Morelia, Michoacán.-En el marco de las actividades del XII Festival Internacional de Cine Fantástico (Feratum), se presentó esta tarde el largometraje No quiero ser polvo, del director mexicano Iván Löwenberg.
La cinta tiene como premisa un acontecimiento que cambiará el destino de la humanidad tal como se conoce: la Tierra pasará por tres días de oscuridad debido a que entrará al Cinturón de Fotones; lo que provocará que en todo el planeta no halla luz eléctrica y sucedan todos los posibles fenómenos naturales.
La protagonista es Bego, interpretada por la madre del cineasta, quien a sus 60 años se encuentra en conflicto puesto que a traviesa por lo que se ha llamado como síndrome del nido vacío, esa sensación de abandono por la que pasan los padres cuando los hijos abandonan el núcleo familiar, cuando el personaje de Lõwenberg decide salir del hogar para estudiar una maestría en Buenos Aires.
La actriz Bego Sáinz mencionó en entrevista a este medio de comunicación que este síntoma es muy frecuente en la cultura mexicana porque "la mayoría de las mujeres se enfoca mucho en la familia que se olvidan de sí mismas que cuando su motor de vida se va, te sientes completamente vacía".
Por su parte, Iván Löwenberg comentó que esta teoría de los tres días de oscuridad es algo muy cercano a su familia en la década de los 90 y que, en la actualidad, se siguen repitiendo como las mencionadas en 2010.
Estas teorías, de acuerdo al realizador, hacen que la gente se enganche porque "cada vez es más frecuente sentirse chiquito y a donde voltees siempre habrá alguna crisis ambiental o de guerra".
Agregó que el ser humano tiene siempre la sensación de amenaza y es cuando surgen las relacionadas con el fin del mundo y su permanencia radica en la facilidad de "agarrarse a ellas porque te dan cierta validación de que algo va a suceder".
Sin embargo, para el realizador, estas también tienen un lado esperanzador porque representan un deseo interno de que acontezca un cambio radical, "que lo que estás viviendo en la vida deje de ser para ser algo más".
Asimismo, hizo mención de lo complicado que llega a ser realizar proyectos con toques fantásticos y apocalípticos en México, puesto que tardó 10 años en este largometraje por la falta de financiamiento de instituciones culturales, "me topé con esta barrera de que iba a costar muchos millones, que no podía hacerlo con el presupuesto que solicitaba".
Aún así, no descartó un futuro donde el cine fantástico tenga más oportunidad de ser apoyado para su realización, "es ir empujando la liga de que se puede resolver la ciencia ficción desde otra perspectiva", finalizó.
No quiero ser polvo es uno de los largometrajes que participan para llevarse el reconocimiento de Película Mexicana en la premiación del Feratum que se celebrará mañana al lado de cintas como Perdidos en la noche, de Amat Escalante.