/ lunes 17 de abril de 2023

Migrantes irregulares a la deriva en México.

Indignación por la tragedia en Ciudad Juárez, en donde hasta el momento 40 migrantes han perdido la vida debido al incendio provocado en la estación migratoria de esa ciudad fronteriza. Era solo cuestión de tiempo para que una tragedia más acaparara la atención mundial ante la renuencia para responder a las necesidades que demandan las estancias y estaciones migratorias del Instituto Nacional de Migración. Las irregularidades y la ausencia de protocolos abundan. No es posible comprender las situaciones que se viven al interior de un lugar que no cuenta con las condiciones o protocolos de atención para los migrantes, quienes viven en la incertidumbre y desesperación al encontrarse privados de la libertad e incomunicados.

Los recintos migratorios en el país han sido objeto de denuncias constantes, al ser sitios en donde se violentan los derechos humanos, se pisotea la dignidad de las personas retenidas, donde hay sobrepoblación, maltrato psicológico y físico, falta de agua o de comida, abuso, violencia y casos de detención arbitraria, hechos que desafortunadamente forman parte del día a día, así que por supuesto, hay razones de sobra para levantar la voz cuando sucede lo que no debería pasar.

Las quejas de dichas arbitrariedades presentadas a la Comisión Nacional de Derechos Humanos están registradas en los informes anuales, lo mismo reza en las publicaciones realizadas por los Socios de la Red de Documentación de las Organizaciones Defensoras de Migrantes (REDODEM), cuyo trabajo ha sido fundamental para hacer visible la situación que viven los migrantes irregulares en México. Organizaciones como Amnistía Internacional, Médicos Sin Fronteras, Asylum Access, entre muchos otros colectivos y actores sociales han documentado hechos y denuncias a lo largo de los años.

Actualmente existen en México 35 estaciones migratorias y 22 estancias provisionales (CNDH, 2021), su objetivo es dar alojamiento de manera temporal a las personas en contexto de migración que no puedan acreditar su situación migratoria regular en el país. El sistema bajo el que operan los recintos utiliza un sistema carcelario en donde los migrantes que son detenidos se encuentran bajo un esquema de protección de la seguridad nacional (CNDH, 2019).

“Yo te puedo decir que migración es la experiencia más fea que yo he tenido en toda la travesía”, comenta Raimundo, migrante venezolano asegurado en una estación migratoria de Coahuila. “Yo alcancé cama, pero la mayoría de las personas estaban en el suelo. El olor ahí era insoportable, los baños estaban derramados de porquería, la comida que nos dieron estaba echada a perder. Si algo me faltaba por experimentar, ahí lo viví”.

Liceli, madre de tres hijos, escucha lo que dice Raimundo, y mientras tanto extiende sobre una mesa la copia de la tarjeta de visitante que le fue otorgada por el INM en Oaxaca. A diferencia de miles de haitianos y personas de otras nacionalidades, su permiso de estancia en el país era de 30 días, no tenía autorización para trabajar y debía salir del territorio nacional por la frontera sur al vencer el documento. A ella y a su familia también los detuvieron antes de cruzar a Estados Unidos, cuenta que había personas con más de un mes en la estación migratoria: mujeres y niños entre la mugre y el hacinamiento. “Todos estábamos encerrados con un candado y había que pedir permiso si necesitabas salir al baño, se nos pegaban las moscas por todo el cuerpo, fue horrible”, concluye.

No es la primera vez que conozco la situación que se vive en estos lugares, pero no deja de sorprender. Es imposible dejar de percibirse avergonzada cuando te dan testimonio cara a cara de lo que sucede en tu país, donde las vejaciones a los migrantes se da forma sistemática.

De acuerdo con registros del INM (CNDH, 2021), las estaciones migratorias concentran principalmente a nacionales de El Salvador, Guatemala y Honduras, quienes representan a su vez, entre el 85 y 90 por ciento de las personas detenidas (2018-2021), migrantes en tránsito que forman parte de la mayoría de los flujos irregulares en México.

La crítica situación que vivimos actualmente en México como país de tránsito y destino de migrantes irregulares es multifactorial y es un reflejo de la dinámica que se da a nivel mundial, en donde las políticas migratorias en su mayoría restrictivas, no logran atender un fenómeno sumamente complicado, muy a pesar de los acuerdos y tratados internacionales, de las líneas de acción y compromisos establecidos en las agendas mundiales sobre el derecho a una migración segura, ordenada y regular. Basta decir que las detenciones a migrantes irregulares en el país en 2022 arrojaron cifras récord con la detención de 444 mil 439 personas, 44% más que el año anterior (OIM, 2022), así mismo se identifica un incremento de menores interceptados.

Ante tales circunstancias es imposible no preguntarse que está pasado con los migrantes en irregulares en tránsito. ¿Dónde queda el discurso político sobre la atención al fenómeno migratorio irregular en este nuevo gobierno? ¿Cómo se opera la política migratoria con enfoque en los derechos humanos, cuando los migrantes son percibidos como criminales? Parte de la respuesta a las preguntas está en el análisis sobre la implementación de estrategias de seguridad para retener los flujos de migrantes en las fronteras y de sus efectos, que hasta el momento reflejan la incapacidad para atender necesidades derivadas de las detenciones.

La Red Regional de Protección, identificó que desde junio de 2019 el gobierno mexicano ha desplegado a miles de efectivos de la Guardia Nacional en las fronteras norte y sur con la finalidad de contener los flujos:

“Esa política ha generado violaciones a los derechos humanos de las personas migrantes. Los elementos de la Guardia Nacional no se encuentran capacitados para identificar a personas con necesidad de protección internacional, y tampoco brindan la información pertinente a las personas migrantes, lo que impide el acceso a la solicitud de asilo a quienes huyen de sus países de origen por motivos de persecución o porque su vida e integridad están en riesgo” (Red Regional de Protección, 2020).

Por otra parte, el Servicio Jesuita a Migrantes (SJM), ha dejado asentado que cerca de 75 por ciento de los migrantes que son reportados como desaparecidos, y que son localizados con vida a través de su programa de búsqueda han sido eventos de personas que se encontraban retenidas e incomunicadas en estaciones migratorias. El SJM, a través de su programa de búsqueda, ha documentado las irregularidades al interior de las estancias y estaciones migratorias las cuales, según reporta, se han convertido en principales lugares para la desaparición (SJM-México, 2023).

La opinión pública sobre la presencia de migrantes temporales o en tránsito por México está dividida, supongo que así ha sido desde 2018, cuando la población fue testigo de las crisis migratorias provocada por las caravanas de migrantes irregulares que cruzaron el territorio para llegar a Estados Unidos. Sí, hay cualquier cantidad de historias para contar a partir de esa experiencia, desde quienes dan testimonio sobre aquellos que utilizaron las caravanas para traficar con los migrantes, hasta el impacto social causado por el discurso público enmarcado en la idea de pobreza, descontrol o extorsión, solo por mencionar una parte de este complicado escenario; y aunque aquellas devastadoras historias asociadas a los migrantes es lo que con frecuencia nos llega a través de las noticias, la situación que se experimenta es más compleja y oscura de lo que imaginamos, pues la idea que tenemos sobre el fenómeno supera por mucho la realidad de lo que ocurre en nuestro país, un lugar en donde persiste la imagen negativa hacia los migrantes y donde el rechazo y la xenofobia, así como delitos cometidos contra estos son una constante.

De ninguna manera se justifica la discriminación o las manifestaciones de racismo hacia la población migrante y mucho menos aquella que se da a nivel institucional, sin embargo, me pregunto cómo se aborda al interior de la cadena gubernamental el tema y cómo se enfrentan las situaciones que se salen de control. ¿Hasta qué punto se está en capacidad de tomar decisiones adecuadas y bajo qué perspectiva se lleva a cabo la acción? En este sentido, no hace mucho tiempo han discurrido breves conversaciones con integrantes de la Comisión Nacional de Derechos Humanos cuya experiencia en el trato con los migrantes asegurados en estaciones migratorias de México han motivado mi análisis sobre el imaginario colectivo que existe hacia esta población:

“En nuestras visitas a las estaciones nos hemos encontrado con personas que rompen la idea que se tiene sobre los migrantes. Traen dinero suficiente para el viaje y de forma tajante rechazan cualquier conversación con nosotros. Es cierto, entre los grupos se encuentran traficantes de personas que durante el viaje van haciendo negocios ya sea para ayudar en el cruce de la frontera o como parte de la identificación y selección de las posibles víctimas. Es muy difícil identificar con que intención vienen a nuestro país”, concluye el representante de la CNDH.

¿Por qué México está experimentando este panorama migratorio?

Debido a la ubicación geográfica de México en el corredor migratorio hacia Estados Unidos, y las crecientes condiciones de inestabilidad que se viven en el Norte de Centroamérica (NCA) ocasionadas por hechos relacionados con la violencia, la precariedad en las condiciones de vida, la exclusión social, los conflictos armados la recesión económica en la región, los desastres naturales que ha experimentado la zona, con un fuerte impacto económico y social, así como las actuales políticas migratorias restrictivas imperantes en distintos países industrializados receptores de migrantes en el mundo, han ocasionado un inédito comportamiento en los flujos migratorios en México. Vale la pena señalar que actualmente México ocupa el séptimo lugar en solicitudes de asilo a nivel mundial y en los últimos años haitianos y venezolanos han escogido quedarse aquí como una segunda opción para establecerse. De acuerdo con la Organización Internacional para las migraciones (OIM), en los últimos 20 años el número de inmigrantes aumentó en un 123%. Personas procedentes de El salvador, Guatemala, Estados Unidos, Venezuela, Colombia, Cuba, Nicaragua, Haití y Brasil, entre otras nacionalidades que integran la población extrajera en México, con alrededor de 1.2 millones de inmigrantes documentados.

A nivel internacional, se estima que existen poco más de 281 millones de migrantes, lo que representa el 3.6% de la población mundial (OIM, 2020). Ciertamente no es una cifra alarmante, porque la mayoría de las personas prefieren quedarse en su lugar de origen y no enfrentarse a la experiencia de la migración, sin embargo, es fundamental poner atención al tema, pues el escenario para los países por donde transitan o llegan los migrantes se ve transformado considerablemente, sobra decir que ya lo estamos viviendo de forma directa o indirecta, por lo tanto el crear marcos normativos desde local permitirá crear mejores condiciones para la integración social de esta población, independientemente de su condición migratoria. Lo cierto es que la respuesta no está en las detenciones, la solución se encuentra en atender desde el origen los problemas que motivan la migración irregular y esta es una tarea que ningún país o algún gobierno puede enfrentar solo, no obstante, es necesario tener voluntad para que lo que hasta ahora ha funcionado mal tenga una consecuencia que permita avanzar de forma positiva.


La autora es egresada de la Maestría en Estudios de Migración Internacional por El Colegio de la Frontera Norte, tiene la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Vasco de Quiroga. Se ha desarrollado en el ámbito audiovisual en medios públicos y privados como generadora de contenidos y a nivel directivo. Dirige la Casa Productora Kodia Multimedios, sus líneas de trabajo se orientan a la difusión de la problemática migrante, la promoción de la cultura y las tradiciones de Michoacán, así como la prevención de la violencia contra las mujeres.

Ha colaborado para la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo en la realización de talleres de producción audiovisual para la divulgación de la ciencia, a través del departamento de Divulgación Científica.

Sus producciones se han difundido en cadena nacional y señal internacional a través de canal 22 del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Mexicanal en Estados Unidos, y la Red de Radiodifusoras y Televisoras Educativas y Culturales de México.

Es egresada de la Maestría en Estudios de Migración Internacional, El Colegio de la Frontera Norte.

Indignación por la tragedia en Ciudad Juárez, en donde hasta el momento 40 migrantes han perdido la vida debido al incendio provocado en la estación migratoria de esa ciudad fronteriza. Era solo cuestión de tiempo para que una tragedia más acaparara la atención mundial ante la renuencia para responder a las necesidades que demandan las estancias y estaciones migratorias del Instituto Nacional de Migración. Las irregularidades y la ausencia de protocolos abundan. No es posible comprender las situaciones que se viven al interior de un lugar que no cuenta con las condiciones o protocolos de atención para los migrantes, quienes viven en la incertidumbre y desesperación al encontrarse privados de la libertad e incomunicados.

Los recintos migratorios en el país han sido objeto de denuncias constantes, al ser sitios en donde se violentan los derechos humanos, se pisotea la dignidad de las personas retenidas, donde hay sobrepoblación, maltrato psicológico y físico, falta de agua o de comida, abuso, violencia y casos de detención arbitraria, hechos que desafortunadamente forman parte del día a día, así que por supuesto, hay razones de sobra para levantar la voz cuando sucede lo que no debería pasar.

Las quejas de dichas arbitrariedades presentadas a la Comisión Nacional de Derechos Humanos están registradas en los informes anuales, lo mismo reza en las publicaciones realizadas por los Socios de la Red de Documentación de las Organizaciones Defensoras de Migrantes (REDODEM), cuyo trabajo ha sido fundamental para hacer visible la situación que viven los migrantes irregulares en México. Organizaciones como Amnistía Internacional, Médicos Sin Fronteras, Asylum Access, entre muchos otros colectivos y actores sociales han documentado hechos y denuncias a lo largo de los años.

Actualmente existen en México 35 estaciones migratorias y 22 estancias provisionales (CNDH, 2021), su objetivo es dar alojamiento de manera temporal a las personas en contexto de migración que no puedan acreditar su situación migratoria regular en el país. El sistema bajo el que operan los recintos utiliza un sistema carcelario en donde los migrantes que son detenidos se encuentran bajo un esquema de protección de la seguridad nacional (CNDH, 2019).

“Yo te puedo decir que migración es la experiencia más fea que yo he tenido en toda la travesía”, comenta Raimundo, migrante venezolano asegurado en una estación migratoria de Coahuila. “Yo alcancé cama, pero la mayoría de las personas estaban en el suelo. El olor ahí era insoportable, los baños estaban derramados de porquería, la comida que nos dieron estaba echada a perder. Si algo me faltaba por experimentar, ahí lo viví”.

Liceli, madre de tres hijos, escucha lo que dice Raimundo, y mientras tanto extiende sobre una mesa la copia de la tarjeta de visitante que le fue otorgada por el INM en Oaxaca. A diferencia de miles de haitianos y personas de otras nacionalidades, su permiso de estancia en el país era de 30 días, no tenía autorización para trabajar y debía salir del territorio nacional por la frontera sur al vencer el documento. A ella y a su familia también los detuvieron antes de cruzar a Estados Unidos, cuenta que había personas con más de un mes en la estación migratoria: mujeres y niños entre la mugre y el hacinamiento. “Todos estábamos encerrados con un candado y había que pedir permiso si necesitabas salir al baño, se nos pegaban las moscas por todo el cuerpo, fue horrible”, concluye.

No es la primera vez que conozco la situación que se vive en estos lugares, pero no deja de sorprender. Es imposible dejar de percibirse avergonzada cuando te dan testimonio cara a cara de lo que sucede en tu país, donde las vejaciones a los migrantes se da forma sistemática.

De acuerdo con registros del INM (CNDH, 2021), las estaciones migratorias concentran principalmente a nacionales de El Salvador, Guatemala y Honduras, quienes representan a su vez, entre el 85 y 90 por ciento de las personas detenidas (2018-2021), migrantes en tránsito que forman parte de la mayoría de los flujos irregulares en México.

La crítica situación que vivimos actualmente en México como país de tránsito y destino de migrantes irregulares es multifactorial y es un reflejo de la dinámica que se da a nivel mundial, en donde las políticas migratorias en su mayoría restrictivas, no logran atender un fenómeno sumamente complicado, muy a pesar de los acuerdos y tratados internacionales, de las líneas de acción y compromisos establecidos en las agendas mundiales sobre el derecho a una migración segura, ordenada y regular. Basta decir que las detenciones a migrantes irregulares en el país en 2022 arrojaron cifras récord con la detención de 444 mil 439 personas, 44% más que el año anterior (OIM, 2022), así mismo se identifica un incremento de menores interceptados.

Ante tales circunstancias es imposible no preguntarse que está pasado con los migrantes en irregulares en tránsito. ¿Dónde queda el discurso político sobre la atención al fenómeno migratorio irregular en este nuevo gobierno? ¿Cómo se opera la política migratoria con enfoque en los derechos humanos, cuando los migrantes son percibidos como criminales? Parte de la respuesta a las preguntas está en el análisis sobre la implementación de estrategias de seguridad para retener los flujos de migrantes en las fronteras y de sus efectos, que hasta el momento reflejan la incapacidad para atender necesidades derivadas de las detenciones.

La Red Regional de Protección, identificó que desde junio de 2019 el gobierno mexicano ha desplegado a miles de efectivos de la Guardia Nacional en las fronteras norte y sur con la finalidad de contener los flujos:

“Esa política ha generado violaciones a los derechos humanos de las personas migrantes. Los elementos de la Guardia Nacional no se encuentran capacitados para identificar a personas con necesidad de protección internacional, y tampoco brindan la información pertinente a las personas migrantes, lo que impide el acceso a la solicitud de asilo a quienes huyen de sus países de origen por motivos de persecución o porque su vida e integridad están en riesgo” (Red Regional de Protección, 2020).

Por otra parte, el Servicio Jesuita a Migrantes (SJM), ha dejado asentado que cerca de 75 por ciento de los migrantes que son reportados como desaparecidos, y que son localizados con vida a través de su programa de búsqueda han sido eventos de personas que se encontraban retenidas e incomunicadas en estaciones migratorias. El SJM, a través de su programa de búsqueda, ha documentado las irregularidades al interior de las estancias y estaciones migratorias las cuales, según reporta, se han convertido en principales lugares para la desaparición (SJM-México, 2023).

La opinión pública sobre la presencia de migrantes temporales o en tránsito por México está dividida, supongo que así ha sido desde 2018, cuando la población fue testigo de las crisis migratorias provocada por las caravanas de migrantes irregulares que cruzaron el territorio para llegar a Estados Unidos. Sí, hay cualquier cantidad de historias para contar a partir de esa experiencia, desde quienes dan testimonio sobre aquellos que utilizaron las caravanas para traficar con los migrantes, hasta el impacto social causado por el discurso público enmarcado en la idea de pobreza, descontrol o extorsión, solo por mencionar una parte de este complicado escenario; y aunque aquellas devastadoras historias asociadas a los migrantes es lo que con frecuencia nos llega a través de las noticias, la situación que se experimenta es más compleja y oscura de lo que imaginamos, pues la idea que tenemos sobre el fenómeno supera por mucho la realidad de lo que ocurre en nuestro país, un lugar en donde persiste la imagen negativa hacia los migrantes y donde el rechazo y la xenofobia, así como delitos cometidos contra estos son una constante.

De ninguna manera se justifica la discriminación o las manifestaciones de racismo hacia la población migrante y mucho menos aquella que se da a nivel institucional, sin embargo, me pregunto cómo se aborda al interior de la cadena gubernamental el tema y cómo se enfrentan las situaciones que se salen de control. ¿Hasta qué punto se está en capacidad de tomar decisiones adecuadas y bajo qué perspectiva se lleva a cabo la acción? En este sentido, no hace mucho tiempo han discurrido breves conversaciones con integrantes de la Comisión Nacional de Derechos Humanos cuya experiencia en el trato con los migrantes asegurados en estaciones migratorias de México han motivado mi análisis sobre el imaginario colectivo que existe hacia esta población:

“En nuestras visitas a las estaciones nos hemos encontrado con personas que rompen la idea que se tiene sobre los migrantes. Traen dinero suficiente para el viaje y de forma tajante rechazan cualquier conversación con nosotros. Es cierto, entre los grupos se encuentran traficantes de personas que durante el viaje van haciendo negocios ya sea para ayudar en el cruce de la frontera o como parte de la identificación y selección de las posibles víctimas. Es muy difícil identificar con que intención vienen a nuestro país”, concluye el representante de la CNDH.

¿Por qué México está experimentando este panorama migratorio?

Debido a la ubicación geográfica de México en el corredor migratorio hacia Estados Unidos, y las crecientes condiciones de inestabilidad que se viven en el Norte de Centroamérica (NCA) ocasionadas por hechos relacionados con la violencia, la precariedad en las condiciones de vida, la exclusión social, los conflictos armados la recesión económica en la región, los desastres naturales que ha experimentado la zona, con un fuerte impacto económico y social, así como las actuales políticas migratorias restrictivas imperantes en distintos países industrializados receptores de migrantes en el mundo, han ocasionado un inédito comportamiento en los flujos migratorios en México. Vale la pena señalar que actualmente México ocupa el séptimo lugar en solicitudes de asilo a nivel mundial y en los últimos años haitianos y venezolanos han escogido quedarse aquí como una segunda opción para establecerse. De acuerdo con la Organización Internacional para las migraciones (OIM), en los últimos 20 años el número de inmigrantes aumentó en un 123%. Personas procedentes de El salvador, Guatemala, Estados Unidos, Venezuela, Colombia, Cuba, Nicaragua, Haití y Brasil, entre otras nacionalidades que integran la población extrajera en México, con alrededor de 1.2 millones de inmigrantes documentados.

A nivel internacional, se estima que existen poco más de 281 millones de migrantes, lo que representa el 3.6% de la población mundial (OIM, 2020). Ciertamente no es una cifra alarmante, porque la mayoría de las personas prefieren quedarse en su lugar de origen y no enfrentarse a la experiencia de la migración, sin embargo, es fundamental poner atención al tema, pues el escenario para los países por donde transitan o llegan los migrantes se ve transformado considerablemente, sobra decir que ya lo estamos viviendo de forma directa o indirecta, por lo tanto el crear marcos normativos desde local permitirá crear mejores condiciones para la integración social de esta población, independientemente de su condición migratoria. Lo cierto es que la respuesta no está en las detenciones, la solución se encuentra en atender desde el origen los problemas que motivan la migración irregular y esta es una tarea que ningún país o algún gobierno puede enfrentar solo, no obstante, es necesario tener voluntad para que lo que hasta ahora ha funcionado mal tenga una consecuencia que permita avanzar de forma positiva.


La autora es egresada de la Maestría en Estudios de Migración Internacional por El Colegio de la Frontera Norte, tiene la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Vasco de Quiroga. Se ha desarrollado en el ámbito audiovisual en medios públicos y privados como generadora de contenidos y a nivel directivo. Dirige la Casa Productora Kodia Multimedios, sus líneas de trabajo se orientan a la difusión de la problemática migrante, la promoción de la cultura y las tradiciones de Michoacán, así como la prevención de la violencia contra las mujeres.

Ha colaborado para la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo en la realización de talleres de producción audiovisual para la divulgación de la ciencia, a través del departamento de Divulgación Científica.

Sus producciones se han difundido en cadena nacional y señal internacional a través de canal 22 del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Mexicanal en Estados Unidos, y la Red de Radiodifusoras y Televisoras Educativas y Culturales de México.

Es egresada de la Maestría en Estudios de Migración Internacional, El Colegio de la Frontera Norte.