“A quien corresponda…”
Hace algunos días volví a recibir un bello regalo con motivo de la Navidad. Un joven alumno me dijo con entusiasmo: ¡lo encontré!, es el libro del que usted nos habló al iniciar el semestre.
Este diminuto texto me maravilló y se quedó para siempre como una lección permanente de vida, cuyo contenido y filosofía se convierten en urgentes, por su vigencia. Son cuatro “Reglas de Oro” las que integran esta reflexión:
Contar las bendiciones es un ejercicio sumamente importante. Cada mañana al despertar, hacer conciencia del gran tesoro de la vida. Nuestro cerebro cuenta con cien mil millones de neuronas, dispuestas a entretejer conexiones para habilitar el pensamiento y las buenas ideas; nuestro flujo sanguíneo transitando por todo el cuerpo con perfección; cada órgano con su ritmo y su función; los huesos y todos los sistemas en acción conformando una creación insuperable. Y si a esto le añadimos los dones de formar parte de una familia, las oportunidades laborales, los proyectos y hasta los momentos complicados, tendríamos que reconocer lo bendecidos que estamos.
Proclamar la singularidad es consecuencia de reconocernos creados por una inteligencia superior; por un ser supremo que tiene la capacidad de hacernos diferentes a todos y a cada uno de los seres humanos. Por parecidos en nuestros rasgos físicos o por las leyes de la genética, la individualidad de nuestro ser es evidente. No existe un sólo ser en el mundo igual a nosotros, cuando ya sumamos más de 8 mil millones de habitantes en el globo terráqueo.
Caminar un kilómetro extra es condición de quien quiere salir adelante y lograr sus metas. El esfuerzo cotidiano que genera productividad y excelencia, es imprescindible cuando se quiere progresar. No existe un problema o una tarea que soporte 24 horas de esfuerzo cotidiano.
“Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado. Un esfuerzo total es una victoria completa”, señaló Mahatma Gandhi
Especialmente cuando somos presas del desaliento o la desidia; recordar que podemos dar ese “extra” de nosotros mismos, para asegurar el éxito en lo que hacemos.
Tomar buenas decisiones en el uso pleno de nuestra libertad. Escuchamos en ocasiones ante la pérdida lamentable de la vida de un joven que estrelló su auto en estado de ebriedad: “Es que Dios así lo quiso”. Dios no desea el mal de nadie.
Ante las encrucijadas que nos presenta la vida, tenemos la oportunidad y la facultad para decidir positivamente asumiendo las consecuencias de nuestros actos.
Sumamos a este memorándum, diez útiles rituales de vida derivados de la lectura de una fábula espiritual escrita por Robin S. Sharma.
1) Ritual de la Soledad: su propósito es la propia renovación y se consigue pasando un tiempo a solas, inmersos en la hermosa envoltura del silencio.
2) Ritual de Fisicalidad: se basa en el principio de que, cuidando el cuerpo se cuida la mente. Dedicar cada día un poco de tiempo a nutrir el templo del propio cuerpo con vigorosos ejercicios; haciendo que la circulación sanguínea se ponga en movimiento; aprender a respirar profunda y lentamente.
3) Ritual de la Nutrición: comer sanamente; es decir, consumir aquellos alimentos que provienen de la naturaleza, del sol, el aire, la tierra y el agua; siempre con equilibrio.
4) Ritual del Saber Abundante: se centra en la idea del aprendizaje y la expansión de los conocimientos. Consiste en convertirse en estudiante permanente de la vida; ¡leer cosas nutritivas!
5) Ritual de la Reflexión Personal: se trata de pensar, para prosperar. Tomar el hábito de la introspección personal. Analizando lo que se hace y en qué se invierte el tiempo. El único modo de mejorar mañana es saber qué se ha hecho mal hoy.
6) Ritual del Despertar Anticipado: levantarse con el sol y empezar bien el día. En general, dormimos más de lo necesario. Lo que cuenta es la calidad del sueño no la cantidad. Es mejor dormir seis horas continuas profundamente, que diez horas dando vueltas en la cama.
7) Ritual de la Música: jamás olvidar el poder de la música. Invertir un tiempo cada día escuchando y/o haciendo música.
8) Ritual de la Palabra Hablada: Somos lo que pensamos cada día; somos lo que decimos de nosotros mismos y esto afecta nuestra autoimagen, nuestra autoestima. Es fundamental, ser impecables con nuestras expresiones.
9) Ritual del Carácter Congruente: Ir fraguando el carácter cultivando las virtudes. Una vida virtuosa es una vida con sentido, dejando que la vida se rija por los principios de laboriosidad, compasión, integridad, humildad, paciencia, honestidad y coraje; propiciará una profunda sensación de armonía y paz interior.
10) Ritual de la Simplicidad: se trata de vivir una vida sencilla. No hay que vivir en el meollo de las cosas nimias. Concentrarse en las prioridades y en las actividades que tengan verdadero sentido trascendente.
Dr. en Educación J. Jesús Vázquez Estupiñán
Rector de la Universidad la Salle Morelia
jve@ulsamorelia.edu.mx