Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).– A fin de incentivar la lectura y formar públicos de todas las edades en esa silenciosa labor, la asociación civil “Cultura local” y la comunidad de Santa Ana Chapitiro tomaron la estafeta de la primer Biblioteca del Libro Ilustrado (ACJ) –con sede en el Antiguo Colegio Jesuita de Pátzcuaro–, y abrirán una extensión en dicha tenencia de la ciudad lacustre.
En entrevista para El Sol de Morelia, el artista gráfico y gestor Artemio Rodríguez explicó que la BLI de Santa Ana será “una buena evolución” del proyecto hospedado en el ACJ, al contar con “materiales muy específicos y antiguos”, que ayudarán a fomentar los hábitos lectores de la comunidad, gracias a un numeroso acervo y la programación de actividades formativas y recreativas como talleres de dibujo, escritura y ciclos de cine.
“Es una biblioteca que vive del libro usado, de material que ya ha pasado por varias manos. No tenemos presupuesto para comprar libros nuevos, pero nuestra filosofía es que no hay necesidad de hacerlo”, dijo luego de comentar que la BLI Santa Ana se nutre de parte del acervo de la BLI del ACJ, la colección personal de él y de donaciones.
Aunque el espacio se encuentra prácticamente listo para echarlo a andar, el grabador tacambarense dijo que, debido a la pandemia, valoran hacer la apertura el próximo año “de manera progresiva”.
“Nuestro objetivo es ofrecer una alternativa a los niños y jóvenes de la comunidad para que puedan venir y estar curioseando un rato entre los libros, leer y desarrollar ese amor por la cultura, la historia y las ciencias”, explicó.
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Libros escolares publicados desde el siglo XIX hasta la actualidad, literatura, humanidades, arte, enciclopedias, volúmenes en inglés, cine, teatro, cocina y una variedad de libros ilustrados que, a ojo de buen cubero, deben ser más de 2 mil ejemplares, conviven en el cuarto de la planta alta de la Antigua Escuela de la comunidad, muchos de ellos conseguidos de segunda mano en los tianguis de Pátzcuaro y Morelia, de los cuales –antes de la pandemia– Artemio y su hijo Mateo eran asiduos visitantes.
Biblioteca y museo comunitario
Una vez que se presentó la solicitud del espacio y la comunidad dio la anuencia para el préstamo de un salón de la Antigua Escuela –junto al templo católico–, se llevaron poco más de 2 semanas en limpiar, pintar muros, restaurar el salón y hacer libreros, según comentó el grabador, quien calificó el nuevo espacio como “una mezcla de biblioteca y museo”, debido al hallazgo de fotografías y cuadros de honor de décadas anteriores, que tendrán un espacio especial en el recinto.
“Parte importante de la biblioteca es buscar y hurgar la historia del lugar. Tuvimos la suerte de encontrar 3 cuadros de generación, esto, de algún modo, abre la puerta para continuar indagando en la historia del pueblo y conformar un acervo específico”, dijo luego de señalar que encontrarse en un lugar adyacente a la iglesia habla de la “sana competencia” de ámbitos y es una forma de honrar y reivindicar los ideales laicos de Benito Juárez.
A pregunta expresa sobre alguna próxima gestión de fondos federales para convertir el inmueble en un centro cultural, Artemio Rodríguez comentó que “más adelante puede ser una alternativa”.
“Ahorita simplemente la voluntad, el trabajo físico y la cooperación comunitaria lo ha hecho posible. Se buscó trabajar de esa manera para no detenerse y depender de cosas inciertas”, dijo al explicar que en Santa Ana la gente “saca las faenas” de manera colectiva y hasta el momento niños y adultos han cooperado apoyado a limpiar y pintar el nuevo recinto libresco.