Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).– Exploración de la memoria personal, a la vez que “desdoblamiento” y proceso de “catarsis” tras el encierro propiciado por la pandemia, la exposición “Escrituras tangibles” muestra la ductilidad técnica de Ioulia Akhmadeeva.
Entrevistada por El Sol de Morelia, la artista visual rusa afincada en México desde hace 24 años, explicó que varias piezas que conforman la muestra inaugurada este jueves se remontan a la tradición familiar de trabajar con bordados y tejidos como el “crochet” y al gusto por la literatura de su país, fomentada por su madre.
“Por primera vez puse haiku, poesía concreta y textos fragmentarios dentro de una exposición: está impresa en nubes, piedras y bordada en tela”, dijo luego de explicar que la instalación al fondo de la sala surgió a partir de un sueño y se materializó bajo la idea de multiplicar imágenes y textos, buscando que “a partir de lo visible se llegue a lo tangible”.
Dos años de trabajo se resumen en dicha exposición, la cual se desprende de un proyecto que la autora realiza gracias al Sistema Nacional de Creadores de Arte (SNCA).
Por su parte, María de los Ángeles Valencia, curadora de “Escrituras tangibles”, dijo que el proyecto inicial sufrió variaciones y adecuaciones al espacio, desde que la autora solicitara en una sala del Centro Cultural Clavijero (CCC), para trabajar ex profeso.
“Pensamos en tres núcleos que hablaran de la memoria como archivo, reflexión y como algo más íntimo. Si bien el concepto de memoria ha estado presente en varios momentos del trabajo de Ioulia, esta vez apuesta por distintos desdoblamientos y se han generado distintas líneas, tanto en producción como en conceptualización”, precisó.
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Al respecto, explicó que la intención de dividir la exposición en tres núcleos fundamentales busca dar cabida al libro-objeto, a manera de bitácora, a partir de la noción de archivo que vincula “la práctica familiar del bordado” con “la memoria íntima, que se convierte en colectiva, al compartirla con el visitante”.
El segundo núcleo, parte central de la exposición, surge de la relación “objeto-imagen” y cuenta con 48 acuarelas de paisajes bajacalifornianos, en el cual, dijo, “la memoria opera como registro del paisaje: cómo nosotros registramos todo y eso se queda guardado en un archivo mental y físico”. Además, esta sección está conformada por una instalación de latas que hacen referencia al número de especies en peligro de extinción que habitan el Mar de Cortés y otra instalación con objetos encontrados e intervenidos.
Finalmente, la instalación que representa una acumulación de nubes y el fenómeno pluvial, constituye “el núcleo más íntimo”. A decir de la curadora, en ésta pieza Akhmadeeva “comparte poesía concreta mediante frases y elementos surgidos del proceso de encierro durante la pandemia, como una manera de hacer catarsis y emprender un desdoblamiento en varios sentidos”.