Rafael Cauduro (Ciudad de México, 1950) es un rebelde. Pintor, dibujante, escultor y muralista en solitario, autodidacta, independiente, crítico y siempre inquieto. En cinco décadas de trayectoria ha mantenido la experimentación como epicentro de narraciones pictóricas que al tiempo que hacen crítica social e incluso política, son añoranza de un momento pasado. Un arte pictórico que se identifica por sí mismo.
De ello dará cuenta la exposición retrospectiva Un Cauduro es un Cauduro (es un Cauduro), que tomará las salas del Antiguo Colegio de San Ildefonso con 156 obras, desde sus primeras caricaturas y dibujos hasta sus óleos de gran formato, esculturas y referencias a sus murales como el que ocupa la Suprema Corte de Justicia. Es un recorrido por los conceptos y obsesiones del artista quien marcó distancia con grupos y corrientes del arte mexicano para construir un lenguaje propio.
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A decir de la curadora Alesha Mercado, la obra de Cauduro es irrepetible. Habla por sí sola y no se presta a confusiones. Lo que significa que aun el espectador menos familiarizado con el artista, es capaz de reconocer sus pinturas, y ello refleja que el pintor consiguió su cometido: crear su propio abecedario estético.
“Hay que valorar sus aportaciones y Rafael ha hecho grandes aportaciones en técnicas en narrativas a la historia del arte mexicano; nos guste o no su obra, tenemos que reconocerle esto, es una trayectoria sostenida de 50 años y estamos ante un artista completamente autodidacta que creó su propio camino.
“Es muy rebelde y siempre tuvo la intención de mantenerse alejado de los grupos, no quería ser parte de ninguna corriente porque su interés está en experimentar, en crear su propia técnica y seguir su propio camino”, detalló la curadora en entrevista con El Sol de México sobre la exposición que inaugura el próximo 24 de febrero y permanecerá hasta el 26 de junio.
La retrospectiva no sigue un camino lineal, advirtió Mercado. Más bien toma como ejes curatoriales los conceptos contenidos en la obra de Cauduro. Así, tras una sala introductoria, se podrán apreciar sus caricaturas políticas como un reflejo de sus preocupaciones por la situación del país; también pinturas sobre la migración infantil, la violencia contra la mujer, el cuerpo, la vulnerabilidad, la discapacidad, los personajes urbanos, la violencia, entre otros; hasta llegar a los murales, un compendio de todas sus ideas.
“Partí desde los inicios, en el archivo de su estudio hay mucho material y aunque yo conocía bien su obra, al entrar a su estudio me di cuenta que hay un universo mayor que no conocemos bien. Él había empezado con caricaturas, pero en su casa lo obligaron a estudiar una carrera formal y estudió diseño en la Ibero y luego se dedicó al arte a través de la caricatura, poco a poco se fue aventurando, empezó con otras obras al óleo.
“Lo interesante es que en todas las etapas hay una intensa experimentación, por ejemplo en sus primeras obras empezó a descomponer las formas y el entorno, luego fue creando sus personajes que primero tomaba modelos de revistas y luego propuso sus propios modelos y estudiaba mucho la fotografía y poco a poco se va conformando un Rafael Cauduro mucho más mauro”, definió.
Además de los temas, la obra de quien ha expuesto en Vancouver, Nueva York, Venezuela y Ciudad de México, la exhibición también refiere los materiales experimentales con que construye su obra. Desde desechos hasta lámina, madera, pintura, fibra de vidrio, metal y otros en busca de nuevas texturas y acabados distintos.
Al considerarse un artista público, Cauduro tiene un especial aprecio a su obra mural. El más conocido es Escenarios subterráneos, en la estación del metro Insurgentes; también El condominio, que hizo en Avenida Veracruz en la Colonia Roma. El más polémico es el de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Los 7 crímenes mayores, un recordatorio sobre la injusticia.
El título de la exposición hace referencia al aforismo de la poeta estadounidense Gertrude Stein, quien escribió Rosa es una rosa, es una rosa en el poema Sacred Emily, y la intención es que los espectadores al entrar el museo y conocer las creaciones de Rafael Cauduro no les quede duda de que un Cauduro es un Cauduro. “Estamos ante un artista inconfundible”, concluyó.