Morelia, Mich. (OEM-Infomex).- La cancelación de eventos culturales como medida preventiva para evitar contagios del Covid-19 es un duro golpe en las finanzas no solo de quienes administran centros artísticos, sino para los propios creadores, muchos de los cuales viven al día, pues no cuentan con un salario fijo y mucho menos con prestaciones legales. Actores, técnicos, músicos, dramaturgos y directores dependen económicamente de cada función, de cada concierto para obtener ingresos. Pero ante la contingencia, se quedan varados y sin muchas opciones para su propia manutención y el de sus familias.
La obra Ojos tengan no me vean canceló su tercera temporada en La Casona del Teatro. Serían seis funciones entre el 19 y el 28 de marzo con precio de 100 pesos por asistente, y si consideramos que una buena entrada en ese recinto rebasa los 50 espectadores, el cálculo conservador es de 5 mil pesos por cada función que le pegan a la taquilla. Hay que sumar otras fuentes de ingresos para los administradores del teatro, como la venta de bebidas y comida. El paro obligado no solo afecta a artistas y dueños, sino a empleados en puestos como venta de boletos, aseo, meseros, cocineros, sin olvidarnos de los técnicos que hacen posible la producción.
Entrevistada por este diario, la asistente de dirección de la obra, Gunnary Prado, acepta que las personas que trabajan en el sector servicios serán de las más perjudicadas, pero en especial las que están en el sector cultural, “estamos desprotegidos, en una situación muy compleja, porque los empleados públicos o algunos privados pueden tomarse los días que sean necesarios sin que les dejen de pagar, mientras que los artistas en la modalidad libre vemos afectada nuestra de por sí contraída economía”.
Nota, sin embargo, que entre las personas que suelen acudir a eventos artísticos se están solidarizando con mensajes de apoyo y espera que éstos se concreten una vez que termine la inminente cuarentena, “que asistan con más entusiasmo a nuestras funciones cuando las reprogramemos”. Añade que esta crisis llega en un contexto en el que los trabajadores del arte están de por sí desprotegidos, sin políticas culturales que los amparen, pese a que es un tema que se ha discutido por muchos años.
Además del gremio teatral, otro que se ve perjudicado es el de los músicos, quienes generan ingresos por cada presentación en vivo, sobre todo en bares o centros de espectáculos. Juan Carlos Cortés, músico de blues muy activo en la ciudad, ha visto cómo en esta semana se han ido cancelando shows que tenía firmados en lugares como La Buca, y sospecha que otros que están por realizarse en Giraluna y Adana correrán el mismo riesgo. Aunque cada lugar trabaja con los artistas de manera distinta, el promedio de pago a un grupo musical con cuatro integrantes es de dos mil pesos. De cancelarse los cuatro conciertos en los próximos días, la pérdida asciende a los 8 mil pesos. “No tengo otros ingresos más que los de cada presentación; la autoridad cultural, en vez de generar opciones, solo prohíbe eventos y cierra sus puertas. Estamos solos, y solos deberemos enfrentar esto”, nos dice en entrevista.
No tengo otros ingresos más que los de cada presentación; la autoridad cultural, en vez de generar opciones, solo prohíbe eventos y cierra sus puertas
Juan Carlos Cortés. Músico de blues
