/ sábado 19 de octubre de 2019

Catrina, el rostro amable con las manos mágicas de Javier Cervantes

Estilo caricaturesco en la elegante y fina figura emblemática de la Noche de Muertos, que conserva la técnica de alfarería punteada de Capula

Morelia, Mich.- (OEM-Infomex).- Heredero de una de las técnicas artesanales ancestrales como es puntillismo o alfarería punteada, Javier Misael Cervantes Espinoza plasma en cada catrina esculpida su amor por Michoacán, con un sello creativo y único que lo han llevado a exponer en diversas vitrinas, foros del estado y del país.

Lo traigo en la sangre, de mi mamá Etelvina aprendí el prestigiado puntillismo de Capula, de ahí soy originario, de una familia dedicada a la elaboración de piezas utilitarias de barro”, resaltó el joven de 27 años de edad, quien se inclinó en esta actividad artesanal en vez de su profesión en gastronomía.

Cada olán del vestido de la Catrina, los pétalos de las flores, todos y cada uno de sus adornos moldeados, así como el elegante sombrero ancho tienen grabada la huella de Javier, lo cual da muestra de dedicación y autenticidad de su obra.

Foto: Mariana Luna



En una amplia paleta de colores pastel, el joven talentoso que aspira a convertirse en un artista internacional elabora tanto a la catrina como al catrín, ambos finamente vestidos. A diferencia del trabajo tradicional, es que en cada una de sus singulares piezas da un toque caricaturesco, “no hacerlas tan grotescas porque siempre da miedo la muerte”.

Expone el rostro maquillado, amable y agradable de la calaca, cargando desde una tierna muñeca, luciendo mariposas monarca entre su larga falda y cabello, hasta las punteadas flores, hojas y corazones de extravagantes trajes. Mientras, el varón con su puro en mano y sombrero de copa porta su frac negro.

Es la figura femenina la que más le inspira para concretar sus ideas creativas e innovadoras; para patentar su pasión por México y Michoacán, su cultura, tradiciones y costumbres que hoy día están más vigentes en las comunidades indígenas como es el culto a los fieles difuntos, que cuenta con el reconocimiento como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO desde noviembre del año 2003.

Foto: Mariana Luna

De la infancia a la presencia externa

Integrante de la familia Espinoza Oropeza de la tenencia de Capula en Morelia, desde la infancia Javier Misael se involucró en el oficio de los abuelos y su madre -retirada actualmente-, incluido el trabajo que realiza su padre Rogelio.

“Desde niño empecé a crear, a seguir la técnica del puntillismo”, señala. Con siete años de dedicación formal a esta actividad artesanal ya cuenta con su propio taller bajo el nombre de “La Difunta”, ubicado en la calle Vasco de Quiroga de su natal Capula, tenencia del municipio de Morelia.

Gracias a las “manos mágicas” de este escultor, hoy día genera tres fuentes de trabajo en las áreas básicas que van desde el amasado de la arcilla, horneado y aplicación base de pintura. La producción varía de acuerdo a la temporada, un promedio de 50 piezas por mes.

Se le ha considerado como uno de los máximos exponentes de Capula; hablar de sus raíces, origen y arraigo artesanal de los pobladores es su mayor orgullo.

Foto: Mariana Luna



Con sus catrinas y calaveras ha obtenido premios locales y estatales como ser ganador del título del mejor escultor joven. En su haber, también cuenta con reconocimientos de concursos de Jalisco, de manera específica de cerámica en Tlaquepaque con siete años de participación ininterrumpida.

Con precios que van desde los mil 800 ó dos mil 200 pesos en piezas de unos 50 centímetros de altura, hasta muchos más miles de pesos por la complejidad de la escultura, ya está listo para la temporada de Noche de Muertos.

Internacionales son sus mejores clientes; visitantes tanto de Canadá, Estados Unidos y de Europa poseen una pieza de "La Difunta", su trabajo innovador lo han llevado a foros artesanales de Guanajuato, Ciudad de México, Jalisco y Puebla, además, sus catrinas son difundidas en la muestra michoacana que se realizará en noviembre en 20 ciudades de Italia.

Tal es su espíritu emprendedor que incursionó en el maquillaje humano de catrinas. Participó en un documental de National Geographic denominado “La Roca Extraña” que se exhibe en una plataforma digital internacional.

Actualmente, se asesora sobre el registro de una marca propia ante el Instituto Mexicano de Propiedad Industrial (IMPI), a fin de proteger lo que él considera una artesanía auténtica, porque ninguna pieza o figura es igual, hecha a mano y sin moldes.

Foto: Mariana Luna

Capula tierra de “catrineros”


La artesanía de mayor demanda en la víspera del Día de Muertos es sin lugar a dudas la catrina de Capula, la cual porta desde el año 2006 la marca colectiva Región de Origen por el Instituto Mexicano de Propiedad Industrial.

Alrededor de 400 alfareros de esa tenencia de Morelia se dedican a elaborar esta figura esbelta que evoca la obra y el estilo del artista popular mexicano José Guadalupe Posadas.

Desde su aparición, poco a poco fueron adquiriendo denominación de “Catrinas de Capula”, la cual definitivamente les fue otorgada por el consenso popular.

Los artesanos “catrineros” recrean con sus calaveras hechos cotidianos, festivos o ceremoniales, en donde aparecen personajes de cuño popular tales como: revolucionarios, músicos y mariachis, arrieros, cocineros, mojas, así como la “muerte elegante”, la preferida.

Foto: Cortesía


DATOS

  • Capula posee otras dos marcas colectivas Región de Origen, se trata de la alfarería punteada y la tradicional.
  • Se tiene registro de 600 talleres artesanales en los que se trabajan las Catrinas, vajillas (platos, jarros, tasas, vasos, etc.) y otros artículos utilitarios.


Morelia, Mich.- (OEM-Infomex).- Heredero de una de las técnicas artesanales ancestrales como es puntillismo o alfarería punteada, Javier Misael Cervantes Espinoza plasma en cada catrina esculpida su amor por Michoacán, con un sello creativo y único que lo han llevado a exponer en diversas vitrinas, foros del estado y del país.

Lo traigo en la sangre, de mi mamá Etelvina aprendí el prestigiado puntillismo de Capula, de ahí soy originario, de una familia dedicada a la elaboración de piezas utilitarias de barro”, resaltó el joven de 27 años de edad, quien se inclinó en esta actividad artesanal en vez de su profesión en gastronomía.

Cada olán del vestido de la Catrina, los pétalos de las flores, todos y cada uno de sus adornos moldeados, así como el elegante sombrero ancho tienen grabada la huella de Javier, lo cual da muestra de dedicación y autenticidad de su obra.

Foto: Mariana Luna



En una amplia paleta de colores pastel, el joven talentoso que aspira a convertirse en un artista internacional elabora tanto a la catrina como al catrín, ambos finamente vestidos. A diferencia del trabajo tradicional, es que en cada una de sus singulares piezas da un toque caricaturesco, “no hacerlas tan grotescas porque siempre da miedo la muerte”.

Expone el rostro maquillado, amable y agradable de la calaca, cargando desde una tierna muñeca, luciendo mariposas monarca entre su larga falda y cabello, hasta las punteadas flores, hojas y corazones de extravagantes trajes. Mientras, el varón con su puro en mano y sombrero de copa porta su frac negro.

Es la figura femenina la que más le inspira para concretar sus ideas creativas e innovadoras; para patentar su pasión por México y Michoacán, su cultura, tradiciones y costumbres que hoy día están más vigentes en las comunidades indígenas como es el culto a los fieles difuntos, que cuenta con el reconocimiento como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO desde noviembre del año 2003.

Foto: Mariana Luna

De la infancia a la presencia externa

Integrante de la familia Espinoza Oropeza de la tenencia de Capula en Morelia, desde la infancia Javier Misael se involucró en el oficio de los abuelos y su madre -retirada actualmente-, incluido el trabajo que realiza su padre Rogelio.

“Desde niño empecé a crear, a seguir la técnica del puntillismo”, señala. Con siete años de dedicación formal a esta actividad artesanal ya cuenta con su propio taller bajo el nombre de “La Difunta”, ubicado en la calle Vasco de Quiroga de su natal Capula, tenencia del municipio de Morelia.

Gracias a las “manos mágicas” de este escultor, hoy día genera tres fuentes de trabajo en las áreas básicas que van desde el amasado de la arcilla, horneado y aplicación base de pintura. La producción varía de acuerdo a la temporada, un promedio de 50 piezas por mes.

Se le ha considerado como uno de los máximos exponentes de Capula; hablar de sus raíces, origen y arraigo artesanal de los pobladores es su mayor orgullo.

Foto: Mariana Luna



Con sus catrinas y calaveras ha obtenido premios locales y estatales como ser ganador del título del mejor escultor joven. En su haber, también cuenta con reconocimientos de concursos de Jalisco, de manera específica de cerámica en Tlaquepaque con siete años de participación ininterrumpida.

Con precios que van desde los mil 800 ó dos mil 200 pesos en piezas de unos 50 centímetros de altura, hasta muchos más miles de pesos por la complejidad de la escultura, ya está listo para la temporada de Noche de Muertos.

Internacionales son sus mejores clientes; visitantes tanto de Canadá, Estados Unidos y de Europa poseen una pieza de "La Difunta", su trabajo innovador lo han llevado a foros artesanales de Guanajuato, Ciudad de México, Jalisco y Puebla, además, sus catrinas son difundidas en la muestra michoacana que se realizará en noviembre en 20 ciudades de Italia.

Tal es su espíritu emprendedor que incursionó en el maquillaje humano de catrinas. Participó en un documental de National Geographic denominado “La Roca Extraña” que se exhibe en una plataforma digital internacional.

Actualmente, se asesora sobre el registro de una marca propia ante el Instituto Mexicano de Propiedad Industrial (IMPI), a fin de proteger lo que él considera una artesanía auténtica, porque ninguna pieza o figura es igual, hecha a mano y sin moldes.

Foto: Mariana Luna

Capula tierra de “catrineros”


La artesanía de mayor demanda en la víspera del Día de Muertos es sin lugar a dudas la catrina de Capula, la cual porta desde el año 2006 la marca colectiva Región de Origen por el Instituto Mexicano de Propiedad Industrial.

Alrededor de 400 alfareros de esa tenencia de Morelia se dedican a elaborar esta figura esbelta que evoca la obra y el estilo del artista popular mexicano José Guadalupe Posadas.

Desde su aparición, poco a poco fueron adquiriendo denominación de “Catrinas de Capula”, la cual definitivamente les fue otorgada por el consenso popular.

Los artesanos “catrineros” recrean con sus calaveras hechos cotidianos, festivos o ceremoniales, en donde aparecen personajes de cuño popular tales como: revolucionarios, músicos y mariachis, arrieros, cocineros, mojas, así como la “muerte elegante”, la preferida.

Foto: Cortesía


DATOS

  • Capula posee otras dos marcas colectivas Región de Origen, se trata de la alfarería punteada y la tradicional.
  • Se tiene registro de 600 talleres artesanales en los que se trabajan las Catrinas, vajillas (platos, jarros, tasas, vasos, etc.) y otros artículos utilitarios.


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