tradicional y lo moderno
Caminar por las calles de Ahuiran, que tiene como vecinos a Santa Cruz Tanaco, Urapicho y Nurío, es experimentar la mezcla entre la tradición purépecha y las influencias occidentales, además de los rasgos que dejó el periodo de Conquista. La música más representativa se puede escuchar en proyectos como la Orquesta Brillante de Ahuiran y la Orquesta Alma de Ahuiran, pero en las bodas y otras celebraciones también suenan las canciones de moda entre quienes les gusta la llamada música banda.
La arquitectura del pueblo se refleja en decenas de trojes que se mezclan con casas grandes con influencia norteamericana, mientras que en el centro se encuentra el Templo de San Mateo Apóstol, patrono que es celebrado en septiembre y cuyo más reciente festejo tuvo como invitadas a las bandas de Santa Cecilia, el Grupo Tierra Fría de Michoacán, Banda Aires del Pacífico, entre muchas otras.
Así como los rebozos, la música es parte esencial de esta comunidad. De acuerdo a la tesis doctoral del investigador Rafael Rodríguez, del Colegio de Michoacán, existen siete talleres de construcción de cuerda frotada: violines, violas, violonchelos y contrabajos, así como cuerda rasgueada y punteada: vihuelas, guitarras y jaranas.
Es una combinación irresistible, tanto que en pleno viernes hay dos fiestas masivas y la propia Feliciana acepta que un día antes, en la boda de Martín, todos acabaron “un poco borrachos”, incluida ella, que sin embargo luce radiante, al igual que las prendas que inventa todos los días.
