/ viernes 17 de diciembre de 2021

Pandemia, mujeres y universidad: tras la realidad urgente.

Desde marzo de 2020, la Universidad Intercultural Indígena de Michoacán, (UIIM) cuenta con un Protocolo de Atención y Sanción para el Acoso y Hostigamiento Sexual Universitario, (PASAyHSU) mismo que se construyó por académicas de la misma Universidad bajo la asesoría de la Secretaría de Igualdad Sustantiva y Desarrollo de las Mujeres de Michoacán. Este instrumento refleja un avance contra la violencia que viven las mujeres en la Universidad Intercultural Indígena de Michoacán, sin embargo, requiere una revisión urgente por el contexto de pandemia en que nos encontramos, que es lo que aquí propongo. De acuerdo a la activación del PASAyHSU, éste ha sido empleado principalmente por las docentes y en menor medida por las estudiantes y administrativas. En la UIIM hay 1,151 mujeres estudiando actualmente, respecto de un total de 1535 estudiantes (Datos Área Planeación, UIIM), situación relevante si atendemos que ante el actual contexto de pandemia se han aumentado los niveles de violencia contra jóvenes y niñas, como demuestran las cifras de INMUJERES, (2021). Por lo cual, nuestra comunidad estudiantil universitaria es la principal afectada ante la actual pandemia en que nos encontramos. La comunidad estudiantil de la UIIM, principalmente conformada por mujeres provenientes de comunidades originarias de la región, estimo requiere una atención y reflexión profunda, al ser un sector que enfrenta discriminaciones muy particulares por la condición, en este caso étnico y de género, que las sitúa en desventaja social, como bien apunto Kymberlé Crenshaw en 1989, en su estudio sobre la discriminación específica que ejercían los tribunales al no visualizar el contexto particular en que vivían las mujeres afrodescendientes al interior de sus lugares de trabajo. En nuestro caso, que las estudiantes sean las que menos utilizan el Protocolo, no quiere decir que no existe violencia contra ellas, como lo demostró su participación en la actividad con Olimpia Coral Melo, sobre Prevención de la violencia digital, (11 noviembre 2021). Si bien, se han iniciado actividades para sensibilizar e informar a la comunidad universitaria sobre la violencia contra las mujeres, considero importante se revise el PASAyHSU, de tal forma que ofrezca una respuesta acorde a la comunidad universitaria que somos. Planteo que el Protocolo integre una perspectiva de género más amplia, pues se restringe a hablar de mujeres en general, cuando las particularidades al interior de la UIIM son amplias por su propia naturaleza y ubicación geográfica. Considero importante utilizar los elementos de la interseccionalidad de tal forma que, se pueden visualizar las desigualdades económicas, políticas y sociales que van acompañadas de valores y significados que también impactan la vida de las mujeres y de los hombres, tanto en los espacios privados como en los espacios públicos, como es el caso de la UIIM, por lo cual, el género como orden estructural, se ve interpelado por las cuestiones de raza, etnia, clase, sexualidad, capacidad, edad, al ser estos elementos de diferenciación y de exclusión los que van en contra del disfrute de los derechos y libertades, y por lo tanto a vivir una vida libre de violencia dentro de la Universidad. La importancia de la interseccionalidad “radica en el reconocimiento de las diferencias que hay entre mujeres” (Anthias, 2008), al ser una universidad intercultural, es nodal reconocer también las diversas opresiones que enfrentan las mujeres originarias y que puedan ser entendidas y atendidas en el PASAyHSU. Pues como afirma Audrey Lorde, al no reconocer las diferencias entre mujeres, también eso perpetuaría la discriminación al no poder relacionarse con igualdad. Por lo que el PASAyHSU debería responder a una idea plural de comunidad universitaria, y específicamente de las mujeres, reelaborando sus contenidos de tal forma que no perpetúen relaciones sociales en las que las mujeres se vean mayormente expuestas a situaciones de desventaja, la idea de la interseccionalidad aplicada a este instrumento supone construir un Protocolo que evite concepciones de opresión que puedan mantenerse ocultas (Platero, 2012) así, como ubicar discursos que puedan promover una construcción cultural de desventaja y subordinación. Y siendo la norma – entre otros - uno de los elementos en que se reflejan las desigualdades, entonces, el Protocolo requiere revisión y reformulación que nos permita llegar a un proceso equilibrado que transite a su institucionalización con un Protocolo acorde a su realidad multicultural y de clara urgencia ante el actual contexto de pandemia por la COVID-19.

Marilú Peña Guevara