/ jueves 13 de octubre de 2022

La utopía “un sueño posible”

La utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se desplaza diez pasos más allá. Por mucho que camine, nunca la alcanzaré. Entonces, ¿para qué sirve la utopía? Para eso: sirve para caminar. Eduardo Galeano

A la utopía se le suele identificar con quimeras o sueños irrealizables. El concepto fue acuñado por Tomás Moro en su obra: UTOPÍA, en la que describe una ínsula en donde era posible vivir en paz y encontrar oportunidades para las mujeres y campesinos entonces excluidos.

Carlos Gómez Restrepo al visitar la Universidad La Salle en la Ciudad de México afirmó que la utopía sigue siendo un horizonte con camino, la posibilidad siempre cierta de que otro mundo es factible la convicción de que la esperanza también es partera de la historia y no sólo la guerra, como decía Marx y que la bondad de los hombres y mujeres también hacen parte de su naturaleza.

Utopía es entonces actitud y compromiso para contestar el presente e imaginar; pero si la utopía es horizonte y motor de nuestras búsquedas, la esperanza es su combustible, que en la educación, tiene que volverse conductora e inspiradora de nuestra vida y de la vida universitaria.

Esperanza no es lo mismo que optimismo; la esperanza es una virtud del alma es una fuerza indomable del espíritu y la entrega generosa a una misión a la que se nos llama; implica compromiso, serenidad, alegría, mirada profunda, capacidad de contagiar ilusión, de sanar el dolor, de soñar horizontes y caminar con otros.

Las universidades son fuentes inagotables de utopías y esperanza. Es urgente construir utopías que vuelvan a encender la pasión por una misión universitaria renovada, profética y propositiva que responda a las crudas realidades de nuestros pueblos.

Es innegable que la inequidad, la exclusión, la violencia y la pobre educación para los pobres son nuestro cotidiano tema.

La desigualdad es una opción y también dijo que una economía y un estado desequilibrados, egoístas y miopes, genera individuos desequilibrados egoístas y miopes.

La vigencia y permanencia de la inequidad según algunas investigaciones, descubre la difícil época actual.

Los años que vienen deberán ser fértiles en creativas aproximaciones a la realidad para superar la violencia la injusticia y la exclusión social; de modo que podamos hablar de sociedades justas y en paz.

Son muchos los escenarios en donde se requiere que nuestra investigación sea transferible en innovación social; comprendo que es más fácil ser historiador que profeta. No obstante, se requiere arriesgar; ¡se impone crear!

Se nos obliga a generar aproximaciones que cambien muchas inercias y modifiquen las dinámicas sociales, los sistemas de producción, el respeto a los derechos humanos, los mismos modelos económicos que poco consideran la solidaridad como valor y la asociatividad y cooperación como medios.

Nos enfrentamos con una crisis ética que se manifiesta en sociedades inequitativas y modelos económicos perversos.

Las universidades podrían definir proyectos como punta de lanza en los que se muestren propuestas explícitas de construcción de paz y esfuerzo de responsabilidad social universitaria, en donde existan componentes que propicien la inclusión y el pensamiento crítico junto con una carga humanística y ética. Se trata de aunar voluntades dirigidas a mejorar las condiciones de vida de la gente más vulnerable; transferir tecnologías mediaciones educativas y ciencia para impactar la producción el hábitat y fortalecer el tejido social.

Es necesario conjugar tres verbos en el mundo de hoy: creer, crear y arriesgar.

Creer que con nuestra misión podemos impactar la vida de nuestros estudiantes; creer que la educación transforma, creer en la humanidad y creer en el buen Dios que nos inspira y llama constantemente a cultivar una espiritualidad profunda que contagia humanismo, fraternidad y esperanza.

Tenemos que creer que la educación es y será el mejor camino, el único no violento para incluir e impactar políticamente; esto es construir lo público y abrir caminos para vencer la exclusión crear oportunidades y caminos para aclimatar la paz, la justicia y la equidad.

Crear conocimiento que ayude a transformar y propiciar modelos y nuevas propuestas educativas que fortalezcan lo humano, lo fraterno, lo solidario, el desarrollo sostenible y claro: crear proyectos reales donde el servicio educativo de los pobres sea evidente y replicable en el mundo universitario.

¡Arriesgar!… esto es salir de nuestra zona de confort y apostar por nuevos proyectos que toquen el corazón de los problemas de nuestros pueblos y ayuden a generar vida y esperanza, no solo discurso sobre ética equidad justicia y paz, sino mediaciones universitarias para hacerlos posibles; arriesgarnos a que los pobres no sólo sean objeto de, sino partícipes de procesos de formación de calidad.

Dr. J. Jesús Vázquez Estupiñán, Rector de la Universidad La Salle Morelia, jve@ulsamorelia.edu.mx